VALÈNCIA. Una mujer hace ejercicios de pilates, otro esquía. Un puñado de gente espera sentada en los asientos de la Seguridad Social, y en una reunión familiar, varias personas se sientan en corro. Bienvenidos y bienvenidas a los mundos de Víctor Visa. Son únicos, y en cuanto entras, es difícil salir. Las paredes de Lanevera Gallery las estrenan sus ilustraciones, una colección de escenas cotidianas, que puestas en conversación, acaban siendo mundos excéntricos, casi surrealistas.
Lugares comunes es el título de la muestra, un concepto que desarrolla el propio Visa en conversación con este diario: "es un lugar metafórico donde coinciden todas las personas, a los que nos aboca la naturaleza humana con sus instintos más primarios, sin distinción de clases sociales, ni raza", explica. Sus ilustraciones reflejan escenas que, con una vista general pueden son únicamente estridentes, pero que en realidad se configuran como una suma de realidades, entiendo el espacio público como un lugar en el que coinciden diferentes vidas.
- ¿Es una manera en ensalzar esta cotidianidad o de criticar aquellas cosas que no te gustan de este mundo?
- A mí me interesa defender la cotidianidad, el paso y el poso del tiempo, incluso, la tradición; pero al mismo tiempo, todos son críticas. Estos lugares comunes muestran, a la vez, lo que me disgusta.
Y aunque le cuesta ser concreto, el artista explica que lo que más le preocupa son aquellos lugares a las que la gente llega por inercia, de manera mecánica. Y que aunque cada escena habla de una filia o una fobia, como el consumismo, la fiebre vintage, o diferentes violencias, todas están unidas por el sentimiento colectivo que acaba dándoles ese toque cómico. El trazo de Víctor Visa recuerda a la obra de Ana Penyas, a los dos les unen retratos humanos, sencillos, reconocibles.
Una de las cosas que los separan es la manera en la que el humor baña toda el lienzo en la obra de Visa. "Mi vía de llegada al surrealismo realmente es a través de la escritura automática. Cuando se ve una silla, que es un elemento que se repite mucho, para mí significa una reivindicación de la pausa. Yo estoy acostumbrado desde pequeño a ir haciendo dibujos e ir llenando huecos como si el lienzo fuera un mural a completar", explica él. Sus cuadros siempre son multitudes de personas conviviendo, que individualmente tienen mucho que contar y en general, no tanto. No hay conversaciones entre los grupos, algo que entra también dentro de su reflexión: los lugares comunes que habitamos y ocupamos pero no aprovechamos para ponernos en común.