Júramelo y me lo creo

De vinos por el Jura, que aquí hay jaleo

Hoy es viernes que, juramos, estará llenito de sorpresas. Las que dan los vinos del Jura, que son tan de disfrute como de estudio. Y las dos cosas haremos, así que brindemos.

| 20/09/2024 | 3 min, 57 seg

Con Juancho Asenjo y nuestras Sherry Women para hacerlo posible. Y también gracias a Pasteur por creer en los bichitos protectores que terminan siendo verdaderos amores. Con ese velo que se disputan franceses y españoles mientras los romanos se ríen, aunque ahora lo tengan a desmano. Entre leyendas de olvidos y rescates. Con barricas a tope y ouille o no tanto y sans ouillage, que depende. Con lo jaune de vendimia tardía, tía, y en esa botella de medida tan extraña como precisa, sus 62 decilitros. Claveles que no se ponen en el pelo, aunque vayas a un cobertizo repleto de paja, maja. De variedades blancas que son savagnin y chardonnay y tintas con nombre de poulsard, trosseau y pinot noir. Y así, sin más de lo de divagar, le empezamos a dar con el L’Etoile Cuvée Special 2018 (Domaine de Montbourgeau). Chardonnay con un pelo de savagnin y poquita producción que es de los que te toca el corazón. Sensación de vegetación creciendo entre calcáreos muy identitarios. Cielo que enciende estrellas de luces eléctricas que vuelan directas a lo más alto del cielo con un poco de Brie de Meaux. 

Seguimos con idéntica combinación de uvas y la misma escasez de botellas. Hablamos del Côtes du Jura Cuvée de Garde 2018 (Domaine Labet) y su paso por fudre que le deja el poso justo para darle lo suyo de redondito bonito. Cítricos cremosos y sabrosos sin perder sus tensos rabiosos. La plenitud que te llena de paz y que es sumamente locuaz junto a un Saint Felicien.

El Côtes du Jura en Jensillard 2022 (Domaine del Marnes Blanches) se quita el velo para convertirse en choque de blancos contrastes. Densidad que se revuelve hasta la violencia, pero manteniendo el norte. Porque juega a simular a una traminer envuelta en flores de las de amor verdadero y frutillas orientales. Un coloso que lo da todo con un Crottin de Chavignol. 

El Arbois Ouillé Savagnin 2020 (Domaine André et Mireille Tissot) es lo de ser mito rompedor y sin flor. Tras dos años en barrica se presenta de lo más seco y nos parece rebién. Salvajismo de frescor deshinibido. Salinidad de mares pasados y limones que se te agarran para dejarte sin aliento. El viento convertido y pura textura, y absoluta emoción con un Époisses de Bourgogne.

El Poulsard 2022 (Domaine du Pelican) tiene planta de parisino con aires de borgoñón. Tentación de caricias suaves e inapelables. Tinto de livianidad y limpidez con todo lo que le rodea que es de absoluto diez. Venido desde tinos y con sus taninos ideales que se vuelven mortales cuando se relaja en un sofá mordisqueando un Vacherin Mont-d'Or.

El Trosseau 2023 (Lucien Aviet) es la autoridad embotellada. Artesanía con personalidad única y reconocible. Sutileza que fluye con esa elegancia del que la lleva impresa en el alma y que, por tanto, no necesita forzarla. Cuestión de cuna que nace aprendida y que te prende una llamita en el interior al aparecer el necesario Comté.

El Château Chalon 2016 (Philippe Butin) es otro chiquitín enorme. Con mínima película protectora que proyecta historias de sabiduría y sapidez, entre especias frugales y hierbecillas espaciales. Dejando raudales de poso del que esconde piedros rocosos y salerosos. Con un borbotón de lágrimas de emoción y un Cantal, tal cual. 

El Arbois Vin Jaune 2015 (Domaine de la Renardière). Es de carácter cariñoso que te trata con mimo. El destino de coger la manzana prohibida que te lleva a un otoño vestido de nogales. La nitidez más compleja que te deja perpleja, sorbo a sorbo. Porque olvida timideces convirtiéndose en la valentía de dar claridad y toda su verdad con un Morbier.

L’Etoile Vin Jaune 2016 (Domaine de Montbourgeau) nos lleva de excursión al confín de lo precioso en paisaje misterioso. Lo que temíamos extinguido y que de pronto ha resurgido como por arte de magia. La realidad que parece un sueño pintado con tiza en una de esas pizarras de y para siempre. Y en este instante con un Beaufort.

Así nos despedimos, felices por lo aprehendido y por haberos tenido otro ratito en nuestro nido. Hasta dentro de dos semanas, amigos.

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