Violencia vegana
Sobre la violencia en política, todos estamos de acuerdo en que es inaceptable. Los problemas empiezan cuando entramos en detalles
Llega la primera cita para los veganos de Valencia, y lo hace con apetito. Puestos de ropa y comida, pero también conferencias, talleres y santuarios... ¿Cuántas disciplinas es posible incluir bajo el término?
VALENCIA. Hamburguesas de tofu, batidos sin lactosa, ropa con tejidos sintéticos y cosmética moderna a partir de componentes heterogéneos, pero ninguno de ellos de origen animal (es herejía tan solo pensarlo). La fiebre vegana va más allá de las preferencias alimenticias que tenga cada cual, y ahora trasciende para convertirse en toda una filosofía de vida, que engarza con otras corrientes como el animalismo y el ecologismo. Pero en tal caso, ¿abusamos del término o abrimos un nuevo diccionario?
Este domingo se celebra la I Feria Vegana de Valencia, una iniciativa que ya se ha orquestado en otras ciudades como Alicante, Barcelona o Madrid. Bajo el lema y paraguas “Por un mundo sin violencia”, se amparan iniciativas muy diversas, desde el comercio, a la hostelería, pasando por conferencias, talleres y santuarios. No es ninguna broma, la meditación tiene un espacio destacado. De hecho, el enclave del evento es la Fundación Shenphen Tersar, que se define como un centro de estudios tibetanos.
La Feria también aspira a ser un vehículo vertebrador del activismo ecológico en la ciudad, por lo que participan organizaciones de protección animal. Incluso se promete la proyección de Cowspiracy, un documental que causó gran impacto en Estados Unidos por la dura crítica a la industria ganadera. Todo ello se va enredando con otras corrientes adyacentes, representadas a través de conferencias, como la de Eva Benet (Feminisme i Veganisme) o la de Mariano Collantes (AETP, Pseudociencias y falsas dietas curativas’). Un totum revolutum que solo se justifica en una vocación… ¿naturista? ¿Verde? ¿Multicolor?
En el apartado gastronómico, nombres ya conocidos en el sector, como The Vurger, Vegimaclet o Gaia Vegana. También hay espacio para el arte, de la mano de Alicia Olcina o Serigrafía MO. Incluso para la moda, a través de la llamada “ropa vegana”, que tanto peso está cobrando en la actualidad. ¿Que en qué consiste? Pues en descartar elementos como el cuero, la lana y hasta los pegamentos de origen animal en la suela de los zapatos. Un reclamo comercial más que potente para el público concienciado.
¿Podemos afirmar, por tanto, que el veganismo ha trascendido la alimentación? Hasta ahora, ser vegano implicaba no tomar carne, pescado, huevos, leche… ningún producto animal, ni que se derivara de ellos. Normalmente, una decisión adoptada desde la ideología, y en especial desde el punto de vista ecologista. Sin embargo, parece ser que ha dado el salto a la etiqueta de los bolsos. También al ampuloso mundo de la cosmética y pronto estará en la música, en los libros… El veganismo tiene mandíbulas voraces.
Sobre la violencia en política, todos estamos de acuerdo en que es inaceptable. Los problemas empiezan cuando entramos en detalles