dentro del 'cabaret de los hombres perdidos'

Supremme de Luxe: "El teatro nos tiene que enfrentar a distintos tipos de realidades"

22/12/2024 - 

VALÈNCIA. Si te dieran un libro con tu historia, ¿leerías la última página? O sin ir tan lejos, ¿parte de tu vida y desenlace? Esta duda existencial y un tanto temeraria, es la que se plantea en El cabaret de los hombres perdidos, una obra de teatro musical que se estrena en La Rambleta el próximo 26 de diciembre. En esta se flexiona sobre el destino, la maldad, el amor y la lujuria de la mano de Leo Rivera como Destinola drag queen española Supremme de Luxe encarnando a Lullaby, Armando Pita en la piel del tatuador y Cayetano Fernández como Dicky. Para ello viajan a la París del 2006 rescatando la historia del Cabaret de los hombres perdidos, un musical de culto que se representó por primera vez en el Teatro du Rond-Point y que cuenta a día de hoy con seis premios Hugo. 

Una obra que ahora cuenta con su adaptación “a la española” -junto a La Querente, Clapso y Sai- y que se estrena en València convirtiendo La Rableta en un cabaret único llamado Destino Club al que llega un chaval que huye de la calle en busca de un “refugio”. Aunque al principio no lo intuye, su llegada a este espacio no es casual, y su persecución le lleva a una nueva forma de vivir, o de ver su propia vida. Esta historia es la que Supremme define como el cuento del destino en el que todas las lecturas son posibles y la percepción del espacio varía según a quién le preguntes.

“Hacemos una obra que transita por muchas sensaciones más que hechos, nos enfrenta a diferentes tipos de realidades y se presenta con una gran complejidad. Hablamos de la vida como si se pudiera leer por una bola de cristal y de cómo el futuro da muchas vueltas a todos nuestros planes”, explica la artista, quien argumenta que es el teatro el que nos tiene que enfrentar a “distintos tipos de realidades” sobre las tablas aventurándose por nuevos relatos y formatos. 

Mientras el espectador viaja en el tiempo, sin saber su destino fijo, se cruza con el tatuador, Lullaby, Destino y Dicky, quienes le guían por un viaje solo de ida en el que hay una incógnita que no se llega a resolver: la de la vida misma. “En la obra se plantean una serie de opciones y caminos que hacen que el espectador pueda ver el futuro del protagonista cada vez de una manera. Mientras aprovechamos para hacer que los personajes hablen de la fuerza de las relaciones humanas y el espacio que transitan”, apunta Supremme desde la piel de Lullaby, mientras destaca que cada visionado de la obra hace que el espectador conozca a los protagonistas de una manera nueva cada vez. 

A su lado es Destino, interpretado por Rivera, quien contempla en esta bola de cristal que es el teatro un viaje a una “realidad alternativa” en la que todo y nada es posible a la vez: “Es un viaje entre el cielo y el infierno, nos situamos en un sitio real que siempre representa otras cosas y que nos hace viajar a un lugar que existe solo en la imaginación. Jugamos entre lo onírico y la idea del refugio para hablar de los caminos de la vida”, apunta el actor, quien compara el estilo del musical a ficciones como la serie de mitología Kaos. 

Entre la vida, la noche, y escenas musicales únicas, Rivera explica que la obra es un reto muy exigente para los actores, que se tienen que someter a la realidad de una vida “muy dura e impredecible” en la que siempre hay mucha ansia por el futuro. El reto que plantean al espectador es que aprenda a valorar el presente y vivir el momento para ser feliz: “El mensaje que queremos transmitir es el de vivir el presente y valorar lo que tenemos, prestar atención a lo que nos rodea y tener esperanza en la vida sin pensar constantemente en el futuro”. Un reto que para el protagonista es todo un laberinto de emociones, ya que nada más llegar al cabaret de los hombres perdidos se le muestra cómo podría seguir y acabar su vida.

El toque musical de la obra, tal y como lo ve Supremme, es el que ayuda a dar una relectura compacta a esta historia en la que el futuro nunca está en claro: “Contamos una historia compleja con muchos saltos en el tiempo y la música funciona como esqueleto de la historia. Cada canción ayuda a que avance la historia y nos ayuda a compactar el relato de los protagonistas y a hacer bien nuestro trabajo”, destaca la artista, “es un reto maravilloso en el que tenemos que hacer un poco de todo: desde cantar hasta interpretar, pasando por el baile. Tenemos que aprender a ser maestros en todas las disciplinas para que funcione el espectáculo”. Y para convertir, de alguna manera, cualquier teatro en un cabaret único. Uno al que acuden los hombres perdidos en busca de su destino, o para huir del pasado que les persigue… eso sí, siempre con un toque de misterio y de “glamour” que se baila al son de la música de la noche. 

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