Cafeterías cómodas donde trabajar con conexión wifi; buenos bares de menú para evitar bocadillos infames, y restaurantes de solera para celebrar reuniones importantes. Todos situados estratégicamente a menos de 15 minutos de las estaciones de Atocha y Joaquín Sorolla. Estas son las claves de la nueva sección de Guía Hedonista
En el inicio de esta nueva temporada, Guía Hedonista ha decidido romper sus costuras. Vamos a mirar más allá de la Comunitat Valenciana para poner el foco en Madrid, ciudad a la que nos hermanan mutuos intereses económicos, culturales y -por supuesto- gastronómicos.
La capital nunca estuvo tan cerca. Gracias a las líneas ferroviarias de alta velocidad, sus teatros y museos, sus bares castizos donde sirven bravas de las que pican y cañas echadas con esmero, están a poco más de una hora y media de nuestra casa. También para los habitantes de la capital, València hace tiempo que no es tan solo una escala en el camino hacia Cullera o Gandía, sino un destino urbano con todas las letras, en el que afloran reclamos como el barrio del El Cabanyal, con su personalidad única e irreproducible y su magnífica red de tabernas. València es además la ciudad que ha visto crecer a Ricard Camarena; la que escogió Quique Dacosta para sus proyectos paralelos; es la casa y la razón de ser de tantos otros talentos en plena ebullición como Begoña Rodrigo, Tono Pastor (y los que están por llegar).
Tenemos mucho que mostrar. Tenemos mucho que descubrir, unos de los otros. Por eso hemos decidido abrir una nueva serie de artículos bidireccionales y centrados en el área metropolitana en la que solemos apearnos o subirnos al tren. Tomaremos como referencia los alrededores de la estación de Atocha en Madrid –próxima al barrio de las Letras y a los principales centros museísticos de la ciudad: Reina Sofía, CaixaForum, La Casa Encendida, el Thyssen y El Prado-, y a la de Joaquín Sorolla en València, cercana al pujante barrio de Arrancapins. Son zonas complicadas para el viajero despistado, al que las prisas y la improvisación pueden conducirles derechito a un bocadillo de tortilla fosilizada de siete euros. Horror. Demostraremos cómo se puede comer rico sin alejarnos más de quince minutos de la estación de València, y a tiro de piedra (andando o en taxi) de la de Atocha.
Aportaremos algunas soluciones de urgencia, como el célebre bocadillo de calamares de El Brillante, en Atocha, o los chinos true de la calle Pelayo de València. Pero sobre todo pondremos sobre la mesa ideas pensadas para aprovechar a tope las horas muertas. Ya sea a solas o acompañado. Muchos de los más de 13 millones de viajeros que transitan la ruta ferroviaria entre Madrid y València a lo largo del año son ejecutivos, profesionales liberales y trabajadores autónomos con una necesidad perentoria de conectarse a una buena red wifi y sentarse a trabajar en un local tranquilo y cómodo mientras esperan la salida del tren. Averiguaremos cuáles son los mejores lugares para hacerlo, pero no por ello nos olvidaremos de ese otro perfil de viajeros de ida y vuelta, que buscan restaurantes donde mantener reuniones de trabajo o pegarse un homenaje por todo lo alto porque sí. Lugares propicios a la conversación, pero que no obligan a adentrarse más de lo conveniente en las fauces del tráfico.
Esta será nuestra misión.