El próximo mes de febrero se celebrará la séptima edición de estos encuentros, que reúnen a quince personas que no se conocen entre sí, para elaborar pasta artesanal y alargar las sobremesas. Planazo.
En las familias italianas, la elaboración de pasta fresca es un ritual que trasciende ampliamente la experiencia gastronómica. Es un proceso laborioso y tranquilo que reúne en un espacio íntimo a abuelas, nietos, madres e hijos, ofreciendo una ocasión perfecta para compartir historias, charlar y traspasar conocimientos de unas generaciones a otras. Podríamos decir que es el equivalente a nuestra paella de los domingos; una especie de ceremonia pagana de hermandad en la que es tan importante el propio plato de arroz como todos los pasos que lo han precedido: ir al mercado a comprar los ingredientes, preparar el espacio, colocar la leña, preparar el aperitivo, poner la mesa, observar al cocinero mientras te bebes una cerveza (esa sería yo), etcétera.
En Valencia surgió hace unos meses un proyecto precioso que recupera ese espíritu de labor colectiva con fines lúdicos y de encuentro social. Se llama Pasta Party Club y tiene un objetivo muy sencillo: “juntar gente, hacer pasta fresca y pasarlo bien”.
Los impulsores de esta iniciativa no son profesionales de la cocina, sino tres jóvenes amigos procedentes del mundo del diseño y la creatividad que buscaban una excusa para seguir viéndose. Manolo, Teresa y Ainhoa se conocieron trabajando en la misma empresa. Cuando el destino separó sus caminos laborales, sus encuentros se fueron espaciando. “El ritmo del día a día hacía que cada vez fuese más complicado sacar tiempo para vernos. Así que una noche, tomando algo, empezamos a decir eso de “¡Oye, deberíamos montar algo juntos!” Lo típico que sueltas entre risas con una copa en la mano y que, normalmente, queda en nada. Pero claro, somos de ese tipo de personas que, si lo dicen, lo hacen. Así que, ¡a lo loco!”, explican. “Montamos Pasta Party Club porque compartimos la pasión por hacer pasta fresca y montar saraos y cosas divertidas. Y es que al final, todo lo que sea juntar a gente alrededor de una mesa nos parece un planazo: risas, conversaciones interesantes, sobremesas que se alargan. Por un lado, nos encantan todos los rituales relacionados con la cocina, y preparar pasta fresca es uno de ellos; pero es que además la pasta en general te permite montar un plato increíble con cuatro ingredientes, y es la excusa perfecta para reunir gente alrededor de una mesa”.
Hasta el momento se han celebrado seis ediciones en distintas localizaciones: una casa particular, un palacete en Xàtiva, la Signne Creative House, el espacio creativo La Mina (en el barrio del Carmen) y La Casa de l'Horta. Cada fiesta se centra en un tipo de pasta y elaboración tradicional diferente. Por el momento han preparado carbonara, puttanesca, ragú, pesto y pato con setas. El próximo reto -que tendrá lugar en febrero- es la pasta rellena.
Las primeras fiestas fueron en petit comité, solo para personas de su círculo de amistades, pero ahora mismo Pasta Party Club es un proyecto abierto. “Suele venir gente de todo tipo, aunque la verdad es que casualmente se apunta mucha gente relacionada con el mundo creativo -comentan-. El evento está pensado sobre todo para venir solo y conocer a gente nueva. Nos gusta la idea de salir de la zona de confort, hacer nuevas conexiones y pasar un buen rato. Obviamente, no podemos obligar a nadie a que venga solo, pero es lo que recomendamos. Si un grupo de amigos se apunta, preferimos que lo haga en eventos privados, pero por el momento nos estamos enfocando en los eventos tal y como los hemos hecho hasta ahora, con gente que no se conoce entre sí. Y la verdad es que suele ser muy guay ver cómo se crean nuevas amistades”.
“Lo primero de todo es encontrar un finde en el que los tres estemos libres. Una vez tenemos la fecha, empieza la planificación. Normalmente quedamos un día para diseñar el evento y decidir el menú. Lo hacemos pensando en ingredientes de temporada que siempre compramos en mercados y comercios locales, y en cómo podemos cocinarlos para que el menú sea increíble, tanto en sabor como en historia. Porque sí, nos gusta que los platos tengan su rollito, que cuenten algo más allá de lo que ves en la mesa. Ese día es muy divertido, porque es como un ejercicio creativo, pero con comida”.
El asunto más complicado es el de la localización del evento, concebido como un proyecto pop-up, sin sede fija. “Necesitamos un sitio con cocina para poder terminar los platos en el momento y, sobre todo, espacio para montar una buena mesa para quince comensales. El día previo al evento ya hemos cocinado la mayor parte de las preparaciones del menú, para que al día siguiente solo tengamos que hacer la pasta fresca in situ y darle el toque final a las elaboraciones”.
Una vez tienen todo listo, anuncian el evento en sus redes sociales. Los interesados pueden apuntarse a través de un formulario. Si te duermes en los laureles, no entras, porque las quince plazas disponibles desaparecen rápidamente.
El evento suele empezar a las 13 horas y se alarga hasta la tarde, porque de forma natural se suelen crear sinergias entre los asistentes. “Eso nos encanta, porque lo más divertido de esta experiencia. Además de comer cosas ricas, la idea es, insistimos, venir solo, conocer a gente súper interesante. Dejarse llevar”.
El menú cuesta 40 euros e incluye un vermut de bienvenida con aperitivo, un pintxo, dos entrantes, un plato principal de pasta fresca, postre, café o cremaet y mistela. Incluye también cerveza Turia, kombucha y vino.
En cuanto a quién hace qué, no existe una división estricta: “Todos hacemos un poco de todo, pero la verdad es que el día del evento cada uno sabe más o menos lo que tiene que hacer y cuándo -contesta Ainhoa-. Tere suele ser la que prepara la pasta fresca, Manolo se encarga de los entrantes y de emplatar, y yo soy la que organiza el espacio y monta la mesa para recibir a los invitados. Pero todo fluye de manera bastante natural y relajada”.
Los tres proceden del mundo creativo y de la publicidad, así que la estética tiene un papel muy importante en estos eventos. Desde el mantel hasta los centros florales -de Fulanito y Menganita-, todos los detalles se estudian con cuidado. Además, para hacer viable económicamente estas fiestas sin subir demasiado el ticket, cuentan con patrocinadores locales como el Almacén de Patraix, Cerveza Turia, Kombucha Makalú, bodega Ampelos o Foc Coffee.