La despedida de un bar mítico del Madrid náutico.
En el suelo, zapatos náuticos, mocasines, merceditas, bailarinas y el mismo suelo de los años setenta —al menos, en apariencia—. “¿Si algo funciona, para qué cambiarlo?”, piensan muchos hosteleros de abolengo, como Alfredo y María, que hace cincuenta y tres años abrieron el bar y la cafetería Sylkar, en la madrileña zona de Ponzano, punto caliente del negocio hostelero con posibles para pagar el alquiler del barrio. Entre propuestas de gastronomía contemporánea —bastantes fruto del márketing— este negocio que nació originariamente para dar servicio a los trabajadores del entorno en horario de desayunos, almuerzos y comidas no solo ha resistido, también ha crecido hasta lograr el título de ser uno de los mejores pintxos de tortilla de la capital.
En el abarrotado comedor hay platos de cuchara —cocido madrileño, pochas, lentejas—, raciones que dan respuesta al nivel socioeconómico del barrio —guisantes lágrima de Kosta Aroa con cebolleta, jamón de bellota y yema de huevo, espárragos de Navarra de gran calibre—, white collars y la presidenta de la capital del reino, Isabel Díaz Ayuso.