Artistas de todo tipo muestran ahora su obra a través de su cuenta de Instagram. El arte se horizontaliza tanto para el artista como para el público, que nunca tuvo un acceso tan sencillo como el actual
VALÈNCIA. Hace poco más de una década, los artistas incipientes no tenían otra forma de darse a conocer que organizando exposiciones o galerías que resultaban imposibles para un recién iniciado. El arte, en sí, era mucho menos permeable que ahora, pues el simple hecho de que el sector conociera tu nombre era trabajo arduo complicado. Ahora esto ha cambiado, y el mundo está plagado de posibilidades para que los artistas, sean del tipo que sean, visibilicen su obra. Es el caso de un fenómeno recurrente que está teniendo lugar en Instagram desde hace años: jóvenes artistas –no necesariamente estudiantes de Bellas Artes- utilizan esta red social masiva para mostrar al mundo lo que hacen, que de otra manera quedaría relegado a la pared de la habitación.
Buena parte de estas personas no ven su cuenta artística en Instagram como una vía para llegar a otro punto (como galerías o museos) y así ascender un escalafón en la jerarquía del arte. No, muchos la ven como un fin en sí mismo, como una manera de poner en práctica el oficio sin necesidad de ascender más, pues, al fin y al cabo, no existe ningún medio con el que el arte pueda llegar a más personas que a través de las redes sociales.
No obstante, las redes también entrañan peligros. Hay quien opina que a la par que útil en el ámbito laboral, Instagram es un pozo para la creatividad, pues los constantes estímulos que un artista puede recibir de otras cuentas pueden llegar a determinar su trabajo, y a hacer que el artista, valga el simplismo, copie. Al final, como bien decía Aristóteles, la virtud está en el punto medio. Culturplaza habla con algunos artistas -dos de ellas muy jóvenes y otros dos un poco más experimentados- para ahondar en su arte y ver hasta qué punto las redes son beneficiosas para el desarrollo de un profesional.
Nuria Valladolid no es estudiante de Bellas Artes, pero cuenta que le encantaría poder dedicarse al dibujo. Lo cierto es que acaba de terminar la carrera de Periodismo, y desde hace dos años tiene una cuenta en Instagram en la que sube dibujos que hasta ahora no habían tenido más salida que la de ser vistos por amigos y familiares. Su cuenta tiene pocos seguidores, pero Nuria tampoco tiene la pretensión de hacerse viral. @en_chandal es un fin en sí mismo, una cuenta que anima a su creadora a seguir pintando, por amor al arte. “Tener una cuenta artística te facilita mucho las cosas –explica la artista-. Si yo ahora quisiera enseñarle a alguien lo que hago, no tendría que ir con la carpeta bajo el brazo, puedo decirle mi Instagram”.
Sin embargo, es evidente que a todos nos gusta gustar. De otra forma todo sería muy aburrido. Según Valladolid, “el reconocimiento es genial, pero es cierto que cuando algo se convierte en una responsabilidad” se agobia tanto que tiene “que dejarlo durante un tiempo”. Afirma que “no sabría como reaccionaría a la responsabilidad” de que la vieran miles de personas.
En su cuenta es palpable un proceso de transformación bastante acusado. Hay dos estilos claros entre sus piezas. Por un lado, el más antiguo, son por lo general bocetos de mujeres pintadas a lápiz o boli. Son mujeres de rasgos normativos, muy guapas y con largas matas de pelo rellenas de finas líneas en forma de rombo –lo cual otorga precisamente su marca de identidad a la artista-. El otro estilo, presente en las últimas piezas publicadas, muestra a una chica –siempre la misma- dibujada con trazos mucho más sencillos, de rasgos menos normativos, y que suele hacer alguna reivindicación. El personaje es, de hecho, ella misma. “El estilo de mi personaje es algo que se lleva bastante en redes últimamente. Bebe de cuentas como @osgat o @nada.dabuti. Lo utilizo porque me pareció una buena forma de expresarme de manera directa”. De esta manera, cuando la artista quiere lanzar un mensaje conciso proveniente de su interior dibuja a su personaje, y cuando quiere hablar de algo metafórico, utiliza su otro estilo.
Así, la creadora de @en_chandal ha pasado de dibujar cuerpos sometidos a los cánones de belleza, muy normativos; a un boceto más sencillo y menos detallado. Explica esta evolución: “Cuando pintas, esperas que te quede bonito, y la belleza va asociada a la normatividad. A veces, viendo alguno de mis dibujos pienso: «¡Qué feo!»; pero luego me doy cuenta de que no es que el dibujo me disguste, sino que la persona que he pintado es fea”. Así, este proceso ha ayudado a Valladolid a darse cuenta de que “la belleza no es solo normatividad” y que, haciendo el ejercicio de no solo dibujar cuerpos perfectos, “te sales de los prejuicios autoimpuestos”. Explica que “lo bonito del arte es darte cuenta de que puedes abarcar el caos -entendido como lo establecido-. Es una forma de autoliberación, y aún así, mis dibujos tampoco se salen del todo de la normatividad”.
