VALÈNCIA. Feria Valencia ha iniciado este año los contactos primero y los trámites más tarde para obtener una "licencia estable" para grandes conciertos. La Conselleria de Administración Pública es la receptora de una solicitud de licencia de actividad que, como apunta fuentes de la Generalitat a este diario, "sería muy extraordinaria". Lo cierto es que desde el organismo ferial intentan dinamizar desde hace años dos espacios que tienen todo por condiciones de accesos y seguridad para albergar conciertos de grandes capacidades: los pabellones 8 y 5. Sin embargo, hasta la fecha, como sucede en otros recintos públicos como el casi anexo Velódromo Lluís Puig o el Pabellón de La Fonteta, los permisos solo son "extraordinarios".
Desde hace muchos años la tercera ciudad por población del Estado permanece excluida de las giras de invierno de grandes artistas musicales. Una realidad que, como ha venido contando este diario, tiene mucho que ver con la inexistencia de un recinto cubierto de gran capacidad con licencia de actividad permanente. Hasta la fecha, en espacios como Feria Valencia, el Velódromo Lluís Puig o el Pabellón de La Fonteta se solicita una "licencia de actividad extraordinaria". Esa es la única fórmula para que un concierto en esos u otros edificios de gran capacidad se celebre con las garantías legales. Sin embargo, a partir de la propia Ley de Espectáculos vigente de la Generalitat y su interpretación, los permisos excepcionales nunca llegan antes de la última semana antes del concierto; habitualmente, entre las últimas 48 y 24 horas.
Entre los promotores de la Comunitat Valenciana –y de fuera de la misma– existe una especie de consenso no publicitado desde hace años, pero conocido por la propia Generalitat: es imposible arriesgar volúmenes de inversión de seis cifras para recibir el permiso unas horas antes. Un riesgo que, cabe decir, según se han asegurado algunos de esos promotores a este diario durante los dos últimos años, ha tenido negativas puntuales que han derivado en la celebración del evento sin permiso (en recintos abiertos y cerrados). De los riesgos y responsabilidades penales no se sabe ya que, afortunadamente, no ha habido que lamentar incidentes, pero los inversores habituales y los ocasionales rechazan por completo estar sometidos al riesgo de las licencias de actividad extraordinarias. Licencias que ambas partes admiten "no son matemáticas, y no dependen en exclusiva de que tengas absolutamente todo lo exigible en materia de seguridad, accesos, etcétera; el técnico tiene cierta arbitrariedad".
El movimiento de Feria Valencia no obstante respondería a una situación "límite" según los promotores que, si bien es cierto que se ve con más distancia desde la Generalitat, ya ha generado varias posiciones interesantes. La más próxima a este proyecto que espera una solución "en el primer semestre de 2018" (según Feria) es una solicitud 'homónima' por parte de la Plaza de Toros. Aunque con actividad solo durante el verano, la Diputación de València también pasa por el angosto trámite de la licencia extraordinaria y los promotores se resienten igualmente durante un proceso sin garantías legales y de altísimo riesgo económico. La otra situación también fue adelantada por este diario recientemente: dos inversores privados, por muy distintos motivos, planean la ubicación de un pabellón multiusos con actividad regular de conciertos nacionales e internacionales.
El contexto es relevante, aunque la relación de la Feria con la música en directo no es nueva. No obstante, buena parte del peso de la normativa actual entró en vigor a partir de octubre de 2015. Aunque antes los distintos espacios del complejo habían albergado muchos conciertos, precisamente aquel año la idea por parte de Feria era expansiva: 20 conciertos al año. Cifra muy similar, por cierto, a la de la Plaza de Toros de la actualidad, pero, por contra, cifra muy distinta a la actual del organismo. En busca de inversor para su explotación total o parcial, el mercado precisamente de Feria en ese escenario inmediato de gestión privada contaría con un detonante favorable de lograrse la anhelada "licencia estable" en los plazos estimados.