HISTORIA ARROCERA

Prohibido el arroz

Folclorizamos el cultivo del arroz y creemos sentirlo como muy nuestro, le damos la simbología del vellocino de oro y por él nos sometemos a una lucha fratricida.  Pero… ¿se puede realmente querer algo de lo que no se conoce su pasado? 

13/09/2024 - 

Como tantos productos de la ingeniería y el comer, el arroz, emblema de lo valencià, nos llegó por los musulmanes. Allá por el siglo VIII, las tierras cercanas a l’Albufera de València se convirtieron en la cuna del cultivo arrocero en la península. Durante la Reconquista de València por Jaume I, este cultivo ocupaba ya superficies considerables. Enric Beltran en L’arròs explica su etimología: «Allà (en la península de Indostán) s’anomenava ‘ridh’, paraula filla del sànscrit, de la qual se’n deriven las veus en la major part dels idiomes europeus (…). Per als indis —de l’Índia— té una procedència gairebé divina, i la paraula arròs significa: «sustentador de la raça humana». 

Ni todo el monte es orégano, ni toda la Albufera arroz

«El aumento de la superficie arrocera provoca gran preocupación en las instituciones que gobiernan en Valencia o Madrid, o en aquellas que simplemente se interesan por el fomento de la agricultura. El cultivo del arroz es, sin duda, un asunto de tal envergadura y complicación que mantiene la atención de las autoridades durante todo el siglo XVIII», recogió Enric Mateu en una investigación para la editorial pública valenciana Alfons el Magnànim. 

Alrededor de 1730, en los años ilustrados en los que se configuró el perfil de la burguesía comercial, se inició la expansión arrocera que el naturalismo de Blasco Ibáñez retrató como un hecho conflictivo. En Cañas y barro, buen restaurante del Palmar, mejor novela publicada en 1902, leemos: «Despreciaba el lago para buscar la vida en los campos, y en septiembre, cuando recogían el arroz y los jornales se pagaban caros, abandonaba la barca, haciéndose segador (…) Esta tarea de trabajar en el barro, de martirizar los campos, correspondía a los forasteros, que vivían lejos de la Albufera. Los hijos del lago estaban libres de tal esclavitud. Por algo les había puesto Dios junto a aquella agua que era una bendición. En su fondo estaba la comida, y era un disparate, una vergüenza, trabajar todo el día con barro a la cintura, las piernas comidas de sanguijuelas y la espalda tostada por el sol, para coger unas espigas que, finalmente, no eran para ellos».   

Según los últimos datos de la web de la Denominación de Origen de Arroz de València, el cultivo del popular cereal ocupa 17.500 hectáreas de las 21.000 hectáreas que tiene la Albufera. «Constituye el 85 % de la superficie acogida por la Denominación de Origen Arroz de Valencia. La producción potencialmente amparable por la Denominación asciende, en un año de pluviometría normal, a 110.000 toneladas de arroz cáscara, que equivalen al 20 % de la producción nacional de arroz»

En marzo de este año, entre petardos y paellas callejeras, la asociación agraria La Unió denunció que en solo tres días diversas empresas arroceras españolas y valencianas importaron de países asiáticos alrededor de 36.000 toneladas de arroz, un tercio de la producción autóctona de la Comunidad Valenciana. Según recogió El debate, La Unió detectó que un carguero con 11.000 toneladas de arroz importado desde Myanmar (antigua Birmania) descargó en el Puerto de Valencia. La mercancía iba dirigida a una conocidísima marca de arroz que tiene el folclore valenciano por bandera. 

De acuerdo con el convenio colectivo estatal para las industrias de elaboración del arroz vigente desde el 2021 hasta diciembre de 2024, el salario en euros (diario, se entiende) del personal de producción del nivel más bajo es 29,55 € (habría que sumarle un incremento firmado a principios de este año).  En Myanmar, el salario mínimo —según datos de Expansión— es 62 € al mes. En 2021, el régimen militar ascendió por la fuerza al poder y el país entró en una notable crisis económica después de años de años casi democráticos. El pa dels altres no és bo, como decía Marcela Delpastre.

Mosquitos

El cultivo del arroz  fue prohibido muchas veces desde la reconquista de Jaume I.  En la Enciclopedia valenciana se explica que estas prohibiciones eran debido a la inadaptación de la población al cultivo y las consecuencias sanitarias ante la proliferación del paludismo, la malaria, conocida en el pasado como “fiebres terciarias”. Agua igual a mosquitos, mosquitos igual a transmisión de enfermedades.

«La comuna creença sobre l’arròs com a causa de diverses malalties, i l’expansió a terres de més enllà de la marjal, provocaren una extensa i rigorosa normativa», dice Beltran. De aquellos barros, estos lodos administrativos. Cuando el Conqueridor llegó a València, prohibió el cultivo por una mezcla de preocupación sanitaria, demográfica y de competencia. El veto al arroz fue debido al temor de que el monocultivo no permitiera el de otros vegetales necesarios para la alimentación de los nuevos pobladores, «que tenien dietes bastant diferents a les habituals dels aborígens de llavors». 1342, durante el reinado de Pere II, 1368 mediante un privilegio real, la prohibición del 1547… Qué difícil es desligar el carácter valenciano de lo blanco y lo prohibido (para una amena lectura de los venenos valencianos dentro de la cultura popular, recomiendo Arroz, horchata & cocaína de Juan Carlos Usó).

Durante el siglo XVIII los brotes de paludismo se sucedían en las comarcas arroceras. El primero del que se tiene noticias se dio en Xàtiva. «Se registran fiebres intermitentes durante la mayoría de estos años, aumentando su virulencia conforme se incrementa la superficie de arrozales y estos van acercándose a las  murallas de la ciudad», recoge Enric Mateu en Arroz y paludismo. El arroz era arma de doble filo: alimentó a la población valenciana del XVIII y aumentó la insalubridad en las comarcas arroceras. Los botánicos Franco y Cavanilles se enzarzaron en una polémica para defender o enterrar el cultivo del arroz. Tuvo que llegar el siglo XIX para que Intendencia, que trataba de arrebatar el control agrícola a la Audiencia y la Capitanía General, impusiera su política expansionista y permitiera el cultivo en todas las hectáreas de tierras que contaran con  permisos expedidos por cualquier autoridad. Laissez faire, laissez passer.