Mancheguismo vinoso

Un beber Maralvilloso

Hoy es día de hacer chas y aparecer a tu lado. En trucutrú, que quién sabe a dónde irá, para caer de pie en lugar de disfrutar de lo lindo. En Almansa y con ricos vinos, blancos y tintos.

20/05/2022 - 

Hablamos de Maralba, claro, porque volvemos al reconocimiento de esos restaurantes donde el sumiller marca diferencias. De nombre Cristina Díaz, que como bien nos recuerdan a veces, son necesarios para guardar en la memoria. Y escrito con mayúsculas, porque es profesional de las grandes. Sugiriendo lo bonito, adecuado y deseado. Cuidando cada detalle de la sala y haciendo coreografía de bailarina que gira entre copas y platos. Pisando el suelo con firmeza sobre esa tierra a la que en este lugar de La Mancha hace los honores como debe ser. Manteniendo tradiciones, pero mirando hacia el futuro. Sin artificios y con la verdad como estandarte. Y tiramos palante brindando por muchos así con la Manzanilla Velo Flor (Bodegas Alonso). Aperitivix de potencia salina y saltarina. Seriedad profunda que nos habla de albarizas gaditanas. Esas a las que siempre querremos volver donde quiera que estemos. Fortaleza con la chispa necesaria para dar alegrías mucho tiempo. Porque es longitud y precisión. La ideal definición para comenzar con el Almuerzo manchego con sardina salada.

Con el Orígenes 2018 (Dehesa de la Luna) volvemos al Mediterráneo en un suspiro. Y suspiramos entre matas de bayas negruzas que van cayendo en nuestras redes. Presencia y hechuras de ofrecer deliciosos matices con toda la generosidad del mundo. Y nos parece mundial para beber con soltura con el maravilloso Ajopringue con pan feo.

El Mélangé Bajo Velo Saca de Invierno de 2020 (Bodegas Recuero) nos enamora otra vez, porque aunque sea viejo conocido no evita hacernos perder el sentido. Con su equilibrio entre acideces y glicéricos. Su claro punzante que se clava como alfilerillo en el alma. Y ese aroma a variadito de picoteo con sus cacagüeses, sus kikos y algunos triskys. Y lo tomamos con desparpajo con las Habitas con caldo de perdiz escabechada y su embutido de perdiz en escabeche.

La Rosa 2021 (Can Sumoi) viene con dádiva incluida en forma de pétalos que ofrecen tanto color como acarician. Clarete, que no rosado, cuidado, límpido y frescales que, aun con su desenfado, no tiene nada de malo. Porque sabe lo que se trae entre manos, que se trata de agradar sin complicarnos la vida. Y sumando en interesante, como lo demuestra cuando llega  el Sepionet con flan de cebolla tierna y consomé de sepia. 

Con el Ás de Mirabrás 2020 (Barbadillo) volvemos a nuestro Sanlúcar querido, su catedral de rebotica y esos bares a los que ir a dar mucha guerra e incluso armarla. Tiza feliz que fluye entre navazos mirando a Doñana. Sitios donde todo es crecimiento y sentimiento que prospera. Porque los límites se rompen con las ganas bien puestas y haciendo apuestas. Tan arriesgadas como ganadoras con la Gamba blanca de la Vila con esencia de sus cabezas.

El AurumRed White 2016 (AurumRed) llega para darnos una vuelta de 360 grados, pero no de temperatura, que tampoco nos da calentura. Curiosidad en forma de sauvignon blanc de perfumes amielados y secores al pasar por una boca que se desboca en carrera de fondo. Para llegar muy lejos y triunfar con medalla de oro y en lo alto del cajón como le place, con un poquito de lujo en forma de Piñonada con caviar Tibet.


El Sorrasca Petit Verdot 2016 (Rodríguez de Vera) es fruta gordota y reluciente que no se achanta ante el imponente paisaje que la rodea. Hierbas de las de cocina a la brasa que prende aficiones. Potencia respetuosa que se alimenta del entorno rural y lo mantiene tal cual. Sin pesadeces ni aburrimientos, que lo que busca es tenernos contentos con las Virutas de pichón asado madurado en cereales con ravioli de morteruelo de sus hígados.

Con el Sitta Maceración 2021 (Attis) viajamos a Galicia, que tampoco es tontería ninguna. Por textura y las intensidades de océanos inmensos. Con aires de señorón de los de darnos montones de emoción. Tensión de la agradable con curvas y pisándole sin freno. Purito desenfreno que no queremos que pare cuando nos tomamos las Alcachofas con bearnesa de hierbas frescas, mantequilla de anchoas y leche de oveja.

Nos subimos a barco y su brisa de la que remueve los pelos con el Sopla Levante Blanco 2020 (Rodríguez de Vera). Aire jovial de moscatel muy seco. Voluptuoso lo justo y correspondiente para ir a por la copa siguiente. Que comenzamos con los platos fuertes con su derecho a ser imponentes. Y con esa importancia acompaña al Pescado de playa, emulsión de mantequilla tostada, alcaparras y codium.

Soñamos con ser buenitos paseando por el Camino el Ángel 2019 (Bodegas Ampelos). Otro díscolo de uvas foráneas como la cabernet sauvignon y la merlot que, sin embargo, no suenan a extrañas. Porque la madurez que lo contempla es la requerida para este momento preciso. Contundencia con medida que, sin llegar a compotosa, sí es lujuriosa. Y nos da revolcón de los buenos con el Cordero con cebolla asada y morcilla de cordero.

Nos despedimos con el Atalaque Moscatel 2018 (Rodríguez de Vera). Dulce sin empalagues, amable y con contrapuntos que le ponen puntos suspensivos al supuesto final. Distracción con chispa y fotogramas que serán recuerdos, algunos cuerdos y los más no tanto. Y con su encanto es el cierre perfecto con el postre de Cítricos con helado de enebro, eneldo, brioche y yogur.

Así nos despedimos, con tren de vuelta a algún pueblo o ciudad, que no importa cuál si es con vosotros, hermosos.