El IVAM o el Palau de la Música cambiarán su continente en este curso, unas obras que salpican toda la ciudad y que también pasan por nuevos espacios como el Centro de Arte Hortensia Herrero o el futuro Bombalino
VALÈNCIA. València encara su nuevo curso con un cartel: en obras. No son pocos los centros culturales valencianos que inician el año con sus salas ocupadas por obreros en lugar de visitantes y espectadores. También está pendiente en el calendario el inicio de los trabajos que darán a València sus nuevos centros culturales. Y es que, en el ámbito privado, este curso cultural estará marcado por la inauguración del Centro de Arte Hortensia Herrero, que ocupará el antiguo Palacio Valeriola, ubicado en la calle de la Mar. Desde hace años se llevan a cabo los correspondientes trabajos de rehabilitación, que convertirán un inmueble abandonado en un museo con una superficie de 3.500 metros cuadrados, un espacio que acogerá la colección privada de arte de la mecenas Hortensia Herrero. Con la fecha de apertura prevista para el próximo mes de noviembre, ha sido esta misma semana cuando el renovado centro ha mostrado por primera vez su fachada, retirando la lona que lo cubría, un acto simbólico que marca el camino hacia su inauguración.
De esta forma, la restauración del Centro de Arte, llevada a cabo por ERRE Arquitectura, encara su última fase, que estará centrada en los acabados, jardinería y puesta en marcha de las instalaciones de climatización, ventilación y audiovisuales. La mirada está puesta en el continente y, también, en el contenido, pues el museo desplegará una colección que suma en su nómina de artistas a nombres como Manolo Valdés, Tony Cragg o Jaume Plensa, de los que la fundación ya ha realizado distintas exposiciones en los últimos años, o firmas como Andreas Gursky, Anselm Kiefer, Georg Baselitz o Anish Kapoor, entre otros. Este no es el único centro privado que está en el horizonte de la ciudad, que tiene como cuenta pendiente el impulso del espacio expositivo de la Fundación Juan José Castellano Comenge, todavía a la espera de iniciar las obras de rehabilitación de susede, un museo dedicado en exclusiva a la pintura valenciana de los siglos XX y XXI y cuya colección engrosó hace apenas unas semanas con la celebración de la III Bienal Mª Isabel Comenge, que premió a Oliver Johnson con la obra Gross Nussknacker.
Hace meses que el Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) está inmerso en un proceso de renovación de sus instalaciones que, entre otras cosas, ha cambiado la cara de parte de su vestíbulo o su cafetería. En este 2023 continúan las obras en el museo valenciano, un proyecto que pasará por algunos de sus lugares clave, como su cubierta o, de manera más inmediata, la Sala Muralla. Hace algo más de un año que la sala cerró sus puertas, un cierre que la eliminó del circuito expositivo del museo, obligando hasta a trasladar la exposición que entonces acogía, un proyecto en torno a la obra de Pinazo. Con el proyecto redactado, un trabajo que plantea cambios tanto en la sala como en los accesos, se prevé que las obras comiencen en breve, pues, tal y como adelantó este diario, el museo ya cuenta con el visto bueno del Servicio de Patrimonio y con la empresa que lleve a cabo los trabajos, Contrafforte Restauro S.L., cuyo contrato ha formalizado esta semana. Los trabajos se alargarán aproximadamente medio año, con lo que la sala abrirá al público antes de 2024.
Peor suerte parece que corre el proyecto de subsede del IVAM. Anunciada a bombo y platillo por la Conselleria de Cultura y el Ayuntamiento de València en 2020, el proyecto dibujaba un nuevo espacio artístico, en este caso, en una de las naves de Ribes ubicada en el Parc Central. El objetivo inicial: que estuviera abierta en 2023. Tanto es así que desde el museo confesaron trabajar en un proyecto artístico para este curso, sin embargo, llegó la presentación de la programación y no hubo noticias de la subsede. El propio secretario autonómico, Ximo López, esquivó la cuestión durante la presentación de la nueva temporada, aunque desde el museo ya se apunta a una apertura (deseada) en 2024. Por el momento, la licitación del proyecto y las obras sigue pendiente.
