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ENTREVISTA

 Rafa Maluenda: "No tengo apego al cargo, pero sí al festival"

El director de Cinema Jove afronta su décimo séptimo festival en un primer año tras el cambio de Gobierno autonómico en el que ha sido ratificado y ha afrontado un colapso en la gestión por un recurso judicial

10/06/2016 - 

VALENCIA. En el año 2000, tras una edición en la que José Luis Rado (el segundo director de Cinema Jove tras el inicial Mario Viché) había compatibilizado su cargo con el recién creado IVAC, Rafa Maluenda asumía la dirección del festival de cine. Era la promoción de un colaborador de Rado y la apuesta por una política continuista para el certamen de jóvenes cineastas. El joven responsable entendió entonces que se iniciaba un periplo "de aprendizaje", "para el que no estaba preparado", "que pensaba que duraría unos pocos años", pero que se ha prolongado convirtiéndole en su gestor principal durante 17 ediciones.

Este viernes se presentaba su trigésimo primera entrega, una nueva propuesta entre urgencias e incertidumbre. Desde que en el año 2008 se iniciara los recortes en su presupuesto, Cinema Jove se ha ido apocando. De las razones de esta regresión económica y de posición en el saturado escenario de festivales europeo y español da su visión el director del certamen, "confirmado" en su cargo por el nuevo Gobierno autonómico del que depende, por el cual se siente "respaldado" y con quien confía ir recuperando recursos para volver al imaginario de los nuevos creadores de todo el mundo como un encuentro imprescindible.

-Con importantes vicisitudes en el camino, ya es una realidad la trigésimo primera edición de Cinema Jove. ¿Cómo la definirías?
-Es un producto de mucha caldiad. Rithy Panh, el ciclo Hitchcock/Truffaut y toda su diversidad. La sección oficial, que es lo que imprime carácter al festival y proyecciones como Los comensales (Sergio Villanueva, 2016), los cortometrajes, las webseries... todo ello representa una oferta diversa y eso es muy positivo. Hemos podido crear una programación atractiva y me siento satisfecho de que haya podido ser así.

-Has declarado en distintas ocasiones que las condiciones de tiempos -solo el director trabaja durante todo el año- y recursos no son las idóneas.
-No son las condiciones para ser un festival. La actual situación tiene que ser forzosamente una excepcionalidad. No se puede convertir en norma y estoy tranquilo una vez que esto se ha asumido [por parte del Gobierno autonómico]. Abel Guarinos ha entrado con mucha fuerza, con voluntad de hacer cosas [nuevo director de CulturArts, de donde 'cuelga' Cinema Jove]. Es un hombre de cultura que escucha y aporta, pero en este sentido que comentamos, la próxima edición será de otra manera. Ahora estamos volcados en esta, pero luego habrá que ver cómo es la trigésimo segura y, eso sí, puedo decir que me siento respaldado, con todo el apoyo del mundo.

-Fuentes de la Conselleria concretaron a Valencia Plaza hace meses que el momento para sacar a concurso la dirección de Cinema Jove llegaría en un futuro próximo, al hilo del Código de Buenas Prácticas y una vez asentadas las direcciones de CulturArts y Consorcio de Museos así como las provisionales subdirecciones. A ti se te ha transmitido otra cosa.
-Bueno, es que Guarinos ha declarado recientemente en una entrevista que esos puestos no los va a cuestionar. Ni el de Cinema Jove, decía, ni el de Sagunt a Escena [Juan Vicente Martínez Luciano, nombrado, a priori, con carácter provisional para sacar adelante la edición de este año]. Yo seguiré haciendo el festival como creo que se debe hacer. No es algo en lo que piense y no creo que sea la persona adecuada para opinar sobre ello. 

