Los talento shows de la cocina también tienen sus consecuencias en la propuesta gastronómica de la ciudad. La carta del nuevo restaurante valenciano propone cuatro performances en las que el comensal comparte con la compañía el arte de darle el último punto a la receta
VALÈNCIA. Los talent show de la cocina tienen sus daños colaterales y algún beneficio. Entre alguno de los primeros se encuentra la lapidación de finiquitos bajo la feliz idea de abrirse un gastrobar y entre alguno de los segundos, por ejemplo, la idea de que cocinarse en casa ya debería haber superado el ritual que conecta cada noche ultraprocesados y congelados (con aceite hirviendo). Total, que hasta el más zote de los amigos se patrocina una tartera de salsa romesco y la más intrépida de las colegas nos deleita con una barra de sushi que quién se lo hubiera dicho en sus años de erasmus y pasta cocida.
En el estadio gastronómico hay algunas iniciativas que empiezan a permear la posibilidad de que los cocinillas metan mano en la cocina de alguna manera. En esta serie que en adelante atenderá aleatoriamente las cuatro cosas random de turno, hemos encontrado nada menos que cuatro propuestas 'háztelo tú mismo' en Àtic, el restaurante y terraza de moda. La cosa –de momento– no va de ir con el mandil a cenar, pero da pie a que los comensales agracien el plato con el último toque. La idea de su chef ejecutivo, Nicolás Román, es la de "mostrar el otro lado de la comida, el lado lúdico e interactivo".
Sin escatimar en la calidad de las materias primas, el restaurante ha diseñado una serie de pantallas interactivas que los camareros explican convenientemente en la sala (o terraza). "La idea es que los platos vuelvan a ser elemento de socialización", dice Román. Una socialización que hay que controlar, no sea que se nos vaya el punto de sal y acabemos enfrentándonos en la fraternidad. Por eso, una vez puestos en común las bases, podemos dar paso al auto-banquete.
Berenjena al Josper 1969
Es el DIY veggie de la escena. O sea, el plato interactivo para vegetarianos y amigos de la verdura fresca. En concreto, una berenjena de carnes magras y blanquecinas enriquecida con la brasa del horno Josper. Se abre en la mesa el fruto y se mezcla con salsas de melaza y yogur. Ahí es donde participa la concurrencia, ya que todos los platos se sirven con dosificadores y son estos los que deciden hasta dónde avanzarse con el último toque a este plato.
Un ceviche de corvina
Y, precisamente, si hay un plato sensible de su toque final, ese puede ser el ceviche. Los hay muchos en València, pero pocos interactivos. Sinónimo de verano, esta receta ya establecida en España tira de corvina en el caso de Àtic de Palau Alameda. Corvina "de milla cero", en referencia a la Llotja y la huerta valenciana de proximidad del plato. Este pescado se presenta ya totalmente limpio en los habituales cubos del ceviche y pasa a la interacción de los clientes. Los cítricos deben aplicarse para una maceración breve, pero en este caso todo funciona de manera intuitiva.
Steak tartar DIY
Pocos manjares cárnicos más irresistibles que un tartar. Hemos disfrutado (léase salivado) a unos centímetros de esos camareros que lo preparaban al gusto a escasos centímetros de la mesa. Pero, como creemos en aquello de renovarse o morir, sin tirar de cuchillo, en este caso Román propone que los comensales le den el toque del Turia al plato. En la mesa, este plato original de la cocina francesa no se priva de la carne de vacuno "de excelente calidad" muy picada a cuchillo. El juego viene con el aliño, que puede aplicarle mostaza a la antigua, salsa perrins, yema de huevo, pepinillos, vinagre, alcaparras...
Y Sophia Loren nos recomienda el cuarto interactivo
Dicen que el Tonnato Piamontés es el plato favorito de Sophia Loren de toda la cocina italiana. Dicen. En Àtic se sirve con cocas de dacsa y se sirve frío, ¿pero de qué consta? Pues su corazón es un brisket de ternera "asada 36 horas a 60º y cortada a tiras muy finas". En este caso, juegan un papel muy importante las salsas y el punto de ácido que en sala nos deben advertir para regular dentro de la interacción con el plato. Eso sí, el punto que aportan las cocas de harina de maíz (capturadas de Rótova, cerca de Gandia) sirven para rematar esta propuesta jugona de la oferta gastronómica valenciana.