La mayoría de los mercados municipales de Valencia agonizan, los puestos están cerrados, tienen ofertas de traspaso o con alguna suerte se convierten en bares fantasma.
Quien no recuerda de pequeñ@ acompañar a su madre al mercadillo alguna mañana- y encontrarse de repente una multitud de personas transitando entre los tenderetes y sumergirse en el oleaje frenético de los vendedores que pregonaban todos al mismo tiempo sus mercancías algunas de dudosa procedencia, como una algarabía que se convertían en plegarias lanzadas al universo para poder vender sus viandas y enseres. No faltaban las adivinas que te auguraban la buena suerte si comprabas la ramita de romero, las conversaciones animadas en las esquinas con vecinos del barrio. Generalmente estos mercadillos itinerantes eran la prolongación del mercado municipal.
Cuando por fin entrabas en el mercado el run run de la calle se atenuaba, con un ritmo particular, de alguna manera generaba una sensación de protección, circulabas sin la sensación de ser engullido por una multitud arrebatada, l@s vendedores en sus puestos reconocían a mi madre, se dirigían a ella por su nombre y se entablaban conversaciones mas intimas, preguntaban por la salud del abuelo y algún vecino se unía a la tertulia , era todo mas amable y con mucha mas empatía que en el mercadillo callejero, terapéutico diría yo.
Y en el mercado el ritual de las compras, la parada de las manzanas que venían de Ademuz, la vendedora sabia cuales eran las preferidas de mi madre, las calabazas de Alboraya, las habas en temporada de La Ribera, los tomates del Perelló, y les taronxes de Caracaixent.
Las paradas de fruta y verduras me embriagaban por sus colores y aromas y además siempre nos daban algo extra de regalo para la xiqueta, de la fruta nos íbamos al granero, habían dos dispensadores de granos muy grandes en la ciudad, el de Gullent de Castro y el de la calle de la Lonja, pero mi madre prefería hacer toda la compra en un solo lugar, así en el mercat cargábamos la malta del miguelete, el arroz, pasta, garbanzos, lentejas , judías blancas, guisantes secos, garrafones y altramuces que vendían a granel.