Senior nos habla de su próximo disco, un álbum de versiones sorprendentes donde pone la voz la ponen colaboradores amigos como Manu Ferrón (Grupo de Expertos Sol y Nieve), Lluís Gavaldà (Els Pets) y Artur Estrada (Nueva Vulcano)
VALÈNCIA. La anécdota tiene más de una década de antigüedad, pero Miquel Àngel Landete todavía la recuerda entre risas. Era la primera vez que se subía a un escenario junto a Senior i el Cor Brutal con la intención de cantar en su lengua materna, el valenciano. Lo hacían en calidad de teloneros de The Minus Five, banda liderada por Scott McCaughey (REM), ante un público esencialmente anglófilo. “Recuerdo que empecé a cantar y uno del público gritó “¿¿¡¡Te queda mucho!!??” Y yo contesté: “Tranquil, demana’t un cubata, que t’ ho pague”. Y seguí tocando”.
Mucho ha llovido desde esa época en la que la escena rock en valenciano estaba copada casi exclusivamente por bandas del entorno agropunk y ska. Senior contribuyó a derribar los prejuicios procedentes de uno y otro lado, allanando el camino a grupos posteriores como Gener o Arthur Caravan. “Durante los primeros cinco años con Senior, promotoras como Metrònom o Pro21 nos invitaron a algunos festivales, lo que tenía mucho mérito, porque por aquel entonces el rock en valenciano no se abría a otros géneros. Allí íbamos con nuestras barbas, melenas y camisas de cuadros, y siempre había alguno que decía: “On van aquests amb tanta guitarreta??”. Éramos un poco como extraterrestres para ellos”.
Ese aura de “excentricidad” se ha ido diluyendo progresivamente, como también en su día ocurrió en Cataluña. “Ellos la época del gueto la superaron hace tiempo. Cuando empecé a cantar en valenciano conocí a grupos que habían hecho el mismo camino que yo, pero mucho antes. Grupos que al principio cantaban en inglés y se pasaron al catalán, pero sin haber dejado de tocar música de raíces americanas. Me di cuenta de que su público escucha con la misma pasión a Lambchop o a Manel”, explica Landete en esta entrevista con Valencia Plaza, que se adelanta unas semanas a la salida de su próximo disco, que saldrá a la venta el 22 de mayo.
Valenciana Vol. 1 es básicamente un experimento que trata de llevar un paso más allá el género “valenciana”, acuñado hace diez años por Landete para referirse a aquella música rock-folk de raíces americanas pasada por el cedazo mediterráneo. El álbum reúne diez versiones de canciones firmadas por algunos de los artistas que mayor impronta han dejado en su ADN musical. Desde Tom Waits hasta Jesus and Mary Chain o Devendra Banhart. Lo hace, además, acompañado de una significativa colección de colaboradores y amigos, como Artur Estrada (Aina, Nueva Vulcano); Manu Ferrón (Grupo de Expertos Sol y Nieve); Lluís Gavaldà (Els Pets) o Carles Chiner (Gener). A falta de otro nombre para denominar a tan heterogéneo conjunto, el disco viene rubricado por Senior i el Cor Brutal amb la Síndroma Lomax. La ocurrencia tiene una razón de ser; Alan Lomax fue un musicólogo y folclorista que trabajó en la Librería del Congreso de Estados Unidos, y que en 1952 logró entrar en la España de la dictadura a pesar de su ideología comunista, para estudiar nuestro folclore. Según relata el periodista Rafa Cervera en la nota que acompaña el lanzamiento, Lomax “pasó una temporada en Valencia y, ahora que sus archivos están disponibles online, podemos leer un pie de foto que muestra al cantante Antonio Escrihuela, fotografiado en Tavernes de Valldigna “singing the valenciana”.
-¿Por qué un disco de versiones?
-"En realidad fue una sugerencia de mi editor, Vicente Martínez, de Songsforever. Estábamos comiendo un día y le dije que quería estar dos o tres años sin sacar un disco porque pensaba que la gente estaba un poco saturada. Venía de publicar dos LPs en 2013 y 2014, un EP con Enderrock en 2015, y de reeditar al año siguiente mis primeras maquetas. Vicente me sugirió sacar un disco de versiones, porque Senior i el Cor Brutal ya habíamos hecho muchas por encargo sobre canciones de Julio Bustamante, Al Tall, Els Pets… "
-Buscabas un descanso… y sin embargo te metiste de lleno en un proyecto especialmente complicado ¿Cómo surgió la idea de pedir colaboraciones a diez cantantes distintos?
