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El Pacto del Rialto pasa de puntillas por Cultura: mucho plan estratégico; poca concreción

19/07/2019 - 

VALÈNCIA. Habemus Govern de la Nau. Digo, del Rialto. Tras las extenuantes negociaciones, llega el acuerdo. Compromís y PSPV han firmado el documento que sienta las bases de las líneas de trabajo que guiarán al Ayuntamiento de València en los próximos cuatro años. El texto incluye distintas propuestas en su apartado ‘València sinónimo de libertad y cultura’, una sección que pone sobre el papel los objetivos del área de cultura hasta 2023, un área ahora liderada por Pere Fuset (Compromís), en una estructura que completa Glòria Tello (Compromís) y Maite Ibáñez (PSPV). El apartado se compone de un total de nueve puntos -de los cuales tres hablan de la libertad sexual y de género o el derecho a dirigirse a la administración en valenciano o castellano-, un espacio en el que, sin duda, hay un concepto protagonista: plan estratégico. Esto no es nuevo pues, especialmente en los últimos cuatro años, se ha hecho uso de los ‘planes estratégicos’ como concepto paraguas para aglutinar las distintas políticas desarrolladas en uno u otro ámbito, bien sea desde la administración local o autonómica. Así, el acuerdo del Rialto -curiosamente, lleva por nombre un espacio cultural- huye de plantear cuestiones concretas y se asienta sobre líneas más bien genéricas.

De esta forma, el nuevo gobierno plantea generar un plan estratégico de Sociedades Musicales de la Ciudad “para favorecer el desarrollo de sus actividades” o continuar desarrollando el plan estratégico de las Fallas con el fin de fomentar la “innovación como elemento creativo dentro de la fiesta, potenciando la sostenibilidad, tanto en el monumento como en la gestión de esta”. En el ámbito festivo, completan las propuestas la intención de promocionar y ampliar la participación de todos los colectivos en las fiestas de la ciudad, tanto en la Gran Fira y la Semana Santa Marinera como las fiestas de barrios y pueblos, especifican. “Asimismo, mejoraremos y agilizaremos la gestión institucional, así como su estudio y puesta en valor”, añaden. Otra de las propuestas fijadas en el acuerdo es la elaboración de un plan estratégico cultural de la ciudad que “incluya el objetivo de de formar parte de la red de ciudades creativas de la UNESCO, ponga en valor el trabajo de los profesionales, favorezca las sinergias de los espacios culturales existentes y el desarrollo de planes de estímulos económicos y fiscales que favorezca la creación de industrias culturales”. Habrá que ver cómo se desarrolla, especialmente, este último punto, pues el sistema de ayudas ha sido uno de los puntos calientes en los últimos cuatro años.

El último de los planes planteados en el acuerdo del Rialto es el de mejora de los museos municipales así como la actualización del catálogo del patrimonio inmueble de la ciudad. Aunque no está especificado en el documento, este punto remite a casos concretos, como el de los trabajos de climatización de las Atarazanas, una de las sedes del futuro Museu de la Mar, con una inversión fijada en 1,5 millones de euros todavía por acometer, o la reordenación de espacios expositivos, como pudiera ser la galería del Tossal. Por su parte, en el caso de la bibliotecas municipales, se plantea promocionarlas como “espacios de creación y estudio, más allá de su función ordinaria” así como mejorar la red con un nuevo centro sociocultural en la Malvarrosa. Este punto es especialmente vigente, pues fue el pasado mes de junio cuando el Colegio Oficial de Bibliotecarios y Documentalistas de la Comunitat Valenciana denunció públicamente el cierre ‘obligado’ por las tardes de la conocida Biblioteca de l’Hospital a causa de la falta de personal, al tiempo que pidió un mayor apoyo de la administración. 

Estos serán los ejes de la política cultural del Ayuntamiento de València en los próximos cuatro años, una gestión que se dará desde una estructura idéntica a la de la anterior legislatura, a pesar de que tanto Compromís como PSPV -también València en Comú que, finalmente, se cayó del gobierno- apuntaron durante la campaña electoral a una necesaria reflexión en torno a esta división de competencias que, por ejemplo, separa la gestión de las artes escénicas (incluida en Acción Cultural) del resto de sectores, habiendo generado diferencias, por ejemplo, en los criterios de ayudas a pesar de estar dentro de una misma área. Finalmente, la estructura ha quedado idéntica, con Glòria Tello al frente de las concejalías de Patrimonio y Recursos Culturales; Pere Fuset gestionando Cultura Festiva y con la entrada de Maite Ibáñez, que asumirá Acción Cultural, hasta ahora liderada por María Oliver (València en Comú). La novedad radica en este caso en el cambio de caras en la coordinación del área, que pasa de Tello a Fuset, pues la primera compaginará su labor en el consistorio con sus nuevas atribuciones en la Diputación de València. 

Los retos inmediatos: gestionar el malestar de las artes escénicas y salvar la crisis del Palau de la Música

Todos los ojos están ahora mismo puestos en el Palau de la Música. El organismo autónomo presidido por Glòria Tello, que se ‘come’ la mayor parte del presupuesto anual destinado a cultura, tuvo que cerrar sus puertas este mismo mes tras el desprendimiento de una parte del techo de la Sala Rodrigo. Si bien la visita del estudio de arquitectos Paredes Pedrosa descartó daños estructurales, está pendiente la ejecución de los trabajos de cambio del sistema de distribución de la climatización y rehabilitación de los techos. En plural, pues no es el primer problema de ‘cascarón’ del Palau, que ya suma la pérdida de trencadís y el desprendimiento de parte del techo -el pasado noviembre- de la sala Iturbi. Por el momento, toda la programación del festival de Jazz, una de las ‘joyas’ programáticas del auditorio, se ha tenido que repartir por distintas salas de la ciudad, como pudiera ser Les Arts o La Rambleta. Se desconoce por el momento los plazos que maneja el Ayuntamiento para subsanar los problemas del auditorio y cómo afectarán los trabajos a la programación 2019-2020, que da el pistoletazo de salida el 19 de octubre bajo la batuta de Ramón Tebar. 

Es en el apartado de las artes escénicas, que pasa a gestionar la socialista Maite Ibáñez, donde se dan algunas de las principales urgencias del gobierno local en materia cultural. La más inmediata: resolver el concurso para seleccionar al nuevo director de La Mutant. El proceso, paralizado desde hace meses, deja en stand-by la futura programación del espacio, que en pleno mes de julio sigue sin tener quién lo capitanee. Con su resolución se espera poner fin a una trayectoria ciertamente compleja, tras haber estado cerrada la sala más de un año a causa de unas filtraciones de agua en diciembre de 2016. Tras su reapertura, en 2018, fue, liderada durante un corto periodo de tiempo por la coordinadora del Teatre el Musical, Olga Álvarez, aunque ahora el cargo está desierto. Pero no solo en los espacios propios del Ayuntamiento se encuentran los retos, también la relación de la administración pública con la industria cultural. 

Es, sin duda, el sector de las artes escénicas el que más ha batallado, especialmente en las últimas semanas, por que su ‘caso’ se ponga encima de la mesa de los líderes políticos. Numerosas asociaciones del sector ponían fin a la “resistencia silenciosa”, tal y como la calificaron, para criticar que la Generalitat hubiera incumplido su promesa de separar el área de Cultura de la conselleria de Educación o para mostrar su “preocupación” por el futuro del Teatre Escalante, sin director desde la salida de Josep Policarpo y sin sede fija desde 2016. Por lo que respecta al gobierno local, es la gestión de las ayudas la gran piedra en el camino entre profesionales y administración. “¡Ya está bien!”. De esta forma expresaban distintas salas su malestar por la gestión de la concejalía de Acción Cultural, a la que pedían que se resuelva la incertidumbre a las ayudas a espacios privados o el conflicto abierto con las licencias con el objetivo de "concluir el eterno proceso de legalización de las salas teatrales con sus licencias de actividad”. El comunicado, por cierto, fue suscrito por Carme Teatre, El Teatret, Espai Inestable, Sala Carolina, Sala L'Horta, Sala Off, Sala Russafa, Sala Ultramar, Teatre Flumen, Teatro La Estrella, Teatre Micalet, Teatre Talía, Teatro Círculo y Teatro Olympia. 

Otro de los retos, vinculado a la cuestión de las licencias de la que hablaban desde las artes escénicas, es regular esta misma cuestión por lo que respecta a bares culturales y música callejera. En el primero de los casos se analizó su problemática por parte del Ayuntamiento, sin embargo, tal y como denunciaron desde la asociación Abacu, las conversaciones no avanzaron y la modificación de la ordenanza planteada para regular su actividad no se ejecutó. En el caso de la música en la calle, la Asociación de músicos y artistas callejeros de València (Musicarte Urbano) también ha demandado recientemente un cambio en la ordenanza que regule su presencia en la calle y acabe con la ‘lluvia’ de multas. De esta forma, y de la mano de la cooperativa valenciana El Rogle, han generado un documento con propuestas concretas para el desarrollo de una nueva norma, en el que desarrollan con detalle un nuevo listado de qué tipo de instrumentos podrían ser utilizados. 

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