La Innocència, La Banda o Asamblea hacen sacar músculo al cine hecho en la Comunitat
VALÈNCIA. Hoy se celebran los II Premis de l'Audiovisual, una gala que busca ser el altavoz de la industria y el talento del sector en la Comunitat, desde la creación hasta el equipo técnico. El año pasado, el ganador absoluto fue El Desentierro, un film que si bien podía presumir de una buena producción, difícilmente vista anteriormente en València, no tuvo el recorrido y el eco en el panorama nacional que se esperaba. Al final, esto de los premios no dejan de ser un reconocimiento del mundo audiovisual que acaba teniendo muchas veces una repercusión mucho menor que una campaña repetitiva en televisión. Dicho esto, hoy es un buen día para evaluar qué ha dado de sí el año en el cine valenciano, y cabe decir que la cosecha ha sido notable, con varios títulos para el recuerdo y para mantener la esperanza de que el listón sube año tras año. Aquí un repaso de algunos de estos films.
La Innocència es, sin duda, el mirlo blanco de este año. La historia se centra en el verano de Lis en Traiguera. Con sus quince años, la joven busca despreocuparse y soñar con su futuro. Todo se tuerce cuando la relación con un chico mayor que ella se descontrola con consecuencias que pueden ser vitales, y poco entendidas en una familia esquemáticamente patriarcal.
El film de Lucía Alemany cuenta una historia genuinamente ambientada en la Comunitat, con personajes hablando en valenciano y, sin embargo, con un carácter universal que ha merecido un sitio (y una buena recepción por parte de la crítica) en el pasado Festival de San Sebastián. La mirada desprejuiciada de Alemany acaba formando un retrato sincero, sin ninguna interpretación errática ni giros de guion molestos. Es, ante todo, el triunfo de que menos posiblemente sea más.
Aunque estas cosas no se pueden decir en voz alta, es previsible que esta película sea una de las producciones valencianas que llegue a Los Goya, con una posible nominación a Alemany como directora novel, al menos.
Que un profesional como Fernando Bovaria (productor de cabecera de Amenábar) apostara por un debut cinematográfico, podía hacer esperar un proyecto muy ambicioso, pero La Banda en realidad lo que respira es sencillez. El film de Roberto Bueso cuenta la historia de Edu, un músico valenciano trasladado a Londres para cumplir su sueño de ser músico profesional y que desencantado, vuelve al pueblo unos días para asistir a la boda de su hermano. El reencuentro con sus amigos de toda la vida, su familia, y un amor frustrado de la infancia le harán preguntarse si su sitio está en Reino Unido o València, en una batalla en el que la novia de su mejor amigo va a tener mucho que decir.
El amor en realidad es lo que menos importa del film. La historia en realidad habla de saber decir adiós a las cosas con unas interpretaciones no profesionales destacadísimas, un retrato del pueblo valenciano y de su relación con la música ejemplar y una sencillez en sus diálogos que le hacen valer la pena.
El film de Bueso, rodado en buena parte en valenciano, se pudo estrenar en Málaga y recibió alguna calurosa crítica. Sin embargo, la capacidad comercial de esta es realmente limitada. ¿Hace falta ser un blockbuster para disfrutar? En realidad no, La Banda será muy disfrutable para cualquier persona que tenga estima o nostalgia por la vida en el poble.
El viaje de Marta (Staff Only) no tiene la gran simpatía de los académicos valencianos porque, en realidad, la realizadora y guionista de la cinta, Neús Ballús, así como gran parte de su equipo, no son valencianos. Pasó el año pasado con Perfectos Desconocidos, que fue además la cinta con más nominaciones. Sin embargo, hay que admitirlo: la fórmula de la co-producción valenciana (en este caso, la pata local recala en Lina Badenes y Turanga Films) consigue que algunos profesionales de aquí tengan posibilidad de trabajar en producciones menos modestas y creativamente más flexibles.
Cuestiones poco cinematográficas a parte, El viaje de Marta (Staff Only) es otra película para el recuerdo. Al igual que La Innocència, se trata de un retrato genuino y ajustado de la adolescencia. En este caso, Marta viaja con su padre y su hermano a Senegal, y se alojan en un resort para turistas occidentales, donde descubrirá una sensibilidad especial que le hará intentar mantener relaciones de tú a tú con dos de sus trabajadores; este propósito le genera no pocos conflictos internos y con su propio padre.
El film desprende sensibilidad, sin sentimentalismo. La cámara de Ballús se arriesga cuando tiene que hacerlo y se planta también cuando así lo requiere la historia. Otra vez, Sergi López hace de figura patriarcal excelente. Pero la interpretación que más destaca es la no-profesional Elena Andrada. El viaje de Marta puede no ser un gran paso adelante en la carrera de Neús Ballús, pero sí es una buena película que merece nuestra atención.
El ritmo con el que Montoya ha conseguido sacar adelante este primer largometraje es de obligado reconocimiento. El elenco sabe perfectamente lo que hacer, y el film, a pesar de conservar algunas coletillas erráticas del teatro, consigue un muy buen resultado y sabe decir adiós cuando toca.
Cuando se habla de película generacional, muchas veces se peca de pensar únicamente en la juventud. María Ripoll, y el guion de María Mínguez demuestran que no. Los treinta-cuarenta añeros ya tienen una película que resuman algunas de sus fortalezas y debilidades.
Vivir dos veces cuenta la historia de Emilio (Óscar Martínez), un profesor de universidad jubilado al que le diagnostican alzheimer. Será entonces cuando decida emprender un viaje para conocer al amor de su vida, que perdió tras su infancia. Lo hará de la mano de su propia hija, su nieta y su yerno (interpretados, respectivamente, por Inma Cuesta, Mafalda Carbonell y Nacho López).
Una historia rodada convencionalmente, sin experimento visual ni narrativo alguno, pero que despierta -de manera carismática- una empatía a la que otras películas no acceden nunca. Un film cómico, con gags más o menos acertados, pero que díficilmente arrancaba menos de tres o cuatro risas en el público, y sobre todo, una bomba emocional que no para de crecer en la medida en la que va avanzando el metraje. Con todo esto, ha conseguido ser la película con más nominaciones a estos premios.