Hoy es viernes de restorán del que somos muy fans. De esos que son de entrar y no salir, y de salir y querer volver a entrar. Por cocina, cariño y sus vinazos, por supuesto.
En El Puerto de Santa María, tía. Bajando la calle de los Moros y cruzando el umbral que te abre paso a la paz de un patio que es casa con Edu a los fogones. Acogedor recibimiento del color de la Tohqa que borda lo que toca. Incluido un servicio de sala y copa a cargo de Juan José Pérez, una de esas personas que hacen magia de una cena a base de aptitud y actitud. Proponiendo con alegría y la sintonía que sintoniza con cada cliente sin que siquiera sea consciente de que le ofrecen lo que quiere. Deseos que son realidad en esta velada tan anhelada como será recordada. Empezando con un negroni a base de vermut de manzanilla, oloroso de Gutiérrez Colosía y ginebra Rives. Equilibrio del que nos gusta para ir abriendo boca con la fantástica lechuga con caracoles.
Preludio de la felicidad que continúa con el Pálido Sierra Morena (Bodegas Gómez Nevado). Variedades arís, palomino y pedro ximénez. Cordobesas con la elaboración clásica de soleras y criaderas bajo velo de flor. Seriecito y con ese amargor final que no nos amarga un pelo. Con figura en estructura bonita y tan bien con las huevas de atún y las gambas con grasa de chuleta.
Pasamos al muy propio Tosca Cerrada 2021 (Mario Rovira). De la tierra y sin fortificar, pero con sus bichillos floridos. Lozanía de cítricos que fluyen con soltura sobre el piso que pisamos. Acidez que bailotea entre brisa traviesa que nos atraviesa con dirección al corazón. Tensión con todas las bondades posibles que se deja encandilar por el hinojo con suero de requesón.
Con el Dulas Blanco Sobre Lías 2021 (Lagar de la Salud) volvemos a la uva PX en modo formal y gustoso. Estampa de manzanos crujientes y jugosos. La anchura del campo abierto que nunca acaba y la textura de esas rocas tan frescales. Y se coloca en su sitio preciso para que le pongamos un par de pisos cuando llegan los ajos tiernos con puerros.
El UBE Miraflores 2021 (Bodegas Cota 45) es viejo conocido y casi de la familia. Paisaje de frutales que crecen sobre el salino al que el sol le da la vida. Varietal de palomino tal cual. El mar que nos mira desde el horizonte para decirnos que esto no se acaba. Como infinitos son los océanos y esas cañaíllas con majao de sus interiores que son vida viva.
El Socaire 2018 (Bodegas Primitivo Collantes) es afectuoso, acogedor y hasta amistad. Levaduras que suflan en gurbuja que no se pincha. Porque vale lo que es y lo que dicen cuanto menos. Y es más con su punzante, con tanto tiempo por delante. Y que lo veamos por muchos años junto al pellejo de atún con alcaparras.
Con el Forlong Amigo Imaginario 2019 (Bodega Forlong) seguimos entre colegas a los que se quiere muy. Porque tienen un fondo de gusto que es imagen de albariza y pulcritud. Trabajo con corazón y tanta amplitud de miras que lo miras y te encandila. Untuoso sin pedir permiso ni dárselas de nada, monada. Porque es lindo sin más historias que la de acompañar a la ortiguilla que es maravilla.
Continuamos sin cortarnos ni un pelo, que viene el Cortado La Barajuela 2017 (Bodegas Luis Pérez). Palo de El Corregidor que es elegancia y belleza. Complejidad con todo el derecho a poner firme a más de uno. Sapidez y sapiencia hecha a golpe de paciencia. Un montón de estudiar que nos hace casi llorar con la oreja de atún con salsa brava.
Con el Clos des Fous Subsollum Pinot Noir 2015 (Clos del Fous) nos pegamos viajazo veloz hasta el Valle de Aconcagua. Al paraíso en vaivén sobre canoa por un río que es el medio adecuado. Reír con calidez y regocijo. Con el terciopelo puesto cuando cae la noche y salimos a echar unos bailes con los licores de fondo, un cigarro entre los dedos y el momento carnívoro.
Pasamos al mundo dulce con el Pandorga Esencia de Pedro Ximenez 2019 (Bodegas Cota 45). Recuerdos de juventud en divertido recorrido por el pago de Carrascal. Vendimia tardía y asoleo con resultado tan delicioso que es que ni me lo creo. Caramelitos de acéticos locos que despiertan mil sentidos e inmejorable cuando nos traen la remolacha con salsa de caza.
El Cream Piñero (Bodegas Juan Piñero) es fiel compañero que jamás defrauda. Fidelidad amorosa, pero dejando que corra el aire suficiente para no resultar pesado. Presente y pasado que pasa ante una cafetera a pleno rendimiento. Eternidad sin visos de tener fin que se prolonga con fuerza distinguida junto al postre de garbanzos con hinojo y el de cebolla caramelizada.
Se acerca el final, que el menú ha terminado, pero nos resistimos aferrados a la penúltima que es de Amontillado La Casilla (Callejuela). Minutos de meditación y recorrer con la mente la suerte que nos toca. Concentración en forma de achuche que esperamos seguir repitiendo. Un brindis por los que engrandecen lo sencillo dándole todo su brillo. Y brillan las estrellas cuando nos vamos a dormir entre sueños de los rebuenos.