José Martínez-Medina, diseño poliédrico
La trayectoria del diseñador valenciano, fraguada en compañía de sus hermanos, se caracteriza por las múltiples facetas en las que trabajó el diseño
Profesionales del arte participan del juego para aportar las obras que, por su estilo o sus intenciones, describen de mejor manera la esencia de la ciutat
Una abordaje inverosímil. ¿Exista alguna obra de arte que defina València, su fisionomía, su personalidad o alguno de sus aspectos? Evidentemente no, no solo una, pero el intento asociativo es una aproximación a nosotros mismos.
Con esa premisa, en la búsqueda de esa razón, se consulta a expertas almas de arte para que participen del juego. Obras, no necesariamente valencianas, que describen la esencia de la ciutat. Hemos venido a jugar.
Nuria Enguita, directora de Bombas Gens Centre d’Art, selecciona una imagen del Equipo Realidad dentro de su serie Hogar dulce hogar. “Porque al Equipo Realidad generalmente lo relaciono con València, con una conciencia crítica y satírica que también define cierto rasgo de la cultura valenciana desde el siglo XIX, un poco provocadora, con esa vis hedonista y despreocupada. El cuadro muestra un sofá algo viejo que detrás deja ver palmeras, la playa, un cesto de fruta… Cierto símbolo del contraste valenciano”.
El subdirector de actividades y programas culturales del IVAM, Álvaro de los Ángeles, tras resistirse con lógica escoge las intervenciones arquitectónicas de Gordon Matta-Clark: “Hubo una exposición muy importante en el IVAM en el año 1992 en la que tuve el placer de colaborar cuando era estudiante de Bellas Artes. Me quedaría con una conocida, una casa americana rota por la mitad, donde el sol se filtra y marca la sombra de la tierra. Pero podría ser también cualquiera de las intervenciones que hacía en espacios fabriles o casas donde horadaba espacios, comunicando paredes, pisos, lugares que estaban separados. Creo que el motivo es que me gusta esa complejidad de la deconstrucción. València es una ciudad de imposibles: modernidad imposible, identidad imposible, urbanización imposible, ciudad de primera imposible… Es compleja, a veces fea y otras maravillosa, como el cierre de un espacio que tenía una función y ahora ha quedado obsoleta, disfuncional, pero estéticamente muy atractivo.
La gestora cultural Isabel Puig se queda con una obra repleta de salitre: “En estos momentos la obra Olmo del artista valenciano Jorge Peris está grabada en mi retina. Una escultura de sal que refleja la luz de las paredes que habita, casi marmórea. El mar como escultura -con su calma y sus tensiones-, es una metáfora bastante acertada para definir mi ciudad, una València que muestra su esplendor, pero que no esconde sus tiranteces”.
Inma Pérez, responsable de las librerías Dadá, rescata una memoria colectiva expuesta en Londres: “Mi definición gráfica-artística, o casi simbólica, de València la visibilizaría en el Retaule del Centenar de la Ploma. Más allá de lo que se
Cristina Chumillas es cofundadora de la galería Pepita Lumier. Si tuviera que determinar con una obra cierta personalidad de esta ciudad sería una obra de Equipo Crónica, de la Serie Negra y dentro de ella, Refugio (Serie Negra). València es crítica aunque parezca que se nos ha olvidado, ¿qué son si no las fallas? Pues lo mismo parece que ha pasado con la actitud del arte del Equipo Crónica, que se nos ha olvidado su mensaje crítico-social con el que le daban zascas a la represión.
El responsable de comunicación de la Biennal de Mislata Miquel Navarro, Fernando Morales, alumbra una escultura en abierto: “Elegiría La Pantera Rosa, porque llena de vida (de agua) un enclave urbano contaminado, gris, decadente y ruidoso, pero con oportunidades de tener un futuro verde y sostenible. Es un tótem, símbolo de aquella València que empezaba a ser moderna en los 80, cargada de lastres. En muchos aspectos define las últimas décadas de la política municipal: un gobierno socialista hizo el encargo de una fuente conmemorativa, un joven Miquel Navarro instaló su primera obra pública envuelta en polémicas, como todo lo nuevo en València. Por esa necesidad de buscar figuraciones en el arte abstracto, educados en la estética popular fallera, el público la identificó rápidamente con la Pantera Rosa. Otro gobierno, muy caprichoso, entendió que siendo la pantera no podía ser roja, y decidió pintarla a su albedrío, alterando su esencia. Hace unos meses, el nuevo gobierno de La Nau, decidió recuperar su color y ponerla en valor. En resumen: la València que da dos pasos para atrás y uno para delante. Pero qué bien sienta el paso hacia adelante”.
El director del Museo de Bellas Artes, José Ignacio Casar Pinazo, mira hacia su legado y hacia Godella con una obra que el propio museo custodia: “me quedo con esta vista de la huerta de València realizada por Ignacio Pinazo Camarlench que describe el territorio sobre el que se asienta la ciudad. La huerta como fecundo germen de una ciudad que en 1900 todavía la respetaba: paisaje plano, acequias fertilizantes, luz intensa, feracidad agrícola y formas de vida sostenibles que, analizadas desde hoy, evocan equilibrios perdidos y sugieren caminos por los que transitar. Igual que Pinazo renuncia a acabar su vista de la huerta y pide al espectador que complete la composición, debemos pensar cuáles son las renuncias con las que nos hemos de comprometer para evitar la desaparición de nuestro paisaje y con él de las formas de vida que atesora. Una obra comprometida con la tradición y una plástica innovadora y personal; un paisaje tranquilo y unos actores anónimos; una naturaleza fértil y una sociedad activa y socarrona”.
Anna Peris es educadora de museos y asistente de la galería Shiras. “Para definir València con una obra de arte lo haría con Llotja de Antonio Girbés, en Shiras hasta el 18 de noviembre. Capta toda la revolución comercial y el desarrollo social que el edificio revela y que situó a València. Girbés ha captado esa esencia con sus juegos delirantes de las tres columnas, resumiendo la grandiosidad, haciéndote sentir plenamente en un oasis”.
El diseñador Xavi Calvo (Estudio Menta) deposita su asociación en un diseño totémico: “La obra de Renau para Las Arenas realizada en 1935 para anunciar el balneario sitúa al cartelismo valenciano en primer nivel internacional, el mismo año que Cassandre realiza su Normandie y con enormes paralelismos en cuanto a influencias y estilos. Un cartel que nos habla de la València del mar, de la noche de València, del dinamismo de las vanguardias y que hoy es símbolo cultural. Diseño no es arte, pero entonces el 'diseño' aún no se llamaba 'diseño'”.
La trayectoria del diseñador valenciano, fraguada en compañía de sus hermanos, se caracteriza por las múltiples facetas en las que trabajó el diseño
El diseño de Patrick Norguet fue galardonadocon un Good Design Award en 2018