La Nau de Sagunt fue uno de los grandes proyectos culturales… del primer Botànic. Y a ritmo caribeño, el nuevo centro cultural espera que este año puedan entrar los obreros para su puesta a punto. Hace ya tres años desde su licitación, pero un error que dejó fuera de esta la dirección de la obra ha dilatado el proceso hasta el segundo semestre de 2022, cuando se resolvió un segundo concurso. Según explican fuentes oficiales de Conselleria: “La Dirección Facultativa, la empresa constructora y los técnicos de la Conselleria están estudiando la obra para detectar los posibles inconvenientes que pudiera haber antes de comenzar la obra, debidos al paso del tiempo, y elaborando un documento técnico previo al inicio de las obras en el que se detallan las actuaciones a seguir. La finalidad es anticiparse a cuestiones que pudiesen afectar al correcto desarrollo de la obra para que cuando comience en breve discurra con la normalidad habitual de cualquier proyecto semejante”.
En La Nau de Sagunt, “el espacio diáfano que generan las naves se organizará con una serie de particiones desmontables, definiendo un espacio para de cátering en la zona oeste de la pequeña nave sur, una zona de almacenamiento en la zona este del resto de naves y generando diversos espacios en los que desarrollar las actividades artísticas en el espacio restante”, según resumía el proyecto. Sobre quién llenará el contenido, aún no ha trascendido cuál será el modelo de gestión; es decir, si dependerá del Ayuntamiento de Sagunt, del Institut Valencià de Cultura, directamente de la Conselleria de Cultura o tendrá entidad propia.
A buen ritmo avanzan, por otro lado, las obras del Palau de la Música, cuya rehabilitación ha costado más que la propia construcción del mismo. Tras la caída de los techos de diferentes salas del complejo, el Ayuntamiento de València decidió aprovechar para renovar de arriba a abajo el edificio de la Alameda. Las obras, que se extenderán aproximadamente hasta los 15 meses hasta julio de este año, tenían dos objetivos: primero, obviamente, solucionar los problemas que generaron los desprendimientos cambiando el sistema de climatización de las salas; y segundo, aprovechar para optimizar las cristaleras y la instalación de los paneles solares para ahorrar energía. Todo esto con cuidado de mantener la esencia del proyecto original de José María García de Paredes, según han declarado diferentes concejalas a lo largo del proceso.
En total, las actuaciones costarán un total 11,4 millones de euros y ha supuesto la imposibilidad de celebrar la programación regular de la Orquesta de València y otros ciclos del ente durante tres temporadas.
Otro proyecto cultural municipal que finalizará este año será el Museu de la Mar. La primera de sus tres sedes, la de la Casa dels Bous, estará finiquitada —previsiblemente— en las próximas semanas. Tras ello, faltará dotar de material el proyecto museográfico, aunque técnicos de la concejalía de Cultura apuntaban a que será a lo largo de los próximos meses para no dilatar un proyecto que lleva en marcha también desde la primera legislatura del Govern de La Nau.
Las actuaciones se han centrado en recuperar las Casas de les Tenyidores, preservando sus elementos más característicos para poder realizar visitas guiadas, la restauración y adecuación del edificio histórico, y la construcción de otro anexo que servirá como cafetería y como centro cultural. Como curiosidad, durante los trabajos se encontró un segundo reloj de sol que estaba bajo una capa de alquitrán y que se sitúa en la fachada opuesta al otro emblemático. Según algunos estudios, se trataría de uno de los relojes de sol más antiguos conservados en la ciudad y marcaría la hora de vuelta de las barcas. De las otras dos sedes del Museu de la Mar aún no se conoce ningún avance.
