VALÈNCIA. En la litera de arriba del pop se encuentra su hermano adolescente, siempre va despeluchado y alguna que otra vez va con la ropa llena de manchas. Se hace llamar tontipop, pero no tiene nada de estúpido. ¿Su don? Adornar con melodías dulces las verdades más dolorosas, ponerles una nota musical agradable y lanzarlas al mundo, para hacer reflexionar a quien las escuche solo cuando se pare a analizarlas atentamente, no en una fiesta cualquiera. Muchas bandas emergentes son abanderadas de este género, en el que encuentran una forma de contar su realidad con un tono más sutil y divertido, con el que pueden lanzarse a la piscina con algo que no sea "tan serio".
Dentro de este universo se encuentra la banda valenciana Nanas, que publica ahora su primer EP no había río, que nace precisamente de la necesidad de "sacar algo" en una intención que se puede resumir en un pareado: “Queríamos hacer algo y no sabíamos bien el qué, así que cogimos lo que nos gustaba e hicimos un EP”. Bajo esta premisa Oriana Molina, Pau Torres, El Puma y Haruel Tosun recopilan los temas “que más les gustan y que más tocan en los conciertos” para generar este trabajo que, tal y como lo explica Molina, les sirve como carta de presentación dentro del “mundillo” musical: “Este EP refleja nuestra evolución como banda y refleja cómo cada cosa que componemos es muy diferente a la siguiente. También mezclamos todo tipo de géneros y cantamos lo que más nos gusta y lo que creemos que más conecta con la gente”, añade la cantante y compositora.
En no había río, la banda hace un canto a la maduración, tanto emocional como musical, para presentarse al mundo desde su “naturaleza más pura”, que se refleja en el concepto creativo del álbum: “Todos estamos muy ligados a la idea de la naturaleza, en esta estética encontramos el quienes somos y mostramos algo divertido e infantil que a la vez es maduro”, señala Torres, “escribimos las canciones en un momento de adolescencia en el que estamos entre la infancia y la idea de ser adultos. Tenemos esa madurez, pero a la vez está el niño interior que no queremos soltar”. Siguiendo esta idea, estos cuatro veinteañeros le escriben canciones al duende en carricoche y a plutón, mientras maldicen el momento cuando llegan las diez y se acuerdan de alguien de quien podrían estar enamorados.
A través de seis temas, y en menos de media hora, Nanas repasa todo tipo de estados emocionales: desde la pena hasta la ira, pasando por la desazón de un amor no correspondido. Torres añade que las letras, muchas de ellas escritas en esa “etapa adolescente”, reflejan en qué momento se encuentran como grupo y en lo personal, por lo que a lo largo de los años se les han ido mezclando todo tipo de historias y melodías. Una vez escrita la letra, analizan cómo las “abrazan” con la música y experimentan para encontrar la nota perfecta. “Cada canción nace primero de la letra, la melodía va saliendo con la marcha. Componemos sobre la marcha y así van saliendo cosas con un estilo muy nuestro”, explica Torres, quien celebra que este trabajo es el vivo reflejo de su crecimiento en "lo musical".
Con melodías que bailan entre el tontipop y los ritmos metaleros, como en el tema mosquita muerta, la banda consigue “romantizar” sus momentos vitales más banales, que ahora tienen cabida en este álbum. Temas como eris, de los primeros que escribieron Torres y Molina, añaden un “efecto poético” a algo tan odioso como un personaje tóxico que se vuelve protagonista: “La pena que se siembra en el corazón la siento tan adentro cuando entras en la habitación (...) Ayer te vi andando dejando detrás de ti un rastro de flores marchitas” cantan algunos de sus versos, a los les sigue una voz en off que dice que este personaje haría enloquecer a cualquiera "solo con su existencia".
“Las canciones hablan del momento en el que vivimos algo y sobre cómo experimentamos las cosas”, añade Torres sobre su enfado en mosquita muerta, “cuando escribí el tema era demasiado literal y fue Oriana quien me ayudó a rebajarlo, pensamos en intentar ser menos obvios y darle un poco de poesía”, puntualiza sobre la forma final que toma la canción. Con estas modificaciones, y con sus letras, demuestran que contenedor y contenido son igual de importantes, aunque no siempre vayan de la mano: “Sonamos estilo “tonti” porque intentamos hacer música alegre, pero al final las cosas son las que son, el concepto puede ser serio, aunque tenga un ritmo divertido”, apunta Molina entre melodías desenfadadas.
Entre la realidad y los sueños, Nanas se pierde en un paseo en el que, al final no había río, pero había mucho más: duendes, mosquitas muertas y cuatro cantantes y compositores -ya no tan adolescentes- que buscan sus nuevas vías de expresión a través de su propio universo musical, en el que cada pequeño desquicie y reflexión tienen cabida.
'O' ha sido compuesto por Marta Domingo (Mani Dii); co-producido, mezclado y masterizado por Aaron Morris (Otro) y las voces han sido grabadas en Karl Sound, Alboraya (València). La fotografía/arte es de María Caparrós; MUAH de Meritxell Quevedo y estilismo de Mayte Oliver