Analizamos el futuro de Trovam!-Pro Weekend y su estrategia para dinamizar la cadena de valor que empieza en el local de ensayo y acaba con el artista sobre el escenario
VALENCIA. Hace poco más de dos meses, la Fira Valenciana de la Música (Trovam!) cerraba una edición clave. Después de superar las tres primeras convocatorias con una tímida ayuda pública de 24.000 euros y una renqueante cobertura mediática, la asociación VAM! se asociaba con el festival Pro Weekend y conseguía por fin que la Conselleria de Cultura se creyera este proyecto, impulsado por una serie de empresas privadas del sector con el objetivo de dinamizar la industria musical de la Comunidad Valenciana. La inclusión de Trovam! dentro del plan estratégico Fes Cultura 2016-2020 allanó el camino en muchos sentidos. No solo se inyectó más dinero público —el presupuesto saltó a los 60.000 euros, y todavía está pendiente la resolución de una nueva línea de ayuda de 30.000 euros por parte de la Dirección de Política Lingüística de la Generalitat— , sino que las principales instituciones implicadas se involucraron “llamando a filas” a los programadores culturales de multitud de municipios de la región. Armand Llàcer, coordinador general del encuentro, asegura que durante la pasada edición el 90% de los responsables de contratación pública se dieron cita en Castellón.
El balance de cifras ya se conoce: 11.000 asistentes entre los cerca de sesenta conciertos repartidos en distintas localizaciones de la capital de la Plana, y casi 400 agentes registrados (de los que efectivamente asistieron 250). En el Auditorio de la ciudad coincidieron, charlaron y compartieron ideas artistas, managers, programadores de salas, representantes políticos, periodistas, propietarios de sellos discográficos, gestores de derechos de autor y directores de festivales y ferias nacionales como Monkey Week, BIME y Primavera Pro. Esos son los datos generales, que ahora deben someterse a análisis ¿Necesita la Comunidad Valenciana una feria musical? ¿Funcionan este tipo de encuentros? ¿De qué modo? ¿Ha cubierto Trovam! las expectativas?
Quizás sean los músicos emergentes los que mejor pueden contestar a la primera pregunta, puesto que son ellos los que mayor provecho deberían extraer de estos eventos sectoriales. Hablamos con Ana Sanahuja, del singular grupo de música y poesía Versonautas. Para ellos era su primera experiencia en una feria de estas características. “Creo que sí es necesaria una feria como Trovam! porque a los grupos como nosotros nos sirve como sello de calidad, como carta de presentación. A raíz de pasar por ahí tu nombre empieza a sonar más a los programadores”. El dúo lamenta que solo pudieran actuar delante de “unos pocos programadores”, aunque lo cierto es que se fueron de allí con un contrato apalabrado que se cerró semanas después. “Creo que el problema es que éramos muchos grupos, algunas actuaciones se solapaban. Es bueno que se haya apostado por una representación amplia de la diversidad de estilos que hay en la Comunidad, pero en algunos conciertos como el nuestro faltaba público”, apunta Sanahuja, quien suma a su faceta de artista el de programadora de La Fábrica de Hielo.
En su opinión, el gran escollo para los artistas es el silencio sepulcral que reciben cuando se dirigen a las casas de cultura de los municipios donde solicitan actuar. Este es un problema bastante común –sobre todo para los grupos que tratan de abrirse paso sin la ayuda de un manager profesional-, al que precisamente deberían dar solución las ferias. Al fin y al cabo, el principal atractivo de estos eventos es su “capital social”; es decir, la oportunidad que brinda a los agentes vendedores (managers, artistas, sellos, etc.) de ponerle cara y voz a los agentes vendedores (festivales, salas, programadores públicos, etc.), y viceversa. Ya se sabe que los negocios se cierran más fácilmente tomando café –o cervezas- que llamando a puerta fría a un desconocido. La experiencia de Versonautas en este sentido ha sido agridulce. Por una parte, “el trato que recibimos de la organización fue exquisito en todo momento; se preocuparon de enviarnos días antes del Trovam! una encuesta y una lista de todos los programadores que se habían registrado, para que pudiéramos contactar con ellos y fijar una cita durante los días de la feria”. Por la otra, sin embargo, varios programadores que supuestamente estaban interesados en la banda dieron la callada por respuesta una vez finalizó el encuentro. “A mí me encanta cuando me dicen que nuestra propuesta no encaja en un espacio, porque al menos significa que la han mirado. Lo que produce tristeza y frustración es que no contesten, y a nosotros nos pasa continuamente, tanto aquí como en Cataluña –apunta Ana Sanahuja-. El 95% de nuestros conciertos los conseguimos a través de contactos y amigos de nuestros contactos”.
Jorge Álvarez, manager de Gener y Senior i el Cor Brutal, también opina que la existencia de Trovam! es necesaria porque “hay que defender la cultura valenciana, igual que hacen los catalanes con la suya. Ellos hace muchos años que trabajan para la industria, y ya tienen muy consolidado su circuito”. Álvarez lanza una crítica constructiva hacia la organización: “Han trabajado con muy buena fe y hay perspectivas de que se consolide en el futuro, aunque se nota que iban con el agua al cuello. Creo que hay que poner mejores condiciones de sonido a los conciertos”. Opina también que la feria de Castellón tiene en la Mercat de la Música Viva de Vic “un buen espejo en el que mirarse”, aunque es muy difícil compararse con ellos teniendo en cuenta su presupuesto (más de 800.000 euros) y su veteranía (28 ediciones).
¿Funcionan las ferias para los grupos como Gener, en plena ascensión? “Sí, nosotros por ejemplo desde que fuimos a la Fira Mediterrània de Manresa vamos para arriba, sobre todo en Cataluña, que es donde grupos como ellos, Arthur Caravan o Senior tienen más posibilidades”, comenta Álvarez. “La diferencia –añade- es que en la Comunidad hay muchos festivales, pero en ellos casi no tienen presencia los grupos valencianos”.
Para saber si una feria sectorial ha cumplido su función es imprescindible hacer un seguimiento posterior de los participantes para averiguar en qué medida su paso por el encuentro se ha materializado en nuevas contrataciones o acuerdos de algún tipo. En Vic hace tiempo que aprendieron que para mantener la confianza de los gestores políticos y los patrocinadores privados, no hay mejor aval que las cifras.
En el informe de 2015 llevado a cabo por la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) se calculó que el impacto económico sobre la industria musical generado por la feria en el año anterior ascendió a casi 3,4 millones de euros. Una cifra que se basa en los más de 400 contratos que se firmaron durante la celebración del evento, a la que habría que añadir la que se genera a lo largo del año siguiente por efecto diferido de aquel “capital social” del que hablábamos anteriormente.
Marc Lloret, miembro del grupo catalán Mishima y director artístico del Mercat de Música Viva de Vic, acudió este año por segunda vez consecutiva al Trovam!, donde explicó su modelo de funcionamiento y participó como oyente en diversas ponencias. “El único riesgo que veo es que en estos momentos hay entre ocho y diez ferias importantes a nivel internacional, y desde hace cinco años se están multiplicando las estatales, de modo que las agendas profesionales están ya llenas de eventos”. En todo caso, la sintonía con el Trovam! es muy buena, y de hecho se materializará en una suerte de “alianza de ferias del Mediterráneo” en la que también participarán la Fira de Manresa y la Fira B de Islas Baleares, y que en el futuro podría ampliarse a otros países de nuestro entorno como Francia, Italia y los del norte de África. Algo similar a la red de colaboración entre museos del arco mediterráneo que también está impulsando el IVAM. Grosso modo, estos acuerdos permitirán el intercambio de artistas; por ejemplo, que se acuerde la actuación de tres bandas valencianas en Manresa a cambio de que otras tantas catalanas, de similar caché, actúen en el Trovam!
Esta misma dinámica, extrapolada al acuerdo con ferias de otros países, abriría una ventana a la ansiada internacionalización de los artistas valencianos. Es de cualquier modo un objetivo a largo plazo, y más si tenemos en cuenta ejemplos como el del South by Southwest de Austin (Estados Unidos). A pesar de ser una de las ferias de la industria más importantes del mundo, las bandas españolas que pasan por ahí rara vez se abren paso en el mercado norteamericano. Aunque sean capaces de cerrar varias fechas en el país, la realidad es que los costes de desplazamiento y manutención en una gira por el extranjero son inasumibles para una banda de pequeño-mediano tamaño sin un respaldo económico adicional.
El primer informe sobre la industria musical valenciana, conducido por el profesor de la UJI Luis Martínez Chafer y presentado el pasado mes de noviembre en el Trovam!, es solo el primer paso de los muchos que deberían darse hasta conseguir dibujar el mapa completo de un sector productivo que, solo en actuaciones en vivo supone un 3 por ciento del PIB —“más que todo el sector de la agricultura”, puntualiza Armand Llàcer—. Es necesario identificar y cuantificar toda la cadena de valor de esta industria, que comienza en las escuelas de formación o en los locales de ensayo y termina con la recaudación de los derechos de autor, pero que implica a muchas otras empresas satélites: alquiler y venta de instrumentos, edición discográfica, diseño e impresión de portadas y carteles, sonorización e iluminación, canales de distribución y venta física y digital, medios de comunicación especializados, empresas de seguridad, y un largo etcétera.
La conveniencia de una feria como Trovam! está tan justificada como puede estarlo Hábitat o Cevisama, pero requiere de más medios económicos y humanos, tanto para mejorar la organización como para llevar a cabo estudios más profundos y amplios sobre el ecosistema musical valenciano (esto es, tanto cantado en valenciano como en castellano). Para la próxima edición, que previsiblemente se mantendrá en el mes de noviembre, el VAM! aspira a alcanzar los 150.000 euros de presupuesto. En 2018, el objetivo se cifra en 150.000, lo que no haría sino situarnos al nivel del que ha partido este año la Fira B de Baleares.
Pero las instituciones públicas no son las únicas que deben creerse la importancia de la música como sector productivo. El sentimiento de pertenencia a un colectivo con intereses comunes es esencial para que una feria como Trovam! cumpla su función. Es importante participar en las ponencias y poner ideas en común, pero sin actos de movilización y mesas de trabajo, todo queda en pura verborrea. Por su parte, las bandas de música deberían responder sin displicencia a las encuestas que se les reparten, del mismo modo que los programadores deberían repensar su protocolo y tratar de estudiar las propuestas que les llegan, especialmente las de las bandas que todavía son poco conocidas. Las ferias de la industria ponen a nuestra disposición todas las facilidades, pero el trabajo debe ser colectivo.