-La idea era hacer diez versiones normales y corrientes, una por cada año de nuestra trayectoria. Pero llegué a la primera, que era “Martha” de Tom Waits, y resulta que yo no podía cantarla. No llegaba ni vocal ni anímicamente. Llevo toda la vida intentando tener una tesitura como la suya, pero no he conseguido ni acercarme. Una cosa es componer canciones y ajustarlas a mi modo de cantar, y otra escoger cancionazas en las que la voz tiene mucha importancia, y que no se queden como quiero. Así que pensé que David Carabén (Mishima) la cantaría muy bien. Le llamé y aceptó enseguida. Luego llegó la de Jesus and Mary Chain, que tiene una octava muy alta y otra muy baja, y yo no alcanzo a hacer las dos. Hablé con Jaume Plá (Mazoni), y también me dijo que la cantaría. Ahí es cuando le di la vuelta al concepto del disco para que reuniese a gente que lleva mucho tiempo haciendo música anglosajona en otra lengua. Quería demostrar que da igual qué canción, en qué idioma esté cantada o cómo instrumentada. Si es buena, funcionará. Así empezaron los catorce meses trabajando en el disquito que no quería hacer.
-¿Cómo se concibieron las sesiones de grabación?
-No podía pagarles, pero les ofrecía pasar 48 horas en Valencia con todos los gastos pagados. Paella, sesión de grabación y copas hasta las tantas. Vinieron todos menos algunos como Jaume Mazoni, Pau Vallvé y Jordi Lanuza, que grabaron las voces por su cuenta.
-El disco se subtitula “Valenciana. Volumen 1”. Entiendo que habrá segunda parte…
-No sé si lo volveré a hacer, porque ha sido un currazo. Es el disco que más me ha costado, y en el que menos he participado.
-¿De qué versión estás más satisfecho?
-Me gustan más las que hemos cambiado mucho. Como la de Cracker, en la que además canta María Arnal, que es una de mis cantantes preferidas. Creo que ha quedado genial, aunque el cantante de Cracker tiene muy mala leche y aún no me he atrevido a mandársela (ríe).
-¿Has encontrado trabas a la hora de conseguir los derechos de las canciones?
-Algunas de las canciones que aparecen en el disco son alternativas a otras para las que no me cedieron los derechos. Hablé directamente con algunos de artistas como Devendra Banhart, y con ellos sin problema. Pero cuando se han metido las editoriales por medio ha sido más farragoso. Me han dado permiso para hacer las versiones, pero quedándose ellos todos los derechos. Yo ni siquiera me puedo llevar el porcentaje (hasta el 16%) que suele darse a quien adapta la letra. Así que yo de este proyecto solo me voy a llevar el dinero de los conciertos. Podía haber hecho el disco hecho sin pedir permiso a los autores (en Cataluña nunca lo piden), pero yo quería hacerlo, porque luego quiero mandar el disco a todos los autores. Quiero que sepan que hay un idioma por ahí que sirve también para hacer rock.
-¿Qué fórmula se utilizará para trasladar el disco al directo?
-Hay dos opciones: tocarlo con invitados o sin ellos, dependiendo del caché que los promotores estén dispuestos a pagar. Por ejemplo, para el Vida Festival hemos confirmado al 80% de los colaboradores. Me gustaría al menos poder hacerlo así en Barcelona y Valencia también. Cuando no sea posible, las interpretaré yo, adaptándolas a mi forma de cantar.
-Imagino que el trabajo del productor Luis Martínez ha sido más complicado de lo habitual, al tener que dar unidad de sonido a canciones y voces de naturaleza tan diversa.
