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Cuando un colectivo teatral necesita un acomodo a partir del cual hacer desfilar sus próximos desvelos
La marca de Adrián Salvador y Lucas Zaragosí. Una extensión repleta de puntos cercanos que se mimetiza con la idea revolucionaria de trabajar refutando el crecimiento
Lugar: Estudio Savage Dirección: c/Pintor Salvador Abril 19, bajo Metros cuadrados: 100. Año de inauguración: 2017 Trabajadores: 4.
VALÈNCIA. El mimetismo del espacio del taller -que es oficina y que es despacho creativo- con la marca Estudio Savage es tal que, alargado como un pasillo que lleva a cualquier sitio, hace dudar qué fue antes, si lugar o concepto. Fue el concepto. El lugar llegó en 2017, después de una disposición de varios años en otro bajo de Russafa. En su nuevo emplazamiento, diseñado por la arquitecta Sol Candela, se practicó ese propósito de encontrarle piel y huesos al alma.
Estudio Savage, heredera de la marca de moda Siemprevivas, representa una manera de ser como empresa y de estar en el territorio que, frente a la búsqueda del escalado, de la producción extendida o del crecimiento tras esa idea etérea llamada éxito, aplican justo lo opuesto. La personalización al máximo, el círculo que comienza y acaba, un despliegue creativo que abarca desde la estrategia comunicativa al diseño total.
Al acceder en una extensión que invita a deslizarse, el primer conato es a taller, a aquellos bajos donde zapateros, diseñadores, marroquineros, la confección a ras de mano. La luz presente y algún pequeño daño colateral: “Al principio algunas vecinas del barrio lo veían tan blanco que pensaban que abríamos una tintorería. Creo que aún siguen sin entender muy bien qué hacemos”, comentan sus responsables, Adrián Salvador y Lucas Zaragosí.
La respuesta a ese qué-hacemos está entre los retales que se esconden armoniosos por las mesas y bancos. De cerámica a calzado, de interiorismo a joyería, de este vestido de allá a este bolso, y como eje, como costuras, la identidad corporativa, la dirección creativa. Cuánto dan de sí 100 metros cuadrados.
De repente -sucedió hace poco- aparece una clienta pakistaní residente en Seattle llegada a València para una ceremonia de una familiar estudiante en Berklee aparecerá dispuesta a tener un traje de Savage. Comenzará el proceso.
Adrián Salvador ahora acaricia los zapatos Vacant, que la firma ha diseñado al completo. Creaciones monocromo emanando contemporaneidad artesanal.
Escondidos entre los muros, un santo y una virgen alumbran el trabajo. Suena la música a media tarde y ya nada hace recordar las soluciones épicas que exigió calmar la humedad de esta antigua tienda de moquetas cerrada desde hace años. Su València comienza aquí, pero se extiende por el hub gastronómico cercano, en el que a poca distancia se apilan algunos de