VALÈNCIA. Visita a museo, fotografía, stories, ubicación, like, emoticono de corazón. Vuelta a empezar. La forma de consumir la cultura ha cambiado sobremanera en la última década, una nueva estructura en la que compartir la experiencia es casi o más importante que vivirla. Esto, que un primer momento podría tratar sobre el concepto de ‘yo’, ha pasado a ser un comportamiento sistemático que ha obligado a los propios museos a cambiar sus reglas. De prohibir las fotografías a fomentar su uso a través de etiquetas específicas y campañas de comunicación orientadas a impulsar el selfie. Esto cambia la experiencia del usuario pero también la de un tercer receptor, quien no ha visto nunca las piezas fotografiadas en directo y las recibe únicamente a través de las redes sociales. Ya no depende de la calidad de impresión del libro de Historia del Arte cómo se intuya una pieza, sino del filtro que le aplique cada persona o el recorte que decida hacer.
Sobre estas cuestiones trata #Artnoise, una de las intervenciones urbanas con las que el festival de arte Intramurs ha tomado la ciudad de València. Es en la calle Derechos donde se despliegan algunas de las obras del arte español más reconocidas por todos, firmadas por pintores como Goya o El Greco. Sin embargo, lo hacen en un formato que poco tiene que ver con el original. Adaptadas a la pantalla de un smartphone y con filtros propios de Instagram, el colectivo LPACK en colaboración con Álvaro Peñalta ha querido reflexionar en torno a la forma en la que se consume arte aplicando unas orejitas de conejo a El caballero de la mano en el pecho. Cute, ¿no? El punto de partida del proyecto es esta cita de Carolina Reymúndez: “En los últimos años extraño lo privado en los museos. El goce íntimo de la forma y el color. El silencio. Entrar un momento a solas con Matisse, acercarme a los cielos ansiosos de Van Gogh, dejar que me rompan la cabeza las bombas cubistas de Picasso”. Sin embargo, la reflexión en torno a esta cuestión ha cambiado conforme se ha generado el proyecto. De la crítica a la observación.
“Comenzó siendo una crítica pero al final nos damos cuenta de que, aunque echemos de menos ese acto íntimo de disfrutar del arte, nosotros mismos vivimos las cosas así. Es más poner de manifiesto una realidad que criticarla. Justo estábamos sentados tomando una caña delante de carteles y nos hacía mucha gracia ver cómo la gente paraba para hacer una foto. Es una constatación de esa realidad”, explica María Chillida, una de las creadoras del colectivo que ha generado esta intervención, LPACK, formado también por Natxo Ramón, diseñador gráfico; Judit Vela, especializada en Bellas Artes; Jesús Sánchez, arquitecto e interiorista; y con la colaboración para esta acción de Álvaro Peñalta. Dedicados a trabajos de interiorismo, escaparatismo o diseño de stands para ferias, Intramurs les ofrece una “plataforma libre” mediante la que han querido poner en el foco de atención cómo se comunica el usuario con el arte.
Entre las piezas pasadas por el filtro de Instagram se encuentran las obras de Goya Saturno devorando a su hijo, debidamente acompañado del hashtag ‘Foodporn’, o la Duquesa de Alba, que comparte su look con la etiqueta ‘Outfit of the Day’. Confiesan los impulsores de la acción que la selección de obras fue lo más sencillo, pues optaron por un pequeño listado de piezas del barroco o romanticismo, fácilmente identificables por el público y en las que la intervención de emoticonos o encuestas de Instagram iba a ser más chocante. Pero no solo sobre el consumo rápido del arte reflexiona esta acción, pues también lo hace sobre las polémicas que se encienden rápido mediante las redes sociales. En este caso se han servido como ejemplo del debate en torno a la letra de la canción Quédate en Madrid de Mecano, que ha generado críticas por el uso de la palabra ‘mariconez’, que ahora el colectivo LPACK presenta impresa sobre La fragua de Vulcano de Velázquez.
“Queríamos que fuera una acción muy pegada a la actualidad. Guiños como el que hacemos con el tema de ‘mariconez’ queremos hacer referencia a todo lo efímero, como esto. Es una de esas falsas polémicas que, a quien le tiene que preocupar, no lo hace. Probablemente sea un proyecto que envejezca mal, pero así tiene que ser”, explica Maria Chillida. Efectivamente, es un proyecto nacido para morir, aunque esto no quiere decir que no pueda tener continuidad con nuevas interpretaciones de obras de arte. “Nos gustaría que tuviera vida más allá de intramurs. Por su fugacidad, podría actualizarse cada dos semanas”. La cuestión es compartir.