VALÈNCIA. José Antonio Rovira, año 1. Doce meses se cumplen desde que Vox rompiera los pactos de gobierno autonómico con el Partido Popular, una salida que afectó de lleno a la gestión cultural valenciana. La cartera, que hasta ese momento había liderado Vicente Barrera, pasó a un Rovira que asumía sin esperarlo, como Anne Hathaway el título de princesa de Genovia, un nuevo ‘apellido’ a la Conselleria de Educación, Universidades y Empleo. Conseller de Cultura por sorpresa. La entonces directora general y actual secretaria autonómica, Pilar Tébar, se reivindicaba entonces como figura de transición entre Vox y el PP, aunque ahora en un nuevo tablero que sacaba Cultura de la vicepresidencia y la diluía en una ‘macroconselleria’ donde Educación es la niña bonita y con un Rovira que, un año después, sigue sin parecer cómodo en los corrillos culturales.
La primera convocatoria del conseller tras asumir la cartera, una puesta de largo que tuvo como marco el Centre del Carme (CCCC), ya daba cuenta de la distancia de partida con los espacios que pasaban a ser su competencia, una visita en la que admitía no haber cruzado jamás las puertas del centro cultural. “La verdad es que es la primera vez que he venido y me he sorprendido porque es algo precioso, pero también porque queda mucho por hacer aún”, declaraba. Esta primera visita fue más una excepción que una declaración de intenciones y, como se dice coloquialmente, Rovira ha sido ‘caro de ver’ en los espacios culturales; una ausencia que queda reflejada negro sobre blanco en su agenda del último año. Como ejemplo, no fue hasta el pasado mes de abril, nueve meses después de asumir el cargo, cuando ‘pisó’ por primera vez el Institut Valencià d’Art Modern (IVAM), en este caso para dar la bienvenida a su nueva directora.
Ha sido de facto Tébar la cara visible del área –que ha optado, en todo caso, por mantener un perfil bajo durante toda la legislatura, una tónica repetida por el resto de cargos de la Conselleria- e interlocutora con los profesionales del área en un año marcado por la Dana y, también, por las tensiones con los sectores profesionales. Y es que la “ausencia” de Rovira no ha pasado inadvertida por los sectores culturales. Sirva como ejemplo la reciente rueda de prensa de presentación de Sagunt a Escena, a la que acudieron diferentes asociaciones del sector de las artes escénicas para plantear in situ sus preocupaciones y reivindicaciones. Sin embargo, y a pesar de lo anunciado, Rovira no acudió (ese día solo tuvo en agenda la asistencia a una mascletà de las fiestas de San Juan en Alicante).
Los profesionales fueron intencionalmente a buscarle, pero no le encontraron. Tampoco lo han hecho en las galas de premios ni de festivales, tanto los organizados por la propia Generalitat como los impulsados por las asociaciones, que en gran medida se han llenado de gestos de recuerdo a las víctimas de la Dana y peticiones expresas de dimisión a Carlos Mazón, president de la Generalitat.
Con Tébar como vocal en el día a día, el perfil de Rovira como conseller de Cultura se ha enmarcado más en el plano ideológico y de posicionamiento político, unas bases que dibujan una fotografía más continuista que rupturista con respecto a su predecesor, Vicente Barrera. “Vamos a eliminar la ideología de la cultura. Va a ser de todos y para todos”, dijo el actual dirigente en el traspaso de carteras, haciendo suyo el discurso que caracterizó al de Vox. En este sentido, la hostilidad al catalanismo o la defensa de la tauromaquia han sido los pilares de su narrativa. Esta misma semana, de hecho, se presentaba la nueva edición de la Liga de Novilladas, un proyecto iniciado por Barrera y que cuenta de nuevo con una jugosa aportación de 300.000 euros a la Fundación Toro de Lidia.

- Vicente Barrera cede la cartera de Cultura a José Antonio Rovira. -
- Foto: KIKE TABERNER
Sin noticias del plan estratégico
La sensación de todo el arco profesional en los diferentes sectores de la cultura es unánime: no hay ni proyecto ni visión de futuro, y en todo caso se llega a apagar los fuegos que vayan saliendo (o no). ¿En qué se basa esta sensación? Pues en varios hechos políticos. El más flagrante, la falta de un plan estratégico. Este fue un proyecto que ya puso sobre la mesa Barrera, aunque el cambio de cartera acabó paralizándolo. El nuevo equipo, en este sentido, anunció que se revisaría y mejoraría y fue el propio Mazón quien, en el primer Debate de Política General en Les Corts Valencianes, celebrado en septiembre, anunció su impulso de la mano del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE). Sobre el plan, casi un año después, nada se sabe y, de hecho, fuentes de la Conselleria reconocen que ha dejado de ser una prioridad tras la Dana. Un plan que, de presentarse, apenas cubriría ya la mitad de la legislatura, y por tanto tendría un alcance muy limitado.
Otro gran plan anunciado a bombo y platillo y que parece haber quedado en un cajón es la “reformulación” del Institut Valencià de Cultura “para que la música, el audiovisual y el conjunto de las artes escénicas cuenten con los recursos necesarios para crecer en madurez, en músculo y solidez empresarial”. La propuesta, lanzada por el propio Rovira en Les Corts en enero de 2025, no ha podido ser concretada por ninguna fuente interna; de hecho, relativizan el impacto de la medida y creen que poco o nada va a cambiar en la segunda mitad de la legislatura. Durante estos meses, además, los problemas crónicos del IVC han seguido el patrón calcado de otros años anteriores, especialmente los retrasos en las convocatorias de ayudas y la falta de personal.
