VALÈNCIA. Hay una reflexión interna poco elaborada sobre la música en directo, el concepto de concierto y el momento actual. Algo que se rompe a partir de Napster y con los festivales de música como principales valedores de la experiencia. Si los grupos a los que uno desea están al alcance de la mano con toda su discografía, si el concierto es sinónimo de fiesta y telón de fondo de otras experiencias, ¿en qué lugar queda la música en vivo? Y a esto habría que añadir más ingredientes, como la accesibilidad al ídolo (redes sociales) y la deformación de la crítica, con un peso accidental frente al marketing discográfico.
A no todos los artistas les encaja igual toda esa realidad y, a estas alturas, parece evidente que Néstor Mir es uno de las más desencantados con el Nuevo Régimen. Este músico ha ido ampliando sus inquietudes hacia el campo de las artes escénicas hasta llegar La batalla vital. Después de embaucar a no pocos por el camino, desde hace casi dos años ha logrado que una idea haya servido para deambular por meses de improvisación y acabe siendo una dramaturgia –publicada por Alupa, con portada de Paula Bonet– y 12 fechas de representación: 17, 18 , 19, 22, 23, 24 y 25 de noviembre y el 2 y 3 de diciembre en Rambleta, y tres más en junio en Espacio Inestable.
Este miércoles Mir parecía satisfecho de haber logrado tanto con este proyecto que llega después de varias creaciones dramatúrgicas Pensión Morfini, El Ring, ¿Creéis que arderemos en el infierno?, después de haber sido el autor de los espacios sonoros para las obras, Bienvenido a casa, de Manuel Valls y dirigida por Eva Zapico, Azerbaijan, de Mertxe Aguilar o haber dispuesto la música en directo de Arbushto de Paco Zarzoso. La batalla vital incluye concierto, teatro, libro y varios videoclips. Toda una composición orquestal y en distintas direcciones para, finalmente, hablar de que "en la vida no hay mucha esperanza".
Dos parejas se encuentran en la encrucijada más cotidiana en esta obra donde una familia se desmorona en clave de tragicomedia. Entre canciones y con las actuaciones de Ester Martínez, Manuel Valls, Lucía Sáez e Iñaki Moral, la propia Zapico ha asesorado la ambiciosa puesta en escena del músico, director y dramaturgo. La obra forma parte del proyecto Graneros de Creación.
La pieza presenta a Emili y Elena, dos hermanos en plena crisis existencial. Él quiere ser escritor y le achaca a ella no haberlo conseguido porque siempre ha tenido que cuidar a sus padres. Elena, por su parte, está insatisfecha con su relación sentimental. Las parejas de ambos tampoco escapan de este calvario vital. La mujer de Emili quiere volver a quedarse embarazada. La pareja de Elena lleva más de cuatro años en paro. Con este panorama y las relaciones entre todos ellos resquebrajadas cualquier chispa puede hacer que todo salte por los aires. Una reunión en torno a una barbacoa acabará precipitándolo todo.
Mir ha querido reflejar "lo pringrados que somos en el día a día", un pensamiento del que se ha ido convenciendo después de desengañarse sobre la idea de "la vida del artista". A través de la música, el teatro y, en definitiva, la palabra, la idea de conflictos en un edificio lleva a la gente corriente a enfrentarse por lo que verdaderamente ocupa la vida para el autor. "Quería ofrecer una realidad en el teatro que no encontraba", comenta Mir que participó en una de las últimas ediciones de las residencias internacionales de autores Creador.es.