PLATO DE LA SEMANA

Coca de maíz con tartar de Atún Balfegó en Oganyo

Oganyo sigue en muy buena forma.  Cualquiera de los platos que preparan Lucas y Enrico lo atestiguan. 

21/06/2024 - 

Pero el atún es el atún. Y acostumbrados como estamos a que en más de un sitio lo maltraten, lo enmascaren o lo deshonren, tratando de pasar un atún de segunda por uno rojo,  se agradece saber lo que te estás comiendo. El Balfegó es siempre una garantía y el hecho de que al servirlo te muestren un trozo de papel donde viene el DNI del pez  –con su edad, dónde ha sido capturado, cómo y cuándo, y alguna cosa extra que los de letras nunca llegaremos a entender como el análisis microbiológico– sugiere un plus de honestidad que no está presente en todos los restaurantes. En Oganyo lo preparan de dos formas, o en tataki, o en tartar sobre esta tosta de maíz con yema curada y emulsión de lechuga de mar y aguacate. El conjunto funciona de maravilla y no empalaga como lo hace a veces la ventresca. 

"Alguna vez que lo hemos quitado del menú, los clientes nos lo vuelven a pedir, a pesar de que conlleva un plus", cuenta Lourdes Reyna, propietaria del establecimiento. Es un fijo en la propuesta del restaurante de la calle Bélgica que sigue manteniendo el nivel con el que nació a finales de 2018. Las croquetas juegan en Champions, la ensaladilla con caballa escabechada y piquillos confitados no le va a la zaga, y la berenjena a la llama con miso de foie, queso feta y sésamo garrapiñado es un platazo. 

Me gusta también la flexibilidad que ofrece en sus menús. Los de mediodía oscilan entre los 17 y los 35 euros, con varias opciones, dependiendo del número de entrantes y del hambre que traigas ese día, mientras que para la noche hay tres posibilidades: 30, 40 y 50 euros, además de la carta. No es tan común en un restaurante de corte gastronómico que te abran así el abanico, habituada a esos menús encorsetados de tres horas y precios que raramente bajan de los 100 euros.

Lucas RiveraEnrico Cicinelli, a los mandos de la cocina, no han desvirtuado el espíritu con el que fue concebido este restaurante en el que se conjuga todo lo que una le pide a un sitio para estar a gusto: cocina con platos propios, trato amable, sala acogedora y la certeza de que siempre que sales de comer de Oganyo lo haces contenta. 

La tarta de chocolate y cereza del final contribuye a ello.