El mejor queso del planeta, a domicilio; como para salir de casa, ¿verdad?
Por culpa del puto Covid-19 estoy comiendo más queso que nunca: lo que me faltaba, pero es que qué os voy a contar que no sepáis, hedonistas —la vida sin queso es un campo yermo, la hora del almuerzo de un Ministerio, más triste “que un torero / al otro lado del telón de acero”. ¿Confinado? sí. ¿Sin queso? jamás.
Se juntas además dos felices coincidencias. La primera, uno de mis quesos favoritos acaba de alzarse con el Championship Cheese Contest (frente a 3.000 variedades) me refiero a Le Gruyère AOP, leche cruda procedente de vacas alimentadas con hierbas y pastos naturales en las montañas suizas. Y yo insisto: no hay quesos como los suizos, no los hay.
Piensa lo mismo Don Enric Canut, a quien conocí hace no muchos meses en Bérgamo, en un festival (ajá) sobre quesos, Le Gruyère es “un puñetazo directo de sabor que invita a seguir consumiéndolo sin parar en un efecto umami incontrolable y reconocible”; notas vegetales, flores, salinidad y esa sensación indescriptible en el paladar de crujir cristalitotos arenosos. Esto queso es una orgía.