TURISMO EN CASTELLÓN

Motivos apetecibles para visitar la Plana de l'Arc

Aceites, quesos, vinos... Los municipios del Norte de Castellón tienen una despensa por asaltar

| 18/12/2020 | 8 min, 39 seg

La despensa de la Comunitat es rica y nunca dejará de sorprendernos. Más allá de las redes de la costa, o de las carnes y embutidos de la serranía interior, hay un sinfín de territorios donde se cultivan productos hortícolas de primera calidad y se trabaja la ganadería de manera artesanal. Es el caso de la Plana de l'Arc, una agrupación de municipios pertenecientes a la comarca de la Plana Alta, al Norte de Castellón. De un tiempo a esta parte, se han unido en una nueva marca turística para poner en valor sus virtudes territoriales, que en buena parte pasan por un gran legado gastronómico. Aceites, vinos, fruta y verdura capaces de mejorar cualquier cocina.

La Plana de l'Arc toma su nombre del arco romano que se encuentra en mitad del territorio, una planicie que no supera los 300 metros de altura, con vistas al macizo de Peñagolosa y envuelta de cadenas de montañas. Esta singular orografía protege la zona de las inclemencias meteorológicas y permite, no solo disfrutar de un gran paraje natural, sino que se extiendan cultivos centenarios como el almendro, el olivo y la vid. Los siete municipios que componen el conglomerado son Cabanes -en cuyas afueras se encuentra el citado monumento romano-, Villafamés, Benlloc, La Vall d'Alba, La Torre d'en Doménec, Coves de Vinromà,  y Vilanova d'Alcolea. Localidades con una tradición compartida, pero singulares en sí mismas.

Más allá de los vestigios históricos, las pinturas rupestres y los bienes patrimoniales; además de los parajes naturales, las reservas de flora y fauna, y las rutas que invitan al deporte; busquemos los motivos más apetecibles para visitar estos municipios del Norte de la Comunitat. Enclaves que nos invitan practicar el turismo slow, sin alterar la esencia del entorno, sino admirando y respetando sus cualidades de manera tranquila y respetuosa. Y a su vez, una zona de Castellón donde es muy fácil satisfacer el estómago a cuenta del buen hacer de mucha generaciones, tanto en materia de agricultura y ganadería, como al trabajar los productos en las cocinas y los hornos. Porque si algo tiene la Plana es eso: producto. Y también talento para sacarle partido.

La riqueza de la despensa

En cada municipio de Plana de l'Arc, el paisaje se dibuja gracias al cultivo de olivos, viñedos y almendros, con los que se elaboran productos de tradición única, gran calidad y tratamiento ecológico. Todos ellos permiten nutrir una gastronomía creativa con sabor a arraigo.

  • Vinos de Castellón. La viticultura ha sido una actividad tradicional en Castellón, que durante unos años no ha recibido la atención merecida. En los últimos tiempos, nuevas generaciones han querido recuperar el legado de sus ancestros y han impulsado la Indicación Geográfica Protegida (IGP) de Vins de les Terres de Castelló. Las bodegas que pertenecen al sello cumplen con rigurosos parámetros analíticos y organolépticos en sus bebidas. Hay tintos, blancos y rosados; vinos dulces y envejecidos; destacando las variedades de uva Bobal y Chardonay. Algunas de las firmas más populares se ubican, precisamente, en Villafamés, la Vall D’Alba, Benlloc o Cabanes. A su vez, se conserva la elaboración artesanal y el destilado de bebidas espirituosas, como mistelas, anisados, absentas y cazallas. Y de ahí, un elemento muy típico de Castellón: su carajillo.
  • AOVE. Que el reino del aceite está en Castellón no es nuevo para Guía Hedonista, pero más allá del Maestrat, en la Plana de l'Arc hay olivos centenarios y variedades singulares. El cultivo en la zona se remonta a la época romana y, desde entonces, se trata de una actividad atomizada, ejercida por pequeños agricultores, que trabajan las variedades autóctonas con altos estándares de calidad. El resultado: aceites de oliva virgen extra (AOVE) reconocidos en todo el mundo. La cooperativa agrícola Oleícola del Penyagolosa integra a los productores de Cabanes, Vilafamés y la Pobla Tornesa, zonas de gran actividad. Su materia prima es de primera calidad, gracias a que trabajan con aceitunas recogidas del árbol y molturadas antes de las 24 horas desde su recolección.