De esta manera, la cuenta de Nuria Valladolid contiene una doble reivindicación: por un lado, esa evolución interna hacia un tipo de arte que “abarque el caos”, y por otro, el propio mensaje interno en cada obra. Ella concibe el arte como una reivindicación en sí misma. “Me gusta la expresión del pensamiento. No sé ser quien soy sin hacer un comentario crítico. Las cosas que yo vivo, cuando llego a casa, las dibujo en base a lo que me hacen sentir. No sé ser sin la reivindicación”.
Por otro lado, desde hace un tiempo la artista recorta sus piezas y las sobrepone a una imagen real, a cualquier fotografía. Así, se puede ver la imagen de una mujer pintada cayendo por el interior de un deslunado real, con el mensaje: «¡Pero vuela! ¡Vuela! ¡Te quiero libre!». “Suelo hacer fotos con el móvil a lo que me llama la atención. Al ponerle los dibujos encima, es una forma de combinar lo que dibujo con lo que vivo. Así me da la sensación de que se junta mi vida artística con mi vida real, y eso hace que lo sienta todo más cerca”.
Alba Rueda tiene su cuenta artística en Instagram desde hace alrededor de año y medio. Es estudiante de Bellas Artes, y para ella el arte es una extensión de sí misma, una marca indeleble que determina en gran medida su forma de ser. En sus obras suele pintar rostros de personas, pero no de una forma realista ni embellecedora: lo que hace es retorcer los gestos hasta el punto en que resultan grotescos. La artista huye de lo normativo, y con un estilo muy suelto, el resultado de sus obras es sumamente llamativo. Es un tipo de arte muy atrevido, y bajo él, según indica, predomina “la introspección”.
“Exagero las expresiones porque son la forma en que las personas nos comunicamos sin necesidad de hablar”, explica. Rueda ve en los gestos infinidad de sensaciones. Afirma que sobretodo siente interés por la cantidad de músculos que se mueven en una sola expresión. Busca plasmar eso sobre el papel mediante trazos muy sueltos.
Al igual que la creadora de @en_chandal, Alba Rueda no ve su cuenta de Instagram como una manera de visibilizar su trabajo para acceder a un rango superior del escalafón artístico. De nuevo, es un fin en sí mismo. El alcance masivo de este tipo de plataformas hace que ya no sea indispensable llegar a un lugar determinado, pues la posición con más amplitud es accesible para todos. “Es cierto que por causa de Instagram los artistas desconocidos tenemos una visibilidad que de otro modo sería imposible”, explica. Piensa que el arte, gracias a las redes sociales, se ha democratizado considerablemente. “Gracias a las redes habla más la masa de personas que siguen a un artista, que la voz experta del propio artista. Son los espectadores quienes deciden lo que les gusta”. De esa manera, la pretensión de la artista dista mucho, en este momento, de presentar sus obras en exposiciones o galerías de arte. “Busco que mis piezas lleguen a las personas, poder expresarme y que la gente descubra mis obras”.
Sus piezas, además de huir de lo normativo, integran todas ellas reivindicaciones de todo tipo. En sus cuadros plasma la vulnerabilidad, y el resultado es en muchas ocasiones sombrío, pero ahí está la clave de su trabajo: Rueda consigue que la lobreguez de sus obras resulte bella. Esto queda patente en obras donde plantea la vulnerabilidad de las mujeres con cáncer de mama, la del colectivo transexual, o la decadencia de la vejez. “Busco expresar mi opinión acerca de algunos temas controvertidos. Me parece interesante dar visibilidad a los cuerpos no normativos, que socialmente cargan con un fuerte estigma. Me gustaría que la gente cambiara esa percepción sobre los cuerpos sin necesidad de sexualizarlos tampoco: simplemente mostrarlos”. Así, el arte de Rueda también va estrechamente unido a la reivindicación. “Aunque así sea, no dejo de lado la estética de la pintura. Son dos cosas que, en mi caso, van de la mano”.
Ese trazo tan atrevido bebe de fuentes como el Fauvismo, el Cubismo y el Expresionismo, así como de artistas actuales –que también se mueven por redes sociales- como Darren Butchart y Agnes Grochulska. La artista explica que no es un estilo intencionado, sino que, poco a poco, a lo largo de su formación, le ha ido surgiendo. “Me sentía muy cómoda haciendo trazos rápidos, dejando llevar mucho el pincel, sin centrarme tanto en el parecido a la realidad como en la interpretación de la misma”.
A través de @alba_arts se pueden hacer encargos a la artista. Explica que suelen hacérselos, pero que, desgraciadamente, muchos artistas como ella sufren una “desvalorización de su trabajo”. La razón de peso puede ser la informalidad con que todo se mueve a través de las redes sociales. La artista apunta que “al llegar el momento, nadie quiere pagar”. Asegura que es algo recurrente que le ocurre constantemente a muchos de sus compañeros de la facultad. Ahora mismo, Rueda está preparando su Trabajo de Fin de Grado: “Voy a hacer una exposición interactiva para analizar qué estilos son los que hacen que llegue el mensaje del artista más fácilmente al espectador”.
