ALCOY. Pudieron torear la irrupción en el mercado que hicieron los compact discs en los noventa. Pero si la apuesta por los vinilos vendidos como churros por las grandes superficies entrados los dos mil ya les quitó las ganas, sin olvidar las descargas ilegales -golpe de efecto para la mítica Ufo de la calle Italia, por cierto- y los grandes monstruos actuales como Amazon, el encierro por coronavirus ya ha sido la gota que ha colmado el vaso. Al menos para Blue Velvet, que, tras quince años, ha anunciado el cierre de su espacio físico con reminiscencias lynchianas, aunque seguirá activo on-line. "No tenía sentido a partir del coronavirus, ya que no solo era una tienda de discos, sino un punto de encuentro de melómanos, cinéfilos y gente con diferentes iniciativas culturales", explica a este diario Gerardo García, al frente del negocio ubicado hasta el momento en la zona del Mercado Central de Alicante. "Venías a comprar discos o, simplemente, como digo, a conversar sobre música, cine o filosofía; durante este tiempo me he dado cuenta de que todo esto no se recuperará hasta que pasen unos meses, lo que impide mantener económicamente un espacio que no es rentable, por eso mismo hemos cerrado", lamenta.
Aunque en su Instagram -@tienda_blue_velvet- habla de cierre "definitivo", Gerardo endulza su versión, para alegría de sus clientes. "Hasta que la sociedad se acostumbre a esta 'nueva normalidad' seguiremos trabajando por Internet; imagino que de aquí a un tiempo podremos abrir otra vez, quién sabe", confiesa. Junto a su negocio, otro mítico, el capitaneado por Marta Malgaref, en la calle Poeta Quintana, Naranja y Negro. Aunque coincide con Gerardo en que mantener una tienda de discos puede llegar a convertirse en algo insostenible en un tiempo, dando paso al mundo virtual para ahorrarse el alquiler, Marta se mantiene a flote. ¿Cómo ha vivido, en su caso, la pandemia? "Menos mal que ha pillado todo después de navidades, que es la campaña más fuerte de una tienda de discos, o de regalos en general", insiste. La caprichosa temporalidad del famoso virus le ha permitido coger esos ahorros -que suele aprovechar en otras ocasiones para reponer producto en Semana Santa y Hogueras, temporada alta de turistas en Alicante- y "tirar" durante estos dos meses en los que su tienda ha estado cerrada.
Naranja y Negro decidió abrir el mismo 11 de mayo, con cita previa. "Como en un supermercado, tengo dispensadores de gel a la entrada, y guantes, que son opcionales, pero la mascarilla es sí o sí", detalla. De hecho, confiesa que un par de clientes llegaron sin y los envió a comprarla a una a la farmacia próxima y así poder entrar a su local. "Al final, me tengo que acercar a ellos, y colocarles el disco y tal", argumenta. Con las manos desinfectadas, el cliente ya puede dar rienda suelta a la que es la esencia de toda la vida para una tienda de vinilos, el contacto con ellos, el poder palparlos, vaya. "La gente no llega y te pide el disco, y ya; puedes venir buscando el de los Arctic Monkeys y, mirando en las cubetas, ves otros que te gustan. Al final te acabas llevando ese y tres más que has encontrado", explica. Y solo así ganan el doble, añade. "Las tiendas de discos son para eso; no para decir, hola, vengo a buscar esto, hasta luego. Eso lo puedes hacer en la Fnac, por ejemplo", reitera.
El negocio que fundó su marido, Paco Rufus, hace diez años, y que ella regenta desde 2015, cuando entró a trabajar en el negocio fundado por su marido, se ha tenido que volver a ver las caras con las grandes plataformas durante la pandemia. De hecho, confiesa que ha tenido pérdidas de hasta el 70% de caja en este tiempo -sintomático en su sector, al menos, en Alicante, ya que el otro espacio similar que parecía no haber tirado la toalla, la tienda Music Passion, parece estar en la línea de Blue Velvet al no responder a las llamadas, con rumores de que incluso ha vaciado su stock-. "La gente se piensa que vives on-line; no. Tú eres una tienda física y los clientes van ahí, porque quieren ver si la portada está en buen estado, por ejemplo. Puedes vender por Internet a algún colega de Barcelona o Madrid, gente que conoces, pero Amazon es quien acaba haciendo esto". Durante el encierro, reconoce que le entró algún pedido, pero siempre con la condición de la recogida a posteriori, cuando Naranja y Negro volviera a abrir sus puertas al público. "Me parecía injusto no ir yo para no contagiarme y hacer que un mensajero se pasara todo el día pateando para entregar un disco de Lady Gaga", cuenta. "Si eres una persona que lo quieres tener para ya eres el tipo de cliente de Amazon, no el que quiere ayudar a una tienda pequeña", deja claro Marta.
"A mí me ha gustado la música desde siempre, pero se te puede escapar algo, ¿no? No soy la Wikipedia", bromea Marta. Su experiencia con el mundo de los cantos, matices y bordes que ofrece no llegó del día a la noche, por tanto. "No es el negocio de tu vida, menos en las grandes capitales. Si alguien me dijera que quiere montar una tienda de discos ahora, le diría que está como una cabra", insiste Marta. Pero entre los discos de segunda mano, novedades y reediciones de ahora, se conserva la esperanza. "Lo bueno es que vas haciendo, eres tu propio jefe, y tienes tus horarios, y estás todo el día escuchando música", detalla. El deseo para los melómanos de que este reducto punkie, que ofrece un cara a cara, ese tête à tête directo con el producto, con la atención tan personalizada que echan en falta los clientes de las grandes superficies, no agote sus fuerzas, se transmite desde este sincero artículo. También por parte de los clientes de Naranja y Negro, los más importantes. "Que siguen comprando discos y apostando por el comercio local", concluye su dueña.
La demanda mundial de este tipo de discos maestros, imprescindibles para el proceso de estampación posterior, solo tiene actualmente un proveedor en Japón. Lacquersville iniciará su actividad el próximo otoño en una nave industrial de la población valenciana