vinosofía

Navidad dulce navidad

 ¿Conseguirá el anuncio de Freixenet rebajar la crispación política del país? 

| 29/11/2019 | 3 min, 26 seg

Me temo que no, igual no conseguirá ni tan siquiera aumentar el consumo de cava durante las festividades pero, como cada año, estamos esperando impacientes la llegada de las burbujas.

Puesto a festejar, aunque la situación geo-política recuerde a la orquesta del Titanic, ¿porqué no hacerlo con una botella de vino?

Regalar una buena botella creo que podría prevenir muchos dolores de cabeza navideños (si compramos vino sin sulfitos, claro) y evitar llenar las casas de objetos superfluos y costosos.

El problema de hoy en día en Valencia es dónde comprar. A pesar de que desde esta columna se intente defender los proyectos artesanales, hay que reconocer que el vino en España está atravesando un momento de gran forma en cuanto a calidad se refiere. Sin embargo la merma del consumo ha provocado que haya cada vez menos tiendas de vino en la ciudad y seguimos huérfanos de una joya como Las Añadas de España, un referente y ejemplo a nivel nacional.

Cierto es que la competencia de internet representa un peligro para el pequeño comercio incluso más letal que la amenaza de las grandes superficies, pero creo que seguimos siendo unos cuantos nostálgicos los que preferimos ser atendidos por el vendedor de toda la vida antes que sonreírle a un dron de Amazon. El uso del e-commerce debería  limitarse a conseguir esos vinos fetiches que son difícilmente adquiribles a través de los canales tradicionales.

¿Entonces, a quiénes nos dirigimos los valencianos sedientos? Pues siguen existiendo oasis resistentes, cual Astérix contra los Romanos.

Encabezados por el veterano e impetuoso Eduardo Mestre al mando de su grupo Els Bodeguers, están todos los bodegueros con solera defendiendo la venta y consumo de cercanía.

Bodegas Santander (con su filial Beals), bodegas Navarro, bodegas Seguí, bodegas Baviera (y como siempre pido disculpa a los olvidados) son el vivo ejemplo de gente inquieta que a pesar de los años y las dificultades mantiene el entusiasmo y la curiosidad. Siempre intentan sorprender con algo nuevo tanto valenciano como de fuera y saben asesorar con profesionalidad y conocimiento. Trabajadores tenaces que organizan degustaciones y buscan a productores emergentes sin olvidarse de los que han ayudado a triunfar. Sin su labor el mundo del vino valenciano estaría relegado a la exportación y son ellos los que han empujado la revolución en los restaurantes a favor de lo autóctono. De hecho, en todo el mundo, lo más normal es que los restaurantes ofrezcan vinos Km 0, lo que no se entiende es la “riberitis” o “riojitis” que afecta a muchos compañeros. En cartas de vinos reducidas creo que el 80% debería de ser copado por producciones de cercanía, sobre todo ahora que tenemos muchos proyectos interesantes en nuestra comunidad. Otro cantar es en el caso de restaurantes especializados en vino, pero se trata de la punta del iceberg.

La dura lucha por la supervivencia antes relatada causa, a veces, bajas importantes como la recién cerrada Bodegas Biosca, pero como compensación están naciendo proyectos pequeños con mucho mimo como la tienda Els Vignerons, donde Dan Gill ofrece una de la mejores selecciones de vino de la ciudad, con presencia de muchas etiquetas foráneas de grandes productores. Aquí se puede encontrar esa botella de champagne de pequeño vigneron que tanto luce en las cenas/comidas navideñas.

Hablando desde el punto de vista del consumo, al final da igual que las botellas sean adquiridas en una tienda, en internet o en grandes superficies, pero cada uno podemos intentar poner nuestro granito de arena en la preservación de un estilo de compras (y de vida) en peligro de extinción.

Falta poco para que salgan anuncios solidarios comparando al tendero de barrio con el tigre siberiano…

Salut!!!

* Este artículo se publicó originalmente en el número 50 de la revista Plaza

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