Víctor Visa es ilustrador. Es un poco mayor que las dos artistas anteriores: a día de hoy cuenta con 32 años. El artista lleva ya un tiempo dedicándose a la ilustración. En un principio, explica, su arte era mucho más auténtico. Al terminar la carrera tenía una idea más relacionada con ‘el arte por el arte’, como un fin en sí mismo. “Trabajaba de manera que la imagen pintada era la propia obra, que funcionaba sola”. En cambio, la ilustración -que es a lo que se dedica ahora-, va acompañada de algo: un texto, una plataforma... Al tiempo de terminar la carrera empezó a trabajar en una librería y, después de cuatro años, decidió que quería dedicarse de lleno a la ilustración. Fue en aquel momento cuando se abrió su cuenta de Instagram. Su opinión sobre la plataforma es contrapuesta: por un lado opina que Instagram es muy útil en el ámbito laboral, pero, por otro, piensa que plataformas como instagram “son muy peligrosas a nivel conceptual”.
“Siempre que voy a hacer una obra nueva, me siento emborrachado por todos los estímulos que recibo de Instagram. Me resulta muy difícil ponerme a dibujar sin recordar algo que ya he visto en la red”. Explica que ahí radica el peligro, y que además, es algo que “va en aumento”. Incide en que hay que recuperar “el ejercicio intelectual de dibujar sin la pantalla de los referentes delante”.
El estilo de Víctor Visa es muy particular: dibuja grandes figuras garabateadas, normalmente desproporcionadas y muy coloridas. Y el común denominador de todas sus obras, además de todo eso, es el amontonamiento de los personajes que dibuja. Sí, personajes, pues la gran abundancia de individuos patente en sus dibujos exige una especie de narrativa en cada obra. “Mis ilustraciones siempre tienen un tema principal en un segundo plano, que se va alimentando de muchas escenas y personajes interrelacionados. Cuento una especie de historia donde ocurren muchas cosas en una misma imagen”, explica.
Lo hace así porque siempre se ha sentido interesado por el comportamiento humano. “Me cuesta mucho individualizar una imagen, hacerla con un solo personaje. Me interesan los automatismos que tenemos como individuos sociales, que nos movemos todos hacia la misma dirección sin pararnos a pensar detenidamente”. Esta pretensión contrasta con el oficio que desempeña como ilustrador, pues al estar pensado el dibujo para acompañar a algo, el mensaje que Visa pretenda lanzar puede llegar a quedar mucho más limitado. “Mis dibujos estaban pensados como obras únicas, pero al querer dedicarme a la ilustración, tienes que aplicarlos a algo, y mi estilo es difícil de adaptar al mundo publicitario o editorial”. El artista es consciente de que antes sus obras eran más auténticas, pero al igual que sus personajes forman parte de un sistema del que no pueden desprenderse, la sociedad también impone unos roles. “La idea de un artista bohemio y vanguardista está muy bien, pero es muy romántica. Al final los ilustradores creamos un producto, tenemos a un cliente detrás. Y en realidad ahí está el reto, lo cual también es genial”.
Óscar Zurdet es profesor de Plástica a alumnos de secundaria. Ha colaborado pintando fondos en el programa de À Punt Els Bíters, así como el diseño de la intro. También ha trabajado para las editoriales Sombra y Bromera confeccionando ilustraciones. Cuenta con 46 años, y hace un tiempo una amiga le animó a crearse una cuenta de Facebook donde compartir sus obras personales. Al poco se dio cuenta de que, para llegar a un público joven, Facebook estaba de capa caída, de manera que se creó una cuenta en Instagram. “Me di cuenta de que era una herramienta super útil para difundir mis obras. Muchos trabajos me surgieron gracias a aquello”, explica. Además, cuenta que su impresión de la plataforma es que “cada vez la gente de mi edad o más mayor se une. Antes solo había jóvenes, ahora puedes encontrar de todo”.
En sus obras, Zurdet siempre dibuja escenas de ciencia-ficción con lápiz o boli. Su atracción por este género viene desde siempre. En su cuenta se pueden ver piezas con un nivel de detalle tremendamente minucioso, que han sido hechas con tan solo un BIC de cuatro colores. Cuenta que siempre pinta en boli porque, cuando era universitario, en la facultad siempre les dijeron aquello de “el bolígrafo no es una herramienta artística”. Explica que, por lo general, los alumnos se tomaron aquello como una especie de “alegato de rebeldía”, y que, como era la manera más cómoda de pintar durante las clases, se acostumbraron.
El artista apunta que gracias a su cuenta en Instagram puede llegar a muchísimo más amplio que antes, cuando si querías que alguien viera tu obra, tenías que enviarle una carpeta. “Ahora cualquiera puede ver tu trabajo en redes, te pueden contactar, lo cual hace que todo vaya mucho más rodado”. Explica que tiene a gente que le sigue, que conoce el oficio, y que además le permite estar al día, pues “sabes lo que otros artistas hacen de manera instantánea”. Apunta que lo mejor de todo esto es que “ya no estamos geográficamente acotados, pues la exposición es global”.