-¿Tienes apego al cargo?
-No tengo apego al cargo. Es mi décimo séptima edición. Cuando me nombraron pensaba que era un periplo de aprendizaje, no estaba preparado... Pensé que era un impass y que luego seguiría en el mundo del cine buscándome la vida, pero con la marcha de Rado y el argumento de la continuidad, me cae a mí. Es algo que me pone muy contento, porque trabajaba en el cine y tenía claro que quería seguir en ello. Pero recuerdo que pensé que estaba allí mientras encontraban a alguien adecuado, así que pensé: aceptemos este reto y luego sigamos haciendo cine. Y ya se sabe que, a veces, en la administración la provisionalidad es una cuestión eterna. Han pasado todos estos años y, con todos mis errores, se me habrá valorado. Así que no le tengo apego al cargo, pero si al festival. Es a lo que entrego las horas del día aun en los momentos más complicados. El festival aúna muchas facetas del cine y me motiva especialmente el lado de la formación. Para mí es ilusionante cuando ahora veo a los chavales del Film Camp [nueva experiencia de taller y formativa de Cinema Jove que ya está en activo estos días].

-Después de estas 17 ediciones, ¿qué etapas ha vivido el festival contigo al frente?
-Cuando llego, después de haber vivido mi experiencia como espectador primero, luego participando en tres ocasiones como cortometrajista y luego en el equipo de trabajo, veo que hay dos líneas a seguir que son clave: juventud e internacionalidad. La primera etapa es cuando, en torno a 2003, decidimos que los largometrajes que se proyecten en Cinema Jove sean estreno en España. Esto pone al festival a competir con la primera línea de festivales españoles especializados. La segunda etapa la marca cuando, en torno a 2007, eliminamos la barrera de la edad máxima para competir. Joven es la película, aquello a lo que atribuimos los valores de un cineasta con inconformista, que innova, que no cae en clichés. Es una etapa que también coincide con la eclosión de las nuevas teconologías que permite un mayor acceso a la producción, pero también a nosotros, a nivel interno, nos hace dar el salto a las redes sociales muy prematuramente; de hecho, algunos recelaban de ello. Pero en el festival hay talleres de rodaje en 3D, por ejemplo, y la consolidación de toda una nueva tecnología. Por último, la última etapa, la marcan los recortes presupuestarios. Son años marcados por un presupuesto muy insuficiente. Con ello, marcamos que a lo que no podemos renunciar e a que el espectador siga teniendo una propuesta de calidad. Creo que lo que el festival aporta a la ciudad es inevaluable.

Fotos: DANIEL GARCÍA-SALA

-Enfocado a realizadores en formación, pese a que una importante de ellos ahora sean habituales con sus obras en Cannes o Berlín, hace que Cinema Jove tenga un retorno a medio o largo plazo de su inversión. Por ejemplo, todo lo contrario de lo que puede suceder en el Festival de Málaga. 
-Bueno, es un ejemplo claro. Es un festival con otro perfil, con un planteamiento muy industrial y en el que la presencia de las televisiones es muy importante.

-Es un ejemplo de festival, pero durante las dos últimas décadas has visitado muchos. ¿El modelo de Cinema Jove, con una empresa adjudicataria de buena parte de la gestión pero nutrida con dinero público, es el modelo más adecuado?
-Para mí, lo que es clave es que el director puede hacer su equipo y confiar en él. De hecho, esta idea de las empresas no es exacta. El equipo del festival viene de la noche de los tiempos. Llevan más años que yo en el festival y es tan valioso o más que la trayectoria del director. Por experiencia sé que el modelo de los festivales que dependen de administraciones públicas... se ven abocados a determinados modelos. No soy un experto, pero el director trabaja a expensas de ello.

-¿Cómo se explica al ciudadano que a lo largo de los año cambien las empresas adjudicatarias pero quien te rodea, el núcleo duro del festival y de tu confianza, sigan siendo las mismas personas?
-Si las empresas que se presentan al concurso valoran que la gente que está dentro conoce y hace mejor el trabajo que requiere el festival, es su decisión.

-¿Son personas que, dados los años que llevan trabajando en Cinema Jove, resulta más imprescindibles incluso que el director?
-Pues quizás sí. Al final, nadie es imprescindible empezando por mí. Si en la medida que se ha considerado la experiencia y el conocimiento de esas personas son las más oportunas...

