Viajando por España a golpe de cadera

Garnacha… chachachá

Hoy es viernes hedonista, artista. Y traemos una uva que por común no pierde el sentido, porque promete llevarnos por todo el país en presiozo recorrido a golpe de baile y cadera. Nos vamos de garnachas en viajecito saltarín y ojalá sin fin.

| 19/03/2021 | 4 min, 13 seg

Hablamos de la tinta, de origen incierto que extiende sus patitas por casi toda la península ibérica, por si acaso es su lugar de nacimiento. La encontramos en multitud de rinconcillos del amplio mundo, los que le dan lo que le gusta, calidez y poquito de lluvia… como a la escribiente aquí presente. Desde Cerdeña a Australia en modo isla, pasando por California con o sin mechas, hasta llegar al inevitable Ródano francés. Olalá.

Con primas blancas, tintoreras y hasta peludas, y tan guapas todas en su punto de maduras. Porque aunque a la nuestra le cuesta, cuando lo hace es capaz de abrirnos los ojos a su tiempo y su lugar. A paisajes tan dispares como bonitos. Con miradas desde el suelo hasta el cielo con su sello personal. Y así, entornamos párpados, abrimos persianas y salimos pitando para dar una vuelta bien resuelta con nuestra maleta llena de vinos de la España garnachera.

Empezando por el centrismo más centrado, en Madrid y con el Bernabeleva Carril del Rey 2018 (Bernabeleva). San Martín de Valdeiglesias en su edad adulta sin olvidar los recuerdos de niñez. Recorrido por montes pedregosos entre sinuosas curvas para llegar a lo más alto. La seriedad y el silencio que se rompe escribiendo en pizarra negruza. Y sin inmutarse ni un ápice, provoca desmayos de emoción con unos cruasanitos rellenos de jamón y queso.

Muy cerquita, en el Gredos avileño nos espera el Rico-Nuevo 2019 (Rico Nuevo Viticultores). Novedosa vuelta al pueblo de casas construidas con desparpajo. Sabroso de frutas gordotas y hierbas rústicas que queremos para puchero de largas horas en chupchup. Jugos que desprenden las matas mentoladas y mimadas. Hombretón con barbita de cuatro días y apariencia forastera que está en posesión de la verdad verdadera en el momento que se planta delante de un buen plato de cocido. 

Nos plantamos ahora en Toledo y entre amigos con el Ziríes 2014 (Bodegas Ziríes). Correteo saleroso entre frondosas zarzas y sus oscuras bayas. Jugamos a escondites mientras soñamos que nos las zampamos, hasta ponernos morados por fuera y por dentro. Con especias muy bien puestas y hojitas chicas de las ricas. Arropo que te envuelve en abrazo de los que te dan seguridad y un arroz hecho a pie de viña. 

Trepamos a La Rioja, tierra indispensable en nuestro periplo del día, que es todo alegría con el Alegre Valgañón Garnacha 2018 (Alegre Valgañón). Elaboración con raspón y su fudre que pide cariño y que se sirva sin parar. Porque es frescor seriecito que hace las cosas como se deben sin que nos tengamos que dejar el corazón en la operación. Y recogemos montones de frutas rojas para hacer un postre que seguirá a los caparrones que nos estamos comiendo.

Volando y levitando

Vuela que revuela subimos a Navarra con el Corral de los Altos 2018 (Viña Zorzal). Aire fresco que acaricia como seda. Piel que se vuelve de pollo para bien, porque nos hace sentir amados  con sus mentolados. Formalidad en forma de trayecto mirando paisajes que son memoria y añoranza. Lo que se fue y ahora queda, porque nos lo guardamos en el interior hasta darle salida disfrutando de tan bonita bebida con una menestra de temporada.

Hacemos paradita en Calatayud para echarnos unos cantes mientras le damos al Mimetic 2019 (Gallina de Piel Wines). Jovial de fruta total que llena boquitas a dos carrillos. Reflejo de una tierra con sus cosas que son las que pueden llegar a hacerla hermosa. La diversión de convertir en vacaciones el camino para darse un respiro. Agilidad vivaz y sin pretensiones que se convierte en pretendiente de un buen ternasco asado.

Levamos a Levante con el Scala Dei Garnatxa 2020 (Cellers Scala Dei). Priorat que crece entre riscos resbalosos que iluminan el sol con su reflejo. Montecillo pedregoso salpicado de frambuesitas y zarzamoras. Volúmenes de terciopelo que se amarra a la cintura para baile lento y seguro. Texturas especiadas que nos envuelven a nosotros y a los aromas de lo que se está cociendo, que no es otra cosa que una tortilla guisada.  

Terminamos la excursión en la jumillana Casa Castillo El Molar 2018 (Bodegas Casa Castillo). Hierbas desbocadas de paseo agreste entre matojos boscosos. Tonos que te mueven de acá para allá desde los frutales a los condimentos más variados. Naturalidad campechana de tomar al aire libre a la sombra de algún árbol, en mesa larga de madera y llena de embutidos, queso y mucho pan.

Así, rellenos de alegría y energía nos despedimos con algarabía, que volvemos en dos semanas, tía.

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