  • Turrones tradicionales. Ahora que llega la Navidad, ¿por qué no volverse hacia uno de los dulces más autóctonos de la Comunitat? En Benlloc encontramos Turrones Agut, una firma pequeña y familiar, que todavía reproduce las recetas de turrones y mazapanes de las generaciones anteriores. Así lo cuenta Angelita: "Esto empezó por mis abuelos en el año 1915, siguiendo mis padres en el año 1955 y continuando yo en el año 1978. Desde entonces, preparamos turrón durante todo el año, para ir a venderlo los domingos en las ermitas y ferias de la Comunitat". Sus métodos de elaboración tradicional, siempre con ingredientes naturales y de primera calidad, como la almendra marcona de la Plana Alta o la miel de romero, garantizan un resultado auténtico y son signo de distinción de la zona.
  • Quesos artesanos. Los ingredientes de la provincia de Castellón revelan una tierra ganadera, en la que también cabe destacar su producción lechera y, en consecuencia, una producción de queso nunca lo suficientemente reconocida. Lo cierto es que hay muchas queserías artesanas que, no solo tienen leche con altos estándares de calidad, sino que la trabajan siguiendo métodos de elaboración arraigados. Un ejemplo es Tot de Poble, en Les Coves de Vinromà. A cargo de una pareja, Óscar y Mayte, que después de formarse entre los mejores artesanos, decidieron embarcarse en esta aventura. "Con esfuerzo e ilusión, hemos logrado resultados que nos han sorprendido incluso a nosotros mismos", aseguran. Producen variedades curadas, semicuradas, de leche cruda, con hierbas, trufa... Su queso curado La Mosquera fue reconocido como el segundo mejor de España.
  • Melocotones de Cabanes. El melocotón es una fruta de verano que, sin embargo, adquiere matices diferentes dependiendo de donde se cultive. Los que provienen de Cabanes empiezan su temporada en junio, y se esfuman con el verano, pero son afamados por trabajarse en secano y lograr un sabor mucho más intenso que el resto. Cultivar fruta en secano es prácticamente imposible, en un tiempo en que lo primero que se busca es la vistosidad y el tamaño, pero la obstinación de los agricultores de la zona ha logrado aunar la calidad y la rentabilidad en el mercado. Así que cuando salga el Sol y veas el cartel de 'Cabanes' sobre la fruta, contarás con la garantía de sabor de la Plana de l'Arc.

  • Frutos secos. Solemos relacionar Castellón con la producción de fruta fresca. No en vano, hasta 39 municipios de la provincia están dentro de la IGP Cítricos Valencianos y las mandarinas clementinas son una variedad típica de la provincia. Sin embargo, nos olvidamos de que también es tierra de frutos secos, cuyo cultivo se remonta a tiempos remotos, y suelen encontrarse habitualmente sobre las mesas o integrados en recetas de repostería. Un caso singular es el de las almendras. La superficie que se le dedica en la Comunitat es de 56.367 hectáreas, de las que el 30% se sitúa en Castellón, ligeramente por detrás de Valencia. Predominan las variedades como la Marcona o la Guara.

Las virtudes de la repostería de la Plana

De acuerdo que en el Mediterráneo se trabajan las masas de manera excepcional, pero el caso de Castellón, y en concreto de la Plana de l'Arc, es excepcional por cuanto goza de una gran tradición de hornos artesanales y de una enorme variedad de recetas reposteras. Son famosas las variedades de coca, desde la malfeta -que se elabora durante todo el año- a la de Castelló-con patata en lugar de harina-. También está el pánolí, que contiene en su interior confitura de calabaza o boniato. Y en las celebraciones familiares, son muy populares los pastissos, mostatxons, rollets d'anis o figues albardaes, generalmente acompañados de una copita de mistela. 

Alta cocina y bares de siempre

Ya lo dijimos una vez: Castellón es cada vez menos invisible en la primera plana gastronómica. Hasta hace pocos años, la gran oferta de productos -alcachofas, trufa, queso, langostinos o cítricos- nos hacía creer que estábamos ante una despensa, en lugar de una promesa de la restauración. Pero la renovación ha empezado, y es tan imparable como en Valencia o Alicante. Hay numerosos cocineros que han venido a demostrar lo bien que saben tratar la riqueza de la tierra, y ahí están los dos tótems con Estrella Michelin: Cal Paradís de Miguel Barrera (Vall d’Alba) y Raúl Resino (Benicarló). El primero, por cierto, de la Plana de l'Arc. En la casa del chef Barrera el producto local se pone al servicio de la creatividad: tomate de penjar, sardina de bota, cordero del Maestrazgo y la responsabilidad de haber abierto la senda de la vanguardia

No obstante, más allá del estrellato, es casi imposible comer mal en esta zona de Castellón, que está repleta de comercios y bares de toda la vida. Los pueblos de la Plana de l'Arc presumen de tradición y calidad gastronómica, basada en la elaboración típica y artesana. Se puede disfrutar con el guiso de cuchara, el producto más genuino y hasta el típico almuerzo de Castellón, no apto para estómagos cobardes, porque siempre es a base de embutido y huevo. Con suerte, el pan del bocadillo vendrá de algún horno tradicional -en Benlloc elaboran un pan de aceite y pimentón exquisito- y el condimento, de las carnicerías de a zona, que trabajan con su misma ganadería para elaborar los embutidos. Si vas a viajar a la Plana de l'Arc, haz hambre.

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