SE PUEDE, PERO NO ES FÁCIL

Feria de no lugares: comer en la Fira València

Alimentarse en la feria no es tan complicado como llegar en transporte público, pero sí casi tan difícil como salir del recinto y entrar en la CV-35 sin dar vueltas de más.

| 13/10/2023 | 4 min, 59 seg

27 de diciembre. 19 horas. Un padre yace en el suelo. Sus hijos y sus sobrinos se han atrincherado entre los coches clásicos de la policía local y los blindados de las fuerzas armadas. El cambio de gobierno ha levantado el veto a la exhibición del brazo armado de la ley en Expojove. La chiquillería ya no quiere ser influencer, el disfraz de alférez de la Guardia Civil es el regalo de estas navidades. El adulto sostiene una lata de cerveza caliente y rebusca entre los restos de la merienda de su prole expandida: solo le han dejado cortezas de sándwich y una mota negra con un poco de plátano. Roza la inanición. Tiene dinero en efectivo, en la tarjeta y en bitcoins, pero a su alrededor solo hay un puesto de gofres. El personal trainer le ha prohibido comer todo lo que lleve más de tres ingredientes. La cerveza tiene cuatro, pero uno es agua, no computa.  

19 de octubre. 13 horas. Un fotoperiodista sujeta como puede la cámara. No ha desayunado ni almorzado y anoche casi no cenó. Le tiemblan las manos, pero la cámara tiene un buen estabilizador. El cacharro también es lo que le da de comer, más le vale que no se le caiga. En otro escenario, el fotógrafo haría una paradita para meterse en blanc i negre y un coca cola —va todo el día de arriba a abajo, necesita calorías— pero aquí no hay ni un humilde bar. Esto es como la Fórmula 1, si levanta la mirada, se lo pierde. Está en la Funermostra, la feria internacional de productos y servicios funerarios. Lleva cuarenta y cinco minutos de reloj esperando a que saquen una de las novedades de la edición, las urnas de autor confeccionadas en cerámica: “La compañía ha colaborado con el reconocido artista neerlandés Geert Kunen, quien crea obras de cerámica para contener cenizas desde hace casi cincuenta años. La nueva colección Mariposa destaca por su creatividad, innovación y simbolismo, inspirada en la mariposa y su significado de inocencia, amor y delicadeza. Estas urnas son resistentes a la intemperie y se presentan en colores bronce, plata u oro”. La simbología de Motomami ha impregnado, un año después, las tendencias funerarias. 



30 de noviembre. 20 horas. Es su primera feria. Casi cierra un trato. Confía en que mañana lo logrará. Si lo hace, se lleva la comisión y la primera comisión, además de pasta, es un rito iniciático, el paso del eslabón más bajo de la cadena trófica de los comerciales a estar más cerca de ser un depredador. Las luces del pabellón se apagan progresivamente. De la nada emerge el personal de seguridad que les insta educadamente a abandonar el recinto. Tiene hambre, siente que flota dentro del traje de chaqueta más barato de Inditex. El hotel en el que se aloja solo ofrece servicio de restaurante previa reserva, y no la ha hecho: esperaba una noche para el recuerdo, conocer a alguien que le llevase a un hotel mejor, firmar una venta en un restorán de lujo o hacer amiguis del sector y salir de fiesta. La noche es joven y a él aún le quedan dos años de carnet jove.

Nada que comer. 

“Muchos de los que alguna vez nos toca comer allí, vamos al chino. Si tienes posibles, comes en la Feria, dentro, o si tienes morro, vas picando por los stands”. La génesis de este artículo es la gazuza de uno de los estómagos de Valencia Plaza. Comer dentro de la Fira València, la feria de muestras, es fácil si quieres comer dentro con todo lo que ello implica. Los restaurantes de la feria tienen nombres sugerentes como El pan y la sal, Clavo y canela, Las hebras del azafrán o Flor de azahar (mi naming favorito. Sí a los pleonasmos. Sí a la vida. Salir volando por los aires). En ellos, hombres trajeados que pasan calor y mujeres en falda que pasan frío, hacen de la nutrición un espacio más de negociación. Saber regatear en un buffet es el triunfo de las habilidades comerciales. Para los mindundis, para las personas de letras y periodistas del hambre, está el chino. El chino se llama El Duke, nombre que se presta a confusión. Por El Duke una espera un cochinillo dando vueltas, fotografías de pantanos en las paredes y menú del día. Como dice una de las mejores voces de Carne Cruda, Antía Lousada, “en los menús del día de España, por defecto, la merluza siempre va con ensalada, y el pollo con patatas”. Nada de esto pasa en El Duke. En su menú, encontramos todas las opciones de un restaurante asiático occidentalizado. El emplatado del pollo al limón, la ensalada y el cerdo agridulce sigue la línea estilística de la pareidolia (el fenómeno de percibir rostros en objetos inanimados). 

A cuatro minutos de la Fira, ya en la demarcación de Terramelar, hay un bar llamado la Terraseta que tiene terraza —menuda decepción si no—. En su carta, rusaboqueronespuntillarrozdeldíasepiaensaladamenúdeldía —este sí que tiene pescado + ensalada— y cafés. Vienen con su azucarillo. Y su azucarillo viene con su frase: “La vejez tiene dos ventajas: dejan de dolerte las muelas y se dejan de oír las tonterías que se dicen alrededor” G.Bernard Shaw.

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