-Ha sido un disco muy difícil de hacer, porque hay muchos estilos y sonoridades, y aunque hemos trazado una línea estilística buscando cierta homogeneidad, es verdad que Luis ha tenido mucho trabajo. Además hemos experimentado con teclados y bases, que es el camino por donde irá nuestro próximo disco. Ha sido un disco muy caro también, porque presupuestamos 90 horas de estudio y hemos necesitado a 350. De hecho he tenido que pedir un préstamo a un amigo porque yo no tenía dinero para acabarlo. Me gasté todos mis ahorros y el dinero que no tenía. Pero no estoy preocupado, porque mi vida es así.
-¿Después de diez años, vivir de la música sigue siendo una quimera?
-La gente no lo sabe, pero en España vive muy poca gente de esto. Yo tengo la suerte de que soy profesor de informática y no dependo de la música. El tema está fatal, y la única forma de mejorar la situación es que los artistas nos sindiquemos. Hace falta luchar por una regulación fiscal y por el reconocimiento de la figura del músico. Que nos pregunten nuestra opinión antes de tomar decisiones que nos afecten. Y también para defendernos ¿Que el San San lleva un año sin pagarte? Pues piquetes en la puerta, y que se cancele.
-¿Contribuirá a mejorar en algo las condiciones de los músicos la bajada del IVA al 10% prometida por el PP para los espectáculos en directo?
-Cuando pase, que no se si ocurrirá, creo que serán los promotores y las salas los que sacarán tajada. El cambio tiene que ir más allá, tiene que ser educacional. Hasta que la música no se instaure como un valor cultural, como ocurre en Francia, seguiremos en esta situación. Tiene que haber un apoyo institucional que no existe, y me refiero por ejemplo a la regularización de los bares culturales o a que se puedan dar conciertos en la calle.
-Ya que sacas a colación la situación de los bares culturales ¿Cómo crees que se están haciendo las cosas en Valencia?
-Creo que se están dando los pasos correctos, aunque las cosas no se pueden hacer corriendo. Han habido ciertos desaguisados, pero les otorgo el beneficio de la duda.
-Hace diez años, el rock en valenciano ya tenía una importante base social, pero era institucionalmente ignorado, excepto en pequeños municipios afines. Ahora, si analizamos (por poner solo dos ejemplos) los carteles de los Conciertos de Viveros o el nuevo ciclo de pop rock en el Palau de la Música, es difícil encontrar una banda valenciana que cante en castellano o inglés ¿Hemos pasado del ninguneo a la discriminación positiva?
-Yo lo que noto es que al menos ahora no tenemos el no. Pero creo que hay dos cosas a considerar. La primera es la etiqueta “rock en valenciano”; si seguimos utilizándola, seguirá existiendo un gueto. Yo hablaría de música hecha en el País Valencià. La segunda es que sí, esa discriminación positiva existe. Y si juegas a lo mismo que jugaba el gobierno del PP, pero cambiando el idioma, el mal sigue ahí. Es cierto que antes no se apostaba por la música y ahora sí, pero solo por las bandas que cantan en valenciano, y que pertenecen a algunas promotoras concretas, como Metrónom y Pro21. Si no eres de esas, te vas a comer los mocos, igual que antes. Y lo digo yo, que he tocado contratado por ambas empresas. La realidad es que no hay tantas bandas buenas que canten en valenciano. Igual que no hay tantas bandas buenas valencianas canten en inglés y en castellano. Por eso hay que juntarlas a todas para crear una escena con un mínimo de garantías. Partiendo de esa base, creo que si te empeñas en contratar solo a bandas que cantan en valenciano, al final se te va a ver el plumero. Hay agencias de management y promotoras en esta ciudad que trabajan con artistas que cantan en otras lenguas y no tienen acceso a los eventos institucionales. El pastel está ya repartido. Y eso no puede ser.
-Senior i el Cor Brutal ha sido una de las bandas de cabecera de Compromís ¿No habéis temido en ningún momento que os pudiese repercutir negativamente esta asociación tan clara con un grupo político?
-No, para nada. Compromís es el partido que voto yo y el resto de los miembros del grupo, por eso nos parecía muy consecuente y honesto tocar en sus municipios y en sus actos electorales. Imagino que habrá gente a la que le parecerá mal, pero no me preocupa mucho. En general no pienso a quién le van a gustar mis actos y a quién no. Tengo la suerte de tener otro trabajo, y eso me da libertad para decir lo que quiera.
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