-Aunque cambien de empresa...
-Esa no es la cuestión. Han sido varias empresas, sí.

-Sí, distintas empresas, pero al final las mismas personas. Desde la opinión pública, la sensación es que la creación de esta fórmula sirve como pantalla y para saltarse reglas del juego, quizá porque la administración es incapaz de tener la suficiente agilidad para orquestar un festival de cine internacional. Pero volviendo a la pregunta inicial, ¿es este el modelo correcto?
-Yo no soy quién para decidirlo. Si quieren cambiarlo, que lo digan los que conocen el modelo. Es la Administración quien lo decide. Yo lo que sí pido es que el festival tenga estabilidad y lo haga gente que conozca cómo es el trabajo, que tenga experiencia y es lo que a mí me importa como director.

-Con la administración del festival dentro de tu dirección, ¿no se han permitido en algún momento maneras de gestión económicamente 'relajadas'?
-¿En el festival? No nos lo hemos permitido nunca. Cuando llegó el recorte y me dijeron que se habían acabado las vacas gordas yo ya dije que nunca vi las vacas gordas. El recorte era sobre algo que creíamos insuficiente y que hoy nos parece la gloria. Esto, al final, depende del modelo. En [el Festival Internacional de Cine de] San Sabastián lo maneja una fundación a la que se le hacen aportaciones y ésta lo plantea.

-O sea, que estás satisfecho con la administración que se ha hecho durante los últimos años del festival.
-Nunca he tenido la percepción de que no fuera correcta. Otra cosa es que, en el día a día de la organización, podemos cambiar cosas; dejar de hacer esto y hacer aquello...

-Desde luego, lo organismos de control tampoco han resuelto lo contrario durante estos últimos años. Sin embargo, no es cualquier cosa que un recurso paralice el concurso para la organización del festival, tal y como avanzó este diario. ¿Cómo lo has vivido dede la dirección del festival?
-Con vértigo, porque llegó 'a las puertas de'. Así que, intentando resolver las cuestiones de programación, planteándonos con cómo se va a hacer esto o lo otro. Coincidió con la llegada de Guarinos a CulturArts y llegaba con ganas. Así que lo recibí también expectante, sin saber qué implicaba. Guarinos asumió la parte administrativa y me dijo que tenía que estar volcado con la edición. Pero no es una cuestión del modelo de gestión. El modelo no debería ser cuestionable. No es una cuestión de modelo por gestión privada o pública. En la Administración hay una infinidad de cosas que se contrata con empresas privadas. En ese sentido no me cabe ninguna duda de que se están haciendo las reflexione oportunas. 

-Formas parte de la mesa de contratación. ¿Qué opinión tienes sobre el motivo que ha provocado la paralización de ese concurso?
-Precisamente por ese motivo, por estar en la mesa de contratación, creo que no debo dar mi opinión. La tengo y no quiero parecer ajeno a lo que planteas. Había una empresa que quería recurrir, respeto absoluto por ello; un tribunal decide paralizarlo, respeto absoluto a esa decisión. No siento siquiera que esté en disposición de poner en cuestión estas cosas.

-Y habéis optado por un modelo de contratos menores. ¿Sois conscientes de que las empresas presentadas al concurso van a mirar con lupa todo el procedimiento [las actividades del festival ya se han iniciado, como por ejemplo el Film Camp, pero en el portal de transparencia de CulturArts solo aparecen dos facturas cuyos importes apenas alcanzan los 30.000 euros; el presupuesto para esta organización gira en torno a los 250.000]?
-Se hará todo claro y transparente, no me cabe la menor duda y así también lo hemos hablado Guarinos y yo.

