En la playa de Els Pujols encontramos un animado chiringuito por ubicación pero restaurante por vocación que puede convertirse en una de las mejores mesas de Formentera. Porque nos gusta comer bien, pero con vistas al mar y los pies en la arena.
Sentirse isleño es muy fácil en Formentera. Pero seamos sinceros: acertar, gastronómicamente hablando, cuando nos escapamos a esta isla balear tan despreocupadamente salvaje y payesa, no lo es tanto. Macarena Escrivà ya nos dio varias claves en este artículo, pero vamos a profundizar en una de sus propuestas: Fandango, un chiringuito con carácter festivo, donde la cocina está abierta casi todo el día y la música suena a todas horas. Aquí se come muy bien, aunque no esperes precios peninsulares, porque esto es Formentera.
Detrás de Fandango están Richi Arambarri e Isabel García Castellanos, CEO y Directora de Marketing de la Compañía de vinos Vintae, Francisco Larrey, fundador de la agencia de marketing y eventos Talentum, y Nacho Díaz, arquitecto y socio de Destudio Arquitectura. Lo que nació como una aventura que comenzó con un “y si…” en la isla en la que veranean, se ha convertido en un fúlgido proyecto gastronómico para el que, desde el inicio, contaron con el castellonense Luis Arrufat como chef ejecutivo (también lo es de Wine Fandango, en Logroño) y Vicente Monfort, nacido en Burriana, como jefe de cocina. Él, que se incorporó en el verano de 2022, es quien está en el día a día, tras los fogones.
¿Por qué “Fandango”? “Además de ser un palo del flamenco, el fandango es un baile popular típico de las Islas Baleares y de distintos países de América Latina: pasos, movimientos y ritmos diferentes, nacidos del carácter de cada lugar”. Como Formentera y su cruce de culturas, que bebe de aquí y de allá, de los payeses locales y de los foráneos, de los residentes permanentes y de los viajeros que vienen para un rato que siempre se acaba alargando.
En esta pretendida amalgama, Fandango tiene mucho de la isla en la que se encuentra. Sobre todo el producto: gamba, cigala, langosta o pollo payés son buenos ejemplos de ello. “No es fácil conseguir que casi todo sea de Formentera, porque no hay mucho y todo el mundo lo quiere”, explica Vicente Monfort a Guía Hedonista. Pero este concepto a pie de playa también refleja el origen de los dos castellonenses que están detrás del mismo: los arroces al estilo de Valencia y Castellón, finos y minimalistas, forman parte de su propuesta gastronómica. “Las paellas en Formentera llevan mucho marisco, pero aquí intentamos marcar la diferencia”. El arroz es valenciano, de Sivaris, y con él elaboran, por ejemplo, uno rojo de carabineros, otro de chuletón o uno de langosta, el producto estrella de la isla pitiusa. Nosotras probamos el de presa ibérica, bimi, coliflor, kale y zanahorias baby, en el que cada bocado tiene un sabor diferente: a campo, a huerta… y a brasa, otra de las grandes protagonistas de Fandango. Luis Arrufat, que lleva varios años en el País Vasco, se propuso exportar la fascinante manera de hacer los pescados a la parrilla de lugares como Guetaria. Por eso en su carta también encontrarás rotja, gallo San Pedro o pargo. En clave vegetal, como en Formentera hay pocos agricultores, compran sobre todo en Ibiza. De la despensa de la Comunidad Valenciana, además del arroz, también traen manjares de la terreta como el tomate valenciano del Perelló o el aceite de oliva.
Todo ese repertorio gastronómico tiene lugar en un espacio que se despliega ante nosotros como el abanico de un fandango. El diseño del local es obra de Destudio, asesorado por el interiorista Lázaro Rosa-Violán. ¿Su inspiración? Formentera y sus infinitos azules, verdes y tonos tierra, que se conjugan con maderas de sabina, olivo o almendro, así como materiales naturales como yute, mimbre, bambú, barro o lino, piedra y artesanía local.
En este cálido escenario también suceden eventos a cuatro manos para crear una atmósfera muy gastronómica que explora el inherente vínculo que tiene Fandango con La Rioja, en los que han invitado a cocineros amigos como Ignacio Echapresto de Venta Moncalvillo (Daroca de Rioja) o Miguel Caño de Nublo (Haro).
Si ya estás pensando cuándo ir, no tardes, porque Fandango Formentera abre sólo cinco meses al año… y se pasan volando. Quizá el secreto de esta bellísima isla sea que su magnetismo es estacional y se condensa en el tiempo pero, a la vez, parece eterno.