El Dorado más añorado

Volamos hasta Galicia con Marcial Dorado y esas botellas que se han convertido en mitológico animalillo. Unicornios que trotan entre viñedos que son hermanamiento de Portugal y las Rías Baixas desde que naciera la bodega, allá por 1996. A la sombra de sospechas de lo de hacer limpieza y salir de una pieza. Con resultados inesperados, pero qué maravilla, porque aquí se trabajaba con gusto y conocimiento. Así, desde el año 2000 fueron saliendo etiquetas que estaban para ponerles un piso o dos. Riqueces que llegaron a su fin cuando tocó cerrar ante el toque de la justicia, pero que permanecen como rarezas de larguísima vida. Y lo justo, después de este discurso es quitarse la sed empezando con el Dorado 2000. Albariño de viñas viejas pasado por sus lías sin madera ni pieles, un estilo que marcará la casa. Largura de mil matices. Intención de vinazo en aquellos inicios y ahora con unos mejillones recién salidos de la batea.

Vamos ahora con una tanda de Auratus, comenzando con el 2003. En esta serie se trata de albariño, sí, pero con su aquel de treixadura que le hace compañía con soltura. Seriedad y contención que mantiene la tensión. Granitos descompuestos y tan bien puestos que ofrecen todo su mineral. Aromas a laterío del fino que nos balancea en barquito sobre el mar, tomando unos berberechos gorditos.

Avanzamos con el Auratus 2004, añada con mimbres similares a la anterior y dando aún más amor. En recorrido que no queremos que termine y parece que no lo hará, porque tiene toda la longevidad. Acideces imposibles para su edad que se afirman con seguridad y entereza. La más que suficiente para afirmar que lo firmamos en el mejor de los ratos con unos pimientos de padrón. Chimpón.

Continuamos con el Arautus 2008. Misma filosofía y mismas plantas para lograr ser ideal de la muerte, qué fuerte. Expresión que excede la comprensión de que la simpleza no anda por aquí. Porque es magna magnitud dispuesta a explayarse hasta la senectud. La plenitud que corre ligera, aunque sin prisa, que esto hay que degustarlo de a poquitos, y así debe ser con una de pulpo, cómo no.   

Mezcolanzas que son curiosidad

Con el 3 Lustros nos enfrentamos a una encrucijada. Porque es mezcolanza de añadas de Dorado y, aunque se habla de la 2012, la 1211 y la 2000, parece que la verdad verdadera es que es de las 15 temporadas de existencia. Aunque a saber si fue cosa de Hacienda. Pero nos centramos en lo importante, que esto es una joya de las que provocan chiribitas en las papilas más a o menos gustativas. Limpidez de maravilla y claridad que es pura bondad con una empanada de zamburiñas de verdad.   

Cambiamos de tercio con el Quinta do Feital Ima Cavea 2011. De nuevo albariño cien por cien, pero de cepas más jóvenes y con barrica. Y vaya cosa rica. Bisoñez que requiere reposo en el interior de la botella para ser totalmente ella. Regocijo desmedido con intensidad que hace juramentos a plazo infinito. La eternidad que le dará el tiempo, mejor a tu lado y con un centollo preparado, que ahí le has dado. 

Terminamos con el Destinos Cruzados Pousada 2020 (Destinos Cruzados). Proyecto de Marcial con Óscar Cigales y el brillo de lo nuevo. Albariño y treixadura de insultante juventud. La frescura del recién llegado que no ha podido aún ser maleado. Lo soñado para volver al pasado y traerlo con dirección a futuro. Porque esto promete dar muchas alegrías y formar parte de nuestras vidas. En noches de pensar en alcanzar la copa de árboles cargados de frutos crujientes y relucientes. Con ese aspecto que te hace salivar como al ver la tortilla de Betanzos que se acerca.

De este modo nos despedimos, bebiendo y comiendo, que es lo nuestro, necesario y a ser posible a diario, pero segurísimo dentro de dos semanas.