-Volvamos a hablar de de modelos de festival. En Cinema Jove acaba de integrarse una sección oficial dedicada a las webseries, pero en cambio ha habido otras inquietudes (los mediometrajes y ahora el incipiente festival DOCS) que han iniciado camino por su cuenta. ¿Crees en un modelo integrador de festivales, con satélites operando los mismos días del festival para crear una gran atracción, o prefieres un calendario diseminado en el año de ofertas?
-Creo que genera riqueza este tipo de modelo, de no estar integrados. El tema de las webseries ya había surgido hace un par de años, pero la propuesta de Ana Ramón y María Albiñana era muy interesante. Podía tener su complicación, pero tená una estructura ya y se podía incorporar a la programación del festival. Si ahora viniera alguien y nos dijera que por qué no incluimo mediometrajes, creo que es obvio que ahí está La Cabina y ese es su espacio. Lo que si que hay que ser vinscientes es del calendario, de encontrar que cada uno tenga su hueco y que ese espacio vaya en beneficio de todos. 

Fotos: DANIEL GARCÍA-SALA

-A vueltas con el modelo, si tiene que ver, el año pasado el festival sufrió una caída de espectadores como también avanzó este diario. ¿Condicionó excesivamente la edición de transición? ¿Cuál fue la reflexión al respecto?
-No pensé que fuera una edición de transición, porque teníamos el mimo objetivo, pero sí fue una edición de guerrila. Teníamos menos películas, menos tiempo para comunicar... así que pasamos de algo más de 24.000 a 20.500. Como lo veíamos desde el lado de quien está al pie del caño pensamos, ¡ostras, 20.500! En estas circunstancias... siendo como fue, nos parecía que en aquellas condiciones estaba bien.

-La idea de una edición de transición viene del cambio de Gobierno valenciano. ¿Lo ha notado el festival? ¿Lo has notado tú?
-Ocurre que en nuestra dinámica de trabajo no se nota. Nosotros trabajamos con los técnicos, no con los políticos. Así que no o he notado tanto. Algunas cosas si han cambiado, como la colaboración institucional. El año pasado cambiaron los interlocutores en la misma semana del festival y es normal que el que llega quiera mirarlo todo antes de cerrarlo. Pero se resolvió todo de manera aceptable. La Administración ha cambiado en el sentido en el que ves que los puntos de inflexión son distintos. Pero en otras partes están más sometidos al cambio político. Desde el momento en que me confirman...

-¿...te confirman?

-Que voy a seguir.

-¿Y cuándo te confirman?
-A finales de agosto o principios de septiembre.

-De manera que se puede decir que tu cargo como director estaba oficialmente en cuestión.
-Cuando llega alguien nuevo puede replantearse todo lo que quiera. Cuando estás trabajando desde un puesto así, con o sin cambio político, puede suceder que digan <<muchas gracias, pero queremos cambiar de aires>>. Siempre he sido consciente de esto. Pero lo que ocurrió fue lo contrario: un refuerzo en la línea en la que trabajaba Cinema Jove, un reconocimiento a una trayectoria profesional y, como yo estaba listo para seguir trabajando, pues... seguir trabajando. En julio, cuando yo planteaba algunos escenarios de solución, cosas que solucionar, había gente en la administración que me decía que había que esperar porque yo no estaba confirmado y algunos otros tampoco. 

-Lo cuál te hacía pensar que necesitabas ser confirmado.
-Sí, pero lo que yo contestaba es que si yo me tenía que marchar, quien viniera se encontrara una herencia lo más resuelta posible, porque yo en esos meses sigo cobrando, sigo trabajando, así que he de resolver los compromisos adquiridos.

-Si entrara un nuevo director en agosto de 2016, ¿qué se encontraría?
-Flecos de la trigésimo primera edición y desafíos de la trigésimo segunda, con un apoyo institucional importante, muy a favor, pero dejando a parte que cada director puede aportar cosas de su propia mirada, creo que se encontraría el núcleo que conforma la identidad de Cinema Jove muy consolidado, que ni las dificultades han erosionado ese planteamiento, pues una base desde la cual construir. Un festival consolidad, un público que lo percibe y un sector internacional que percibe las líneas. Y, a partir de ahí, un montón de desafíos que tienen mucho que ver con momentos nuevos. Cuando yo llegué no me plantee hacer una revolución; había una línea clara y unos principios que  respetar y, bueno, en ese aspecto en esta política. Con el tiempo hasta pensaba que podría dedicarme al cine a la vez, seguía escribiendo, pero enseguida me di cuenta de que era incompatible. Lo digo porque mi experiencia es que cada año es nuevo. Había cuestiones ajenas una especia de terremoto que tenemos que recuperar lo que ya teníamos. Algún año que te encuentras que no hay línea de presupuestos. Fue un descuido de alguien pero eso supone un tiempo. Siempre hay que reconstruir cosas.

