Estocada final a un sector que antes de la pandemia aportaba el 6,2% del PIB estatal y daba empleo a 1,7 millones de personas. La hostelería se apaga.
Parece de chiste pero este fin de semana (y durante como mínimo dos semanas) los estancos de la Comunitat Valenciana estarán abiertos y los restaurantes, bares y cafeterías cerrados. Parece una broma de mal gusto pero no lo es, es la crudísima realidad de un sector que ya andaba agonizando antes de una decisión política (otra mas) que nos ha sorprendido a todos por su crudeza, no debe ser fácil tomar decisiones pero es que el tabaco es el culpable de 60.000 muertes anuales en España (más que la Covid) a un ritmo de mil a la semana. Pero los malos son los hosteleros.
La Generalitat soltaba la bomba hace tan solo tres días: cierre total de la hostelería (también centros deportivos: parece mentira que vean el deporte como parte del problema y no de la solución...), restauración y bares durante los próximos 14 días. Medida obviamente conectada con las declaraciones de Fernando Simón, culpando sin ambages a la gastronomía: “Sé que no es popular, pero la medida que ha tenido un impacto mayor ahora mismo en el control de la transmisión ha sido el cierre de los bares”. Cuanto menos curioso, porque precisamente el Ministerio de Sanidad publicó un informe en diciembre donde concluía (datos de la consultora Foqus) que menos del 2,3% de los contagios se producen en la hostelería, frente a la transmisión en reuniones sociales: 15,3% de los casos. O sea, a ver que lo entienda: vas a cerrar los restaurantes y terrazas, donde al menos puedes controlar medidas anti-contagios y llevar a la gente a generar más reuniones sociales —porque las personas comemos y bebemos, qué le vamos a hacer— donde se producen la mayoría de las infecciones.
Refuerza esta mirada José Luis Yzuel, presidente de la patronal Hostelería de España: “estos datos demuestran que cerrar la hostelería no sólo no es la solución a la propagación del virus, sino que tiene efectos contraproducentes en la evolución de la pandemia”; Juanjo de La Tasquita de Enfrente apostilla: “No es la solución y lo saben... ¿ahora dónde ira la gente? ¿a reunirse en casa? Saben que la incidencia es mínima, y en provincias que llevan cerrados más tiempo, han bajado los contagios? No”.
Nuestra hostelería se apaga: “Basta ya, no somos culpables” dice bajito Jose Rausell ante una decisión de la que muchos no se recuperarán —pues claro que no sois culpables, culpables son cada uno de los vecinos (yo lo veo todos los días) que no actúan de manera responsable. Culpables son quienes han permitido la llegada de millones de turistas procedentes de países en riesgo sin hacer ningún tipo de control o test a su llegada. Culpables son los que han llevado a España a estar en la cola de Europa de test Covid (es la única manera de controlar el contagio) y rastreadores. Tú no eres culpable de nada.
Pero estás solo, hostelero. Ni ayudas, ni un plan ni el más mínimo resquicio de una estrategia que te permita tomar decisiones; hablo con un amigo, currante hostelero cuya familia depende de su negocio: hace no tanto invirtió 30 mil € (con la que está cayendo, más deuda en la mochila) por cada sistema de purificación de aire para cada uno de sus restaurantes. Filtros, medidores de CO2, mesas supletorias para barras... el hostelero calla y agacha la cabeza; “como somos buenos chicos aquí lo acatamos todo” dice Quique Dacosta. Tiene razón.
La hostelería se apaga, no hay forma dulce de verlo. No hay amparo. Solo resignación.