VALÈNCIA. En los 90, Algeria se convirtió en esa especie de infierno en el que se convierten los lugares cuando empieza una guerra. En 1991 se celebraron las primeras elecciones multipartidistas en el país, pero cuando ganó el Frente Islámico de Salvación en la primera vuelta, se decretó el estado de emergencia para que gobernaran. La Guerra Civil, conocida como "La Década Negra" se llevó por delante más de 150.000 víctimas en el enfrentamiento entre el gobierno y los islamistas radicales. Hubo ejecuciones, torturas, censura y persecución. Pero como suele pasar en estos casos, siempre quedó el lápiz para hacer frente a la barbarie.
En la muestra que el IVAM inaugura la próxima semana dedicada a la artista algeriana Zineb Sedira, una de las instalaciones se centra en el movimiento del cómic nacional desde que se celebra el primer Festival de Cómic de Argelia en Bordj (1986) hasta que el presidente Abdelaziz Buteflika firma la Carta por la Paz y la Reconciliación Nacional en 2005.
Bajo el nombre de Laughter in the hell, la galería 7 explora todo este movimiento, que lleva a decir a la historiadora Elizabeth Perego que "el humor es el deporte nacional". Las viñetas son descaradas y valientes, y se enfrentan directamente a la censura y al terrorismo. Sedira contrapone este refugio de humor negro y ácido a los tiempos de la crueldad y el horror desde su archivo personal de publicaciones. La ficción, la promesa de saber que la risa es incontrolable por un gobierno o un grupo terrorista, vuelve a ser la mejor manera de explicar la Historia contemporánea.
Las viñetas que se podrán ver a partir de esta semana recuerdan a un caso mucho más cercano: la revista satírica Charlie Hebdo, que sufrió un ataque terrorista con doce víctimas el 7 de enero de 2015 por parte de islamistas radicales. Mientras en Europa se instala el mantra "de Mahoma no te puedes reir", en Algeria, hace treinta años, publicaciones como Slim, Ali Dilem, Gyps, Hic o Maz plantaban cara a la desesperanza de una alternativa con viñetas como esta:
"Un elemento positivo que se dio durante La Década Negra fue la aceptable libertad de expresión que había en la prensa privada e independiente. Esto se ve reflejado en la intensa producción de caricaturas políticas para criticar tanto al Gobierno como a los grupos islamistas armados", explica la artista Zineb Sedira, en una conversación con el director del IVAM, José Miguel Cortés. Y añade: "De todas formas, esto sucedió a cambio de pagar un alto precio: cientos de periodistas e incluso más intelectuales y artistas se convirtieron en el objetivo de los grupos islamistas y fueron asesinados".
Cuentan las crónicas internacionales recientes que las viñetas han sido -otra vez- un revulsivo en las protestas civiles que provocaron, hace unos meses, la renuncia del presidente Abdelaziz Buteflika tras cuatro mandatos y varias polémicas por supuesto fraude electoral. Según recoge un artículo del diario Le Monde, el humor se ha actualizado con las redes sociales, incluyendo referencias globalmente populares para remitirse a un público internacional pero sin perder un ápice de acidez. "Estimados Estados Unidos y la Unión Europea, gracias por preocuparos, pero es una historia familiar, así que manteneos al margen, no es asunto vuestro", decía uno de los lemas de la campaña.
El colonialismo sembró una manera de entender el poder desde la distancia y sin misericordia. Cuando la desproporción y la falta de recursos no hace posible una respuesta entre iguales, la risa y la humillación suele ser el arma más poderosa. Una lección que bien se podría aprender en países del primer mundo como España, donde la política mediática y la Justicia, la turba de las redes sociales y los medios de comunicación más populares acotan la burla con la excusa de lo políticamente correcto.