Los últimos años tejieron una red de nuevas aperturas que han cambiado el ritmo de la calle Historiador Diago, entre la calle Cuenca y Jesús. Algunos de sus proyectos insignes, salen a las puertas de sus negocios
VALÈNCIA. Los últimos años de la calle Historiador Diago de València puede que no requieran grandes crónicas, aunque la evolución en sus bajos explica la transformación de las ciudades. Una suerte de Ohio intraurbano bordado por historias microscópicas. Espacios de trabajo compartido, librerías con regusto a club o cafés que conforman la nueva conversación explican el rumbo estrenado de una vía discreta, y normalmente anónima, entre grandes orillas como la calle Cuenca o la calle Jesús.
Ahora, salen a la calle para contar cómo ha sucedido.
El personaje que le da nombre a la calle fue el cronista mayor de la Corona de Aragón, estudioso de San Vicent Ferrer y de los Condes de Barcelona. Su historia se sucede ahora, en cambio, entre portales consecutivos donde en lugar de épica hay cotidianidad. Si fuera el cronista contemporáneo de su propia calle daría cuenta de demarcaciones como las siguientes.
Four Coffe son dos: Juanjo, de Godelleta, dedicado a la agricultura y la hostelería, y Shari, de Berlín, mitad alemana y mitad persa, artista visual y a la vez barista. Decidieron abrir este emplazamiento dedicado a los desayunos y el café. Lo abrieron el 25 de febrero de 2020. “Montar tu primer negocio durante una pandemia global -comentan- ha sido un desafío mental. Debíamos mantenernos ágiles y seguir. No sabemos cómo, pero lo hicimos. Quizá ayuda que amamos lo que hacemos. No somos una empresa con un fondo de inversión detrás, solo dos personas que querían un sitio para unirse”.
Ese sitio encontró su ubicación en una calle “a simple vista tranquila, pero realmente si te fijas está llena de vida, con ambiente familiar y tiendas pequeñas. Lo que más nos gusta son las fachadas del tramo de calle Alzira a plaza Obispo Amigó, con los edificios llenos de color y que dan una vista preciosa”.
“La elección vino determinada por el local, ya que reunía todos los requisitos que necesitábamos, pero también por la calle y la zona donde está ubicada. Historiador Diago ha sido un gran descubrimiento para nosotros. Se trata de una calle muy bien situada, por un lado, junto a Grandes Vías y Plaza de España, por tanto, muy cerca del centro, y por otro lado, en el barrio de Abastos. La mayoría de nuestros clientes vienen a trabajar andando, en bicicleta o patinete”, se escucha al superar el zaguán de su cafetería.
“Nos sentimos en un barrio de los de siempre, con actividad, frescura y movimiento. Los vecinos de siempre han visto la transformación de este espacio en desuso, pero cargado de historia, ya que durante más de un siglo albergó una fábrica de hilos de oro y plata fina. Ahora se le ha dado una nueva vida al reconvertirlo en un espacio de coworking. Se convierte en un punto de encuentro, tanto de personas del entorno como profesionales internacionales”.
Estela Sanchis y Jaime Belda, responsables de Bangarang, localizaron en 2019 el local que los acoge. Les gustó por la luz espontánea que entraba por la claraboya, a pesar de que roedores y ratas ocupaban un espacio que había sido una frutería. Esa luz alineó los astros. Fue el detonante. Suelen explicar que sin haberse parado en esta ubicación es probable que no hubiesen abierto su negocio. “Cuando llegamos Historiador Diago seguía siendo secundaria porque estaba envuelta de grandes calles como Cuenca, Jesús… Pero lo mejor es que es muy vecindario. Hemos descubierto que la gente te arropa y te quiere mucho”.
“En este tiempo -explican- ha cambiado mucho: ha aparecido Cíclope, la academia de ilustración; han aparecido cafeterías y sitios de comer buenos; la academia de danza ha vuelto a abrir… Los que estaban y los que hemos llegado le hemos acabado de dar forma. Es una de las calles con más vida cultural de la ciudad”.
Si Historiador Diago levantara la cabeza…