La tierra se ha convertido en fango. Bajo la gruesa capa de barro y cañas hay cosechas perdidas, maquinaria y proyectos de vida basados en el agro. Pero si hay un sector que históricamente ha sabido rebrotar ese es la agricultura.
“El río crecía. Las aguas rojas y gelatinosas, como arcilla líquida, chocaban contra las pilastras de los puentes, hirviendo como montones removidos de hojas secas”. En 1900, Vicente Blasco Ibáñez pintaba una novela naturalista de vidas, en este caso, alzireñas, que vivían sin preocuparse por la fuerza de la lluvia, exceptuando si el agua provenía de la Serranía de Cuenca. Ante la catástrofe, los pobladores se encomiendan al patrón. Ochenta años antes Jovellanos, en su pureza ilustrada, se encomienda a la razón y a los dirigentes para que diriman entre los diversos asuntos que afectan a la agricultura.
Informe de la sociedad económica de Madrid al Real y Supremo Consejo de Castilla en el expediente de ley agraria, extendido por su individuo de número el señor don Gaspar Melchor de Jovellanos, a nombre de la junta encargada de su formación, más conocido como Informe sobre la Ley Agraria es el texto de Jovellanos en el que, entre otras cosas, se señalan los «estorbos políticos o derivados de la legislación». Gran tema, mejor asunto de debate, que en el horizonte de expectativas postdana inquieta a las decenas de personas del sector agrícola que han sufrido de una forma u otra los efectos devastadores de la catástrofe natural que especialmente azotó l’Horta sud.
«Cuando la Sociedad consideró la legislación castellana con respecto a la agricultura, no pudo dejar de asombrarse a vista de la muchedumbre de leyes que encierran nuestros códigos sobre un objeto tan sencillo. ¿Se atreverá a pronunciar ante Vuestra Alteza que la mayor parte de ellas han sido y son o del todo contrarias, o muy dañosas, o por lo menos inútiles a su fin? Pero, ¿por qué ha de callar una verdad que Vuestra Alteza mismo reconoce cuando, por un rasgo tan propio de su celo como de su sabiduría, se ocupa en reformar de raíz esta preciosa parte de nuestra legislación?», leemos en el informe. El laberinto burocrático es, precisamente, una de las preocupaciones de los afectados. Desde la Associació Valenciana d'Agricultors (AVA-ASAJA), que ha estado coordinándose con sus homólogas en otros municipios, aplauden las ayudas son bienvenidas pero demandan medidas adicionales y sobre todo «una mayor concreción en la manera de solicitarlas».
Valoran «la respuesta inmediata, que incluye ayudas para restaurar cultivos, ganado y maquinaria. Se solicita la máxima celeridad y refuerzo económico de las ayudas, como ayudas directas para todos los titulares de explotaciones agrarias afectadas y una línea urgente para tratamientos fungicidas, para que los agricultores y ganaderos puedan retomar su actividad de manera rápida, efectiva y segura». Retomar la actividad es esencial para no perder la cartera de clientes y amortiguar las nuevas inversiones, porque la dana no solo se ha llevado cosechas: el agua embarrada ha arrasado con casetas de aperos, naves, maquinaria agrícola, invernaderos, vehículos… desde AVA-ASAJA insisten en que su labor, ya comenzada, es centralizar las demandas y negociaciones, pero que aún se encuentran en una fase inicial. «Muchos de nuestros socios aún se encuentran realizando tareas humanitarias. Queremos destacar cómo han cooperado entre compañeros y contribuyendo con su maquinaria a mover coches atascados, quitar barro…».
Entre todo el dolor también han surgido iniciativas brillantes. Marc Ferri, activista por el territorio y miembro del colectivo Per l'Horta, nos explica en qué consiste #CultivemSolidaritat per l'agricultura familiar valenciana, un proyecto que pone el foco en el minifundio y las pequeñas empresas agrícolas que trabajan y apuestan día a día por un trabajo de proximidad vinculado al territorio y las personas que alimentan. «En estos primeros días de emergencia, asegurar el derecho a la alimentación de las poblaciones afectadas ha sido una de las prioridades. Ahora es el momento de asegurar que esta alimentación va más allá de productos no perecederos y procesados, y se garantice el acceso a productos frescos y de proximidad que permitan a los y las agricultoras valencianas una fuente de ingresos estable».
Para Ferri «lo más chulo es que hemos hecho frente a la situación trabajando en red para dar apoyo y coordinar a personas inmersas en una problemática compleja. En la zona de la huerta sur nos encontramos con un sector agrario envejecido, presiones urbanísticas… con la dana hay un peligro evidente de abandono de proyectos agrícolas. Muchos agricultores son mayores y dudan sobre si comenzar de cero, volviendo a plantar… otros están buscando terrenos en la huerta norte para poder reconstruir sus empresas lo antes posible».
#CultivemSolidaritat es una iniciativa coordinada por CERAI, Per l’Horta, CCPV-COAG, Mundubat, Justicia Alimentaria, Fundació Assut y SEAE. Piden, como es evidente, que se depuren las responsabilidades políticas y administrativas a corto plazo y al largo, mayor consciencia. «Concienciación medioambiental, controlar la expansión urbanística, proteger la huerta, frenar la cimentación de zonas inundables… el terreno agrícola interviene en el factor velocidad, frenando el desplazamiento del agua. La tierra permea, tiene mucha capacidad de absorción y si bien no evita que haya una riada, sí minimiza sus efectos y permite ganar tiempo. Que la huerta se inunde es una cuestión menor cuando hay riesgo para la vida humana. El campo es un espacio sacrificable».