Algunas obras están a punto de finalizar y otras, por el contrario, empiezan un largo camino ahora. Es el caso del Centre del Carme, que encara una de sus mayores transformaciones desde la reapertura de lo que fue, antaño, la Escuela de Artes y Oficios como centro cultural. Se trata de un plan de inversiones para la rehabilitación de diferentes estancias del Centre del Carme, presupuestadas en un total de 2,5 millones de euros, que han empezado con una batería de actuaciones previas, saneamiento y aislamiento de estancias adyacentes al claustro renacentista, y que concluirán con la puesta a punto del primer piso de uno de sus edificios. El uso de este es un misterio, pero podría ser un salón de actos o un auditorio, además de salas para mediación y educación.
Mientras, las obras que empezaron en 2020 y que aún no han concluido, con las que el Consorci de Museus quería dotar de cafetería el complejo, también se retomarán tras dos años de parón debido al hallazgo de unos arcos de yesería que obligaron a rehacer el proyecto, y tras el contratiempo de la quiebra de una de las dos empresas que se hacía cargo de los trabajos. También se ha licitado unas obras para la adecuación a la licencia ambiental que estaban pendientes desde las obras que se acometieron en el año 2006. El contrato tiene un valor de 177.817,51 euros.
Pero no solo de centros existentes va la cosa, sino también de nuevos equipamientos culturales. De esta manera, está pendiente la licitación de las obras del nuevo centro de producción de artes escénicas Bombalino. Impulsado por el Ayuntamiento de València, este espacio se instalará en las antiguas naves de Mariano Cuber, a pocos metros del Teatre el Musical (TEM). El proyecto busca complementar la oferta de exhibición de las salas municipales con un inmueble destinado a acoger residencias artísticas, ensayos y como punto de encuentro para profesionales del sector. Fue hace apenas unas semanas cuando el Ayuntamiento desveló el resultado tras la redacción del proyecto, que ha dibujado un espacio que levantará dos grandes salas de trabajo, una de ellos divisible en tres en el que caso de que varias compañías así lo necesitaran. Con el proyecto sobre el mesa el objetivo es ahora licitar las obras en los próximos meses con la intención de que en 2024 Bombalino esté a pleno funcionamiento. Este no es el único centro cultural de nuevo cuño que tiene sobre la mesa la concejalía de Acció Cultural que, de la mano de la Universitat de València, también planea abrir el futuro Centro del Cómic, que ocupará parte de la antigua sede del Centro Excursionista y compartirá uso con la biblioteca municipal Carles Ros, un proyecto que espera abrir sus puertas este mismo año.
Sin duda, una de las obras que más dolores de cabeza está provocando es la retirada del Ágora de la plaza del Ayuntamiento. Fue el pasado verano cuando la Capitalidad Mundial del Diseño construyó el pabellón con el objetivo de convertirlo en escenario de gran parte de su actividad e icono de las celebraciones, sin embargo ahora está envuelto en la polémica. Con un coste de casi medio millón de euros financiado por instituciones públicas, un informe de auditoría afeó que el Ayuntamiento ampliara la subvención original a la asociación (fijada en 2,25 millones de euros) para su construcción. Y es su desmontaje lo que está ahora en el punto de mira. Inicialmente la actividad estaba prevista hasta el 30 de noviembre, un plazo que se amplió posteriormente, al tiempo que se anunció su instalación definitiva en La Marina a final de año. Sin embargo, a finales de enero y sin ser València ya Capital Mundial el Ágora continúa en la plaza sin actividad, pues no fue hasta este viernes cuando se formalizó la cesión del mismo. Ahora se procederá al desmontaje, que no será total, pues la base se mantendrá durante todas las Fallas ante la imposibilidad de terminar los trabajos antes de los festejos. Su viaje será a un almacén, eso sí, pues todavía quedan por responder dos preguntas: el lugar en el que se instalará y cuál será el proyecto de contenido.