Por cierto, hablando de la voluntad política y el refuerzo a Cinema Jove, ha habido un refuerzo de presupuesto. ¿Cómo lo valoras ahora que ya han pasado unos meses desde la decisión?
-Bueno, el festival ha llegado a tener en torno al millón de euros de presupuesto. Ahora partimos de unos años muy duros, porque ha habido recortes que nos han afectado. Este año ha habido un primer paso desde hace tiempo para que el festival no malviva sino que tenga los recursos mínimos necesarios para poder trabajar. Es un planteamiento muy pegado a tierra. Como dice Abel, el presupuesto es 500.000 aproximados porque vamos a gastar lo necesario. No está todo cerrado, así que vamos a ver cuánto nos cuesta y poder plantear con ello la siguiente edición. 

-En materia de patrocinios privados es evidente que ha habido una caída importante en el festival. Más allá de las cuestiones propias de la crisis y cómo les ha afectado a las empresas, ¿le ha podido afectar a Cinema Jove una mala marca de la Comunitat Valenciana en España para que cesaran o se redujeran esas inversiones? ¿Tú lo has percibido?
-El festival ha sido bien percibido en la medida que ha sido un espacio que ha trabajado con independencia. Es algo que se ha reconocido tradicionalmente, pero sí nosotros sí hemos percibido que el patrocinio era difícil. Sobre todo, hablamos de patrocinio nuevo, no el que ya nos conocía. El argumento de la crisis estaba apretando estaba aunque no puedo descartar el planteamiento que dices. A mí nadie me lo ha dicho de manera directa, pero lo he podido oír por otras partes... Ahora es un momento distinto. Determinado trabajo hecho a lo largo de este último año me permite ser optimista. No es la edición en la que hemos podido trabajar esto de la manera más adecuada, pero si que hay un planteamiento distinto por parte de las empresas; una actitud mucho más entregada, pensando en estar, en formatos y en retornos, obviamente, pero en el terreno de todo lo que ha ocurrido en Valencia durante los últimos años Cinema Jove es una propuesta independiente. Tiene un contenido claro y es un planteamiento, comercialmente, válido. Espero el año que viene reconocer que tenía motivos para decir esto.

-Estamos en pleno proceso de reapertura de RTVV, pero el otro día Enrique Bustamante declaraba en este mismo diario que no tiene sentido la creación de un plan estratégico cultural sin tener en cuenta a la televisión pública. Si Cinema Jove es el gran esfuerzo de la Generalitat Valenciana dentro de los festivales del audiovisual, ¿cómo deben conectarse?
-Radiotelevisión Valenciana tuvo su papel en Cinema Jove con programas como Cop d'ull, entre otros. Ha habido una colaboración muy importante con el festival, que daba premios y apoyaba hasta su desaparición. Había, además, una política de compra de derechos de cortometrajes lo cual era muy estimulante para nosotros, porque desde el mercado de cortometrajes había un verdadero empeño por hacer ver al realizador porque podía rentabilizarlo. Pero ese empeño, a futuro, debe ir a más. Yo creo que debe ocupar también espacio en los informativos y no solo en programas culturales o cinematográficos. Cuando en Valencia reúnes a personalidades como Thomas Vinterberg o Richard Lester, entiendo que cuando menos ha de estar en el sumario. En 2008 hicimos una retrospectiva por la cancelación de Cannes por el Mayo del 68, así que vino Lester, Elías Querejeta, Jerzy Skolimowski, entre otros. Y fue muy divertido, así que creo que, poniendo este ejemplo como uno más, si la televisión se enfoca con un mensaje importante cultural, pues creo que tiene cabida. Incluso más allá, con planteamientos de tener un programa semanal o mensual. 

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