Algo en lo que sí se ha podido legislar (tal vez lo único) tiene más que ver con la batalla cultural que con la gestión. La Conselleria de Cultura ha ido eliminando en el papel y en la práctica el Código de Buenas Prácticas que impulsó el anterior Consell (aunque con impactos ciertamente dispares en diferentes procesos). La razón del equipo de Rovira es que dicho Código era un paquete de intenciones que no pasó por Les Corts ni contaba con ningún respaldo legislativo. Pero no entran a valorar por qué les parece mal y, en vez de reforzarlo, eliminan cualquier rastro. En la práctica, los concursos públicos abiertos se han ido retorciendo a lo largo de la legislatura hasta el punto de crear uno ficticio, el de las nuevas direcciones adjuntas del IVC: un proceso al que se podía presentar cualquier persona pero cuyo jurado era, en su mayoría, cargos políticos (y, por tanto, era una designación discrecional).

- Un momento de la gala de los Premios AAPV 2025, donde se coreó por la dimisión de Carlos Mazón. -
- Foto: AAPV
Cultura avanza sin un plan definido sobre la mesa aunque, eso sí, con un organigrama que sí ha ido despejando sus incógnitas. Durante los primeros meses de la legislatura, con Vox a la cabeza, no fueron pocos los gestores culturales a los que mostraron la puerta de salida, quedando vacíos, no sin polémica, los despachos de la dirección y direcciones adjuntas del Institut Valencià de Cultura; el del IVAM; el del Consorci de Museus… una ‘escabechina’ que, tras el cambio de cartera, mantuvo sobre la mesa del nuevo conseller varios procesos de selección abiertos y puestos por cubrir. Blanca de la Torre en el IVAM; Beatriu Traver y Luis Gosálbez en el IVC, o José María Lozano, nuevo presidente del Consell Valencià de Cultura (CVC), son algunas de las nuevas caras que han recompuesto el puzzle cultural en los últimos meses, una ‘foto de familia’ desigual por lo que respecta a la recepción por parte de los profesionales y marcada, además, por una de las noticias del curso: la declaración de improcedente del despido de José Luis Pérez Pont el pasado mes de abril.
Y llegó la Dana
Es imposible entender este año de gestión sin hablar de la terrible Dana del pasado mes de octubre, que, en el ámbito cultural, anegó teatros municipales o talleres de artistas, una riada que afectó a archivos patrimoniales o colecciones de arte. Precisamente, desde el ámbito del patrimonio público, uno de los focos fue la nave de Riba-Roja, situada en una de las zonas más afectadas, donde la Generalitat custodiaba un buen volumen de archivos, que en su mayoría todavía siguen siendo recuperados en las instalaciones de Feria Valencia con un Institut Valencià de Conservació, Restauració i Investigació (IVCR+i) centrado en las labores de restauración.
También se custodiaba allí una parte de los fondos del Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) y la colección de arte contemporáneo al completo, cuya recuperación se llevará a cabo este año con un presupuesto estimado de 350.000 euros. Así lo desveló Tébar hace apenas unos días durante su primera intervención en la comisión de Educación y Cultura de Les Corts, en la que defendió la respuesta “ágil y estructurada” postdana, siendo la recuperación de lo dañado por la riada o, en términos generales, el patrimonio histórico valenciano el gran pilar de acción de la Conselleria en este último año.
Precisamente la gestión de la respuesta a la Dana puso sobre la mesa la distancia entre el gobierno autonómico y el central. A pesar de que la mayoría de competencias en materia de cultura son autonómicas, muchos de los proyectos y sectores culturales dependen de la buena relación entre la Conselleria y el Ministerio de Cultura del Gobierno de España. Entre el ministro Ernest Urtasun y Barrera la relación era nula, directamente. Rovira al menos se ha reunido con motivo de la Dana, pero sin un resultado alentador. La Conselleria propone un bono cultural para los pueblos afectados por la Dana; el Ministerio no contesta. El Ministerio propone comprar las naves de Ciudad Fallera para hacerlas públicas; Conselleria no contesta. En medio, la financiación de Les Arts, el patrimonio de Sagunto, las urgencias del Museu de Belles Arts. Nada ha avanzado.
El futuro tiene un nombre: Joaquín Sorolla
Con una Conselleria de Cultura encallada en el presente y sin desvelar, a mitad de legislatura, su plan de futuro, la ambición se juega a una carta: Joaquín Sorolla. Descartado el impulso de la subsede del IVAM, paralizada la colección de arte contemporáneo de la Generalitat y sin definir el plan para La Nau de Sagunt, es el acuerdo con la Hispanic Society of America para traer una buena parte de su colección a València prácticamente la única propuesta novedosa en el ámbito cultural, un proyecto liderado por el president de la Generalitat, que hace dos meses, tras su visita a Nueva York, anunció que ultima un acuerdo para que la “gran obra internacional de Sorolla venga a casa”, piezas que en un principio recalarán en el Palau de les Comunicacions, aunque desde Presidencia todavía no se ha desvelado ningún detalle más del mediático movimiento.