VALENCIA. El décimo aniversario del inicio de las emisiones de Canal 9 parecía una ocasión idónea para que alguno de sus periodistas decidieran recopilar esa primera década de bagaje en el servicio público. Con el apoyo del editor Eliseu Climent, 3 i 4 Edicions publicó en el año 2000 La televisió (im)possible, un libro documental, repleto de anécdotas y que podría servir como respuesta frente a cualquiera que asegure que hasta el cierre de RTVV no existió una posición crítica frente al maniqueísmo que se sucedía en este servicio público suspendido.
Los periodistas Juli Esteve, Joan Antoni Blay, Josep Manuel Alcañiz, Juli Esteve, Julià Àlvaro y Josep López publicaron el voluminoso libro coral con “la visión de unos cuantos periodistas que, desde diferentes grados de responsabilidad en ‘la casa’, conocen desde los inicios toda la particular historia de esta década”. La primera década de RTVV que, según los autores es “una historia de amor a un proyecto que el tiempo y los hombres han desvirtuado y malgastado".
En el libro López hace un repaso cronológico de su experiencia más intensa como trabajador de Canal 9: desde que en 1989 abre la corresponsalía en Bruselas hasta la entrada de Jesús Sánchez Carrascosa como director de RTVV, sinónimo de su final. Es este último caso solo un ejemplo de como López reparte opiniones -loas y agravios- a quienes rodearon su experiencia durante aquellos años iniciales. De Carrascosa dice que es "un tipo inepto hasta el esperpento " y que de no haberse casado "nunca hubiera llegado a la dirección de TVV". Casado, por cierto, "con la directora del diario decano", Las Provincias. A María Consuelo Reyna, la coprotagonista del apunte, la califica de "defenestrada Dama de Filferro del neoperiodismo valenciano".
La historia se conecta precisamente a través de ella, como en una elipsis, después de que Eliseo Lizarán le convenza para dar el salto a la televisión tras una década como corresponsal en Bruselas para el Grupo Diario 16 y Las Provincias. Para cobrar, asegura, "menos salario" pero hacer "el mismo trabajo que hacía, pero en mi lengua". Él esperaba que la entonces subdirectora no encajara bien su marcha, pero "ignoraba la amistad, camaradería y muy probablemente comunión de intereses diversos existentes entre Reyna y e director general de RTVV, Amadeu Fabregat".
Dado el salto, es especialmente interesante cómo López enfoca la corresponsalía de Bruselas "como una pequeña empresa". Le preocupan sus cuantiosos gastos: "un día de trabajo en Bélgica (8 horas de alquiler de equipo, montaje y hacer llegar la crónica al estudio de Burjassot) ya estamos hablando de un mínimo de 300.000 pesetas". Y añade que cuando se trasladaban a otras instancias europeas en ciudades como Luxemburgo o Estrasburgo, la cifra pasaba a ser "muy preocupante"; "si la estancia se alargaba, ya empezábamos a hablar de cifras de seis ceros". Es oportuna esta idea de gestión porque es en este ámbito donde López desarrolla cierta operativa de control que pasa desde el piso alquilado junto a los corresponsales de TV3, ETB y Canal Sur, hasta un dietario a modo de propuesta para que la corresponsalía de Bruselas tenga un equipo fijo: "nunca lo lograría conseguir". Esta join venture junto con su participación como promotor y vicepresidente del Consejo de Administración de InfoTV, en el año 2005, son sus dos principales incursiones en el mundo de la empresa.
Pero el libro -especialmente rico en anécdotas periodísticas, recomendable para profesionales de la televisión o compañeros de oficio durante los años 90-, atraviesa ciertos detalles que dan una profundidad relevante a la necesidad del servicio público de televisión en valenciano. Por ejemplo con la primera ocasión en la que el presidente francés, François Miterrand, contesta a una pregunta de Canal 9: "participo de una idea que años después se pondría de moda, sobre la existencia de una inteligencia informativa emocional. Es decir, una concepción de la información más próxima a las sensaciones que al análisis. La sensación, para el telespectador valenciano [...] de sentir en su televisión a Miterrand más próximo". Y cita también los casos como Jacques Delors, Margaret Thatcher, Helmut Kohl o Felipe González.
López estuvo detrás de las imágenes de Canal 9 en la multitudinaria marcha checoslovaca hacia la "democracia burguesa". Las crónicas de Bratislava, Kiev o Cracovia se suceden en el relato del ahora presidente de la Corporació Valenciana de Mitjans de Comunicació, pero alcanzan más valor cuando recuerda: "éramos la única televisión que aquel 26 de febrero de 1990, en la estación de tren de Fenstrat, grabábamos el adiós a Checoslovaquia de 73.000 soldados soviéticos que habían llegado tras el aplastamiento de la Primavera de Praga". Fue un golpe de suerte, casualidad o la posibilidad de tener a un equipo de cámaras y periodista en el tiro de campo de la noticia. Si los soldados saludaron a cámara fue porque confundieron aquello de Canal 9 con la CN(Nine) estadounidense.
A la campaña de Irak, cuenta López, cometieron "el error de no ir con nuestros propios medios para lanzar". Lo que hizo Canal 9 durante 15 días fue uno de esos documentales delicatessen a los que nos acostumbró Dossiers. Este caso es paradigmático y en primera persona sobre el cuestionamiento de recursos y rutinas con la tele ya desarrollando su marchamo informativo. El nuevo presidente de la CVMC se pregunta: "¿Cuáles eran esas ambiciones? Las de los responsables de los servicios informativos, supongo, cumplir con el rito informativo del micrófono de Canal 9 en Bagdad, perfectamente válido y necesario. Las ambiciones del periodista no eran otras que disfrutar del periodismo, haciendo periodismo, partiendo del hecho que o es un objeto de de pasión o 'huele'". Y la reflexión la confirma Manu Leguineche.
Como dijo Ricardo Costa en aquella triste cita ante los medios, "en el Partido Popular la fiesta no se acaba nunca". López, en el caso de la llegada de Carrascosa como el impulsor del nuevo régimen mediático de Eduardo Zaplana, se refiere al momento del cambio bajo el título: 'Comienza la fiesta'. Y la primera manipulación es muy clara: "la conversión de los informativos en un espectáculo que a nivel interno se conocía como a sang i fetge". El periodista ya había abandonado su periplo como enviado especial y corresponsal europeo y, integrado en la redacción y en Internacional, departamento que no abandonaría hasta su despido en el primer ERE de 2013. Desde allí vio como " "el conjunto de sucesos, frivolidades, fútbol y fiestas fue a copular, como media, la mitad del tiempo de cada informativo". Algunas semanas, el 62%".
López no escatima en el análisis y arroja datos concluyentes: "en 1998 el porcentaje se eleva al 66%". "Mientras tanto, en Antena 3, el porcentaje es del 39 por ciento, en TV3 del 31, en TVE del 33 y en Tele5 del 32". ¿Y qué hay de la información cultural?: "es sustituida por un microespacio llamado Panorama, que se ocupaba mayoritariamente de las revistas del corazión y de dar consejos a las mujeres sobre como hacer un buen fondo de armario, entre otras cuestiones de la misma actualidad". El entonces redactor de Internacional lamenta como Canal 9 fue "la única televisión de España, pública o privada, que no envió a ningún equipo a las elecciones francesas -las del triunfo unesperado del socialista Jospin- ni a las inglesas que dieron el poder a Tony Blair".
Los datos son demoledores. Mientras 'España iba bien', "de las 307 informaciones que ofrecieron todos los Notícies 9 entre los días 18 y 22 de noviembre de 1996, solo 3 hablaban de temas políticos de la Comunitat Valenciana, entendiendo no solo la actividad de los partidos sino también de las instittuciones como Les Corts o los Ayuntamientos". López analiza varios periodos y las cifras oscilan en torno a la decena en proporciones similares, aunque el fin de semana "el desequilibrio es todavía más grande: 4 noticias políticas de 445 en la semana del 28 de abril al 4 de mayo de 1997".
El autor va aumentando la lupa hasta llegar a 1998. Entre ese año y el anterior, analiza seis semanas de octubre noviembre y enero, en ese cuatrimestre. "De 2.711 noticias, únicamente 31 eran de temas políticos". "Únicamente en 5 se había escuchado alguna crítica de la oposición al gobierno de la Generalitat". ¿Y cuál era la proporción entre los políticos? Zaplana salía 5 veces por cada aparición de Lerma; por cada aparición de Lerma, el líder d'Esquerra Unida, Albert Taberner, salía 11. Unió Valenciana, por su parte, sale 12 a 1 en proporción a Zaplana.
El relato de López abunda en nombres propios y cazas de brujas, entre otros contra Eliseu Climent y Acció Cultural. No obstante, al final del libro y sin firma, existen una serie de conclusiones; algo así como una televisión (im)posisible propuesta por los cinco periodistas que elaboran el libro. Lo primero que hacen es quejarse de la ausencia de organismos de control dela audiovisual. España sigue sin un consejo audiovisual. En el año 2000, apunta López, hay ya 22 en África. En Europa, España era y es el único caso sin esta organismo de control y las razones parecen obvias.
"Nosotros defendemos un equivalente al Consejo General del Poder Judicial, al gobierno de los jueces, trasladado al mundo audiovisual", apuntan desde el libro. Critican el consejo audiovisual catalán ("el resultado es del todo insuficiente") y dictan que, "a grandes rasgos, debería tener estas funciones: control, informe, decisión, sanción y propuesta". Pero claro, "trascendente es también el origen y la composición del organismo del que hablamos". Proponen que dicha decisión la tomen Les Corts por mayoría cualificada, buscando "candidatos de acreditada experiencia", con mandatos "superiores a la duración de una legislatura" y con "cargos de dedicación absoluta, incompatibles con cualquier otro trabajo".
En su sentido más esencial, el libro concluye diciendo que "como que la existencia de una sociedad informada es un requisito imprescindible de una democracia real, exigimos que todos los medios de comunicación públicos, como pilares que son de la formación de la opinión pública, garanticen de verdad el derecho de los ciudadanos a recibir una información libre y veraz".
En estas últimas páginas se suceden algunas frases que sirven para comprender las posiciones críticas que ya existían en la primera década de existencia de la televisión. Algunas de ellas parecen incluso premonitorias: "Lo que es ilusorio es pensar que la situación actual durará para siempre"; "que la docilidad no sea garantía de promoción profesional"; "defendemos una información plural de análisis y reflexión, que actúe como verdadero contrapoder social"."denunciamos como se extiende una forma de censura basada en la sobre información"."denunciamos la aceptación de todo lo que hacen y dicen los gabinetes de propaganda de los grandes poderes políticos y económicos". Todo ello se escribió a finales de 1999 y se publicó en el 2000. 16 años más tarde, la situación actual solo parece una consecuencia.