Hoy es viernes de disfrute sin complicaciones, pero llenito de emociones. Porque traemos una lista de grandes éxitos para alegrarnos el paso al otoño bailando al son de vinos ricos
Los que queremos en el día a día. Esos de beber fácil sin que les falte ni sobre nada. Con seriedad, oficio, sabiduría, pasión y presente el corazón, corazón. Etiquetas que valen infinito más de lo que cuestan, que respetan tradiciones sin olvidar que siempre, siempre hay que mirar al futuro. Y que pisan con mimo el presente en suelos bonitos que cuidan con cuidado, porque ahí le has dado y te has quedado. En la viña y su terruño para hacer impensable el reguño, viajando en botellas de puro disfrute en cada casa, cada bar y restaurante llenando las copas de sonrisas y alegría.
Y nos dejamos ya de peroratas para empezar a darle a la frasca, Carrasca, que empieza la fiesta más festiva y que la música no pare. Porque empieza a sonar ‘Let’s Dance’ y nos servimos la primera, una de Manzanilla Origen (Callejuela). Mayetismo que con sencillez y saber hacer, llena la copa de mucha tiza, amargor bonito y su velo rico. Generoso de chateo por Sanlúcar y barrio alto, con cantos y galletitas saladas con forma de pez.
Seguimos por el sur y que ‘Viva la Vida’ con el Socaire 2017 (Primitivo Collantes). Suelos blancos que crecen con el tiempo ganando en peso y exuberancia. Cítricos gorditos y amorosos que inundan los sentidos más que nunca. Dice de todo, todo en su sitio, y en el lugar adecuado: mirando al mar y con unas olivitas.
Surcamos ‘Rivers of Babylon’ en fresca travesía con Las Parcelas Blanco 2018 (Bodega Badiola). Frutales jugosos y ascendentes que acarician con elegancia. Finura contenida que contiene continentes de matices. La seguridad que acerca perfecciones y ni un pero en su haber, así que no queda más que beberlo con gozo y un montón de altramuces.
El As de Mirabrás 2019 (Barbadillo) nos dice que ‘Yes Sir, I Can Boogie’, porque mezcla con sapiencia uvas de los pagos de Miraflores, Macharnudo, Campix, Añina y Santa Lucía. Y el resultado es albariza pura, el mosto hecho luz que refleja su tierra descarado mientras hace disfrutar con unas almendritas.
Seguimos moviendo las caderas con el Pardas Rupestris 2018 (Celler Pardas), una ‘Dancing Queen’ de malvasía de Sitges y xarel·lo. Acidez pedregosa y con mucho de fermosa que camina rapidito y muy directa para hacer diana en el mismo centro. Porque tiene hierbas chicatas y nos sacan a la pista a quemar las calorías ganadas a base de triskys.
Pasamos al universo rosa ‘Cuando Zarpa el Amor’ con el Mélangé Clairet 2018 (Bodegas Recuero). Saca de marzo 2019 que combina con cabesita variedades de dos suelos y dos lugares: la Sierra de Gata y Guzquía. Fruta alegre y refrescosa con su aquel de minerales y algunos albaricoques chiquitillos. Apariencia fiestera que esconde mucha seriedad y un puñado de entretenidas pipas.
Nos sentimos muy vivos con ‘Staying Alive’ y el Sentada Sobre la Bestia 2017 (Fil.loxera & Cia.). Otro remix de los buenos a base de monastrell, tempranillo, garnacha tintorera, graciano y malvasía repleto de fresas, frambuesas y otras rojeces de intensidades desbordantes. Masticable del de no cansarse y tanino con gusto para picotear unos gusanitos anaranjados.
El Ziríes 2014 (Bodegas Ziríes) aparece con el ‘YMCA’ de fondo. Garnacha de los montes de Toledo que corretea entre frondosas zarzas y sus oscuras bayas. Alfombra de terciopelo para entrar en ambiente señorón jaspeado de especias y mentolados pequeños. Entusiasmo de dar felicidad que nos acompaña con unos cacahueses con su cáscara.
El Quinta Milú 2018 (Quinta Milú) es tempranillo de la Ribera del Duero que se expresa con pasión al son de ‘Billie Jean’. Sabroso entre pimientas y regaliz, se mueve y remueve con agilidad. Porque tiene hondura sin fondo a la vista y resulta estupendo para todos los días, públicos, y ahora con unos hojaldritos de queso.
Con La Viña de Ramón 2016 (Bodega Finca Fuentegalana) y ‘I Want To Break Free’ nos sentimos en campo y libertad. Porque es garnacha abulense en su punto y punto. Entre el pueblo y la viña, a medio camino de la fuerza con carácter y la finura que convence. Y nos lleva a la plaza a acabarlo sin sentir y seguir festejando con esas patatas fritas tan ricas.
Llega el Tinto Velasco 2019 (Garage Wine) y nos desmelenamos con ‘You're The One That I Want’, mientras un estallido de fruta descarada hace presencia. Fragancias resultonas que avanzan con soltura y se te agarran un poquito a la cintura. Pero fenomenal, eh, tanto que nos lo tomamos sin gaseosa y con unos chetos gustosines.
Y la cosa, como no podía ser de otra manera, se termina con ‘Paquito El Chocolatero’ y un INAT 2018 (SotoManrique). Pet nat rosado y amigui de nariz impecablemente linda y burbuja finita y revoltosa. Piel de cebolla a la moda para dar color a un equilibrio magistral. Redondo y delicado nos da un amarguito de fondo que combina de maravilla con esos guisantes con wasabi. Así nos despedimos como siempre, deseando volver y sin que falta el buen beber.