En el futuro, las mujeres que protesten, que no se plieguen a todas las imposiciones que la sociedad tiene reservadas para ellas, son detenidas por fuerzas especiales del gobierno y enviadas a una prisión de máxima seguridad fuera de La Tierra llamada El planeta de las putas. Ese es el argumento de Bitch Planet, un cómic que recurre a la metáfora futurista para exponer las reivindicaciones feministas más elementales de nuestro tiempo con acción, diversión y algo de violencia extrema
VALÈNCIA. En una sociedad dominada por la comunicación visual, especialmente desde que la televisión entró en la vida de nuestros abuelos, es normal que lo que se refleja en los medios tenga impactos de toda clase. Los cánones estéticos han sido especialmente rígidos en los medios con las mujeres en particular. La norma más que la excepción es que tanto profesionalmente como imagen publicitaria destacasen por su belleza y/o medidas inalcanzables. Cuando por tierra, mar y aire se transmiten estas ideas intrínsecas durante décadas, no puede uno extrañarse si se levantan voces quejándose de que no encajar en esos moldes ideales que se proponen o más bien imponen les hace sentirse excluidas.
Eso solo tirando por lo bajo. No vamos a enumerar aquí todas las razones que impulsan el movimiento feminista, que son de mayor calado. Pero todas ellas, junto a la lluvia fina de la imagen ideal, explotan en Bitch Planet, un cómic de la guionista Kelly Sue Deconnick y la dibujante Valentine De Landro, del que Astiberri acaba de publicar su segundo tomo http://astiberri.com/products/bitch-planet-2 La propuesta es sencilla. Se recurre al género de la distopía para expresar todas sus protestas y reivindicaciones actuales. Un recurso didáctico y que elude el riesgo de que un discurso político y social caiga en soflamas hiperbólicas.
En el primer tomo, el argumento era muy atractivo. A la sociedad futura, a las mujeres que protestaban, las descartaban. Ese era el verbo empleado. Eran enviadas a una moderna prisión. Los interrogatorios a los que las sometían eran espectaculares. Por qué estás tan gorda. Mira cómo te has dejado. Eran algunas de las acusaciones y humillaciones que tenían que sufrir en la instrucción de sus procesos. Delitos por los que acababan en el planeta de las putas, expulsadas de la Tierra.
Un caso concreto era el de una mujer que atravesaba un pequeño bajón de ánimo en su matrimonio. Por esa causa, su marido creía oportuno serle infiel con otra. Al descubrirlo, ella se enfada y ese es un delito muy grave. En las cárceles de máxima seguridad del futuro se interna a las mujeres que fundamentalmente dan problemas. Las irascibles, las que se rebelan. Hay penas de cárcel para las mujeres que se niegan a desempeñar un papel establecido en sus vidas. Sacuden los cimientos de una civilización que se sustenta en su renuncia. Todo funciona si ellas no son ellas.
En otro caso, una niña de 8 años juega con su madre al hacer la comida. La cosa se desmadra y terminan tirándose la comida a la cara de risas. Jugando. Aparecen unos SWAT por el jardín y se llevan a la niña, le quitan la custodia por el desfase.
La serie original apareció en diciembre de 2014, pero llegó a España el año pasado, justo con el estreno de The Handmaid's Tale (El cuento de la criada) que ha aportado una buena dosis de popularidad a la ciencia ficción feminista. Lo cual no quiere decir que no existiera antes, series como Xena o cómics como Tank Girl también alcanzaron altas cotas de celebridad, pero sí que hay un sutil matiz. En la dirección de la serie de El cuento de la criada han participado mujeres y Bitch Planet está guionizado y dibujado por dos. Tanto Xena como Tank Girl eran obra de hombres.
En ambos tomos, la historia se presenta como en un circo de tres pistas con diversos órdenes de lectura posible. No obstante, es lo que sucede en la prisión con las reclusas por disidencia donde están las viñetas más emocionantes por su originalidad y también, hay que decirlo, por la violencia. Hay ciertos destellos de películas clásicas distópicas como Rollerball, de 1975, o The Running Man, de 1987, en la aparición de un juego en el desenlace del segundo tomo, el megatón, en el que participan las reclusas y que causa sensación en todo el mundo.
Entre episodios, se introducen sátiras del mundo de la publicidad que existiría en esta sociedad hipotética. Del segundo tomo, por ejemplo, destacan las páginas gubernamentales de bienvenida a la edad a adulta a las mujeres que tienen la primera menstruación. Se las invita a sumarse al mundo de las mujeres gracias a la "Conformidad" que guiará sus pasos en lo sucesivo y se aporta una pequeña guía por si tienen una duda que les recomienda preguntar a su padre, prometido, cura, jefe, médico, mecánico o funcionario, por ese orden, si hay algo que no entienden.
La autora, Deconnick, ya había trabajado en Marvel y considera que no está haciendo nada nuevo. El mundo de los cómics de acción y los superhéroes ha sido político toda la vida de dios. Lo que pasa es que ella ha movido ligeramente los sesgos habituales de lo que es justo y lo que es injusto y se ha ganado por ello el adjetivo de "cómic político". Sin entrar en esa discusión, Bitch Planet juega con el concepto recurrente de la desesperación de personas sanas en una sociedad enferma. Es una explosión de imaginación a través de uno de los géneros más clásicos del cómic americano, no exenta de energía punk y sátira ácida.