De vinos por el Ródano

Rodando (y bebiendo) voy

Hoy es viernes de deslizarnos montaña abajo para recorrer paisajes dignos de ser pintados. Rodando por el Ródano con un vino en cada mano, hermano.

6/05/2022 - 

Hablamos de caudal caudaloso que corretea tan hermoso. Estampa salpicada de viñedos de Vienne a Valence y de Montélimar a Arlés, pasando por Avignón, chimpón. De las tintas syrah, grenache, mourvèdre, cinsault y cariñena; o las blancas marsanne, roussanne, viognier, grenache blanc, clairette y muscat. Representando denominaciones que al abrir el telón se presentan como Côtes du Rhône, Côte Rôtie, Saint-Joseph, Cornas, Crozes-Hermitage o Châteauneuf-du-Pape, por nombrar las más conocidas, que son muchas más y cada cual con lo suyo. Las del norte, que nos dicen que menos y mejores, son profundidad y elegancia. Mirando al sur con gran cantidad para gustos y colores, y siempre con el sol iluminando con la justa calidez, ¡pardiéz! Que va siendo hora de empezar el camino de larga cata que se nos hace corta. Y ya se nota cuando abrimos el Anges Saint-Joseph 2018 (Domaine Louis Cheze). Syrah como muchas que vendrán. Matices rojinegros de pañuelo que echarnos a la cabeza para subir al descapotable que nos llevará vida arriba. A toda marcha y sin pereza, que éste promete ser viaje de intensidades. Bonita energía que trota entre árboles que dan lo esperado y más aún junto a un paté de campagne. 

Les Serines 2019 Saint-Joseph (Yves Cuilleron) es alfombra bermellona de ciertopelo. Lindeza con pinta de frescales y mucho fondo en el fondo. Que aunque tenga un fondo de chuches, es firmeza que tan solo pide que se la achuche. Excursión a buena marcha con risas en todo momento y recreándonos a paso lento con un magret de pato con crema de castañas de Ardèche.

El Domaine Courbis Saint-Joseph 2020 (Domaine Courbis) son curvas equilibradas y tan calibradas que encuentran su punto medio. Remedio para cualquier mal que, con un ramo de flores, hace nuestros sus amores. Alegría embotellada para descorchar en el jardín con sus aspersores amenazantes de agua, que no se bebe si tenemos delante unas lentejas de Puy con foie gras.


El Clos des Grives Crozes-Hermitage Rouge (Domaine Combier) es madurez comprometida en ser entendida como valiosa. Conversación hecha a fuego lento que nos mantiene absolutamente atentos a palabras y pensamientos. Mordisqueando unos arándanos y fumando un puro en condiciones. Y nos ponemos golosones ante tantas buenas sensaciones que nos llevan a continuar con un pichón de Bresse asado.

La Guiraude Crozes-Hermitage 2016 (Alain Graillot) viene a poner la guinda en un pastel de muchas capas y obrador refinado. Con nervio que no pone nervioso, porque es precioso. Como dar una vuelta a caballo, que es lo que toca ahora. Subir a sus lomos e ir del paso al trote, sin llegar al galope. Que queremos tomarlo con calma, complaciéndonos en su figura y al lado de un tablier de sapeur.

El Domaine de La Janasse Châteauneuf-du-Pape 2018 (Domaine de La Janasse) es mezcolanza de mucha garnacha, algo de syrah y unas pizcas de mourvèdre y divers. Manojo de rosas rojas y gordotas que no te pinchan, porque se despojan de toda espina para ser suavidad sedosa. Pellizquitos traviesos y jugosos con mucho de lúdico y cero pesar. Y a nuestro pesar se va terminando, no sin antes zamparnos un saucisson de Lyon à cuire. 


Blanqueando en invertido

Nos pasamos a los blancos en cata invertida a lo francés con el Condrieu De Poncins 2019 (François Villard), que nos gusta ir del revés. Y no hay traspiés con este viognier con personalidad de sobra para que nunca falte en la mesa. Saltarín balancín con sus floridos alocados y frescores más que sobrados para tomar una ensalada de queso Bleu du Vercors Sassenage y nueces de Grenoble.

Le Grand Blanc 2020 (Château Revelette) juega con un variadito varietal para perfumarnos sobre campo de suelo salpicado de colores brillantes. Volúmenes con giros revirados que se despliegan exuberantes. Y nos gusta lo bastante para que nos acompañe en este final de periplo en el que seguro nos entrará más hambre. La que calmaremos con una deliciosa tartiflette.

Continuación en carretera, con o sin manta, pero con el Mélodine Vacqueyras 2020 (Domaine Montvac). Conjunción de uvas que lo hacen cariñoso y melocotonero, pero con la seriedad subida en sus hombros en todo segundo. Timidez, austeridad o ambas dos, pero con sus aires de señor y hasta de tinto, que lo hacen parecer distinto. Con reflexión y un gâteau de foies de volaille. Nada mal.

Finalizamos esta historia con el Ongrie Saint-Péray 2019 (Alain Voge). Marsanne con un poquito de crianza que le da templanza. Horno de asar manzanas con bastante mantequilla. El fruto que nació y creció entre minerales de complejas estructuras. Abrazos con textura de magia pura, que hacen nuestras delicias acompañados de una quenelle de lucio. Momento de encender las luces y cambiar de película sin olvidar nunca la ya vivida. Así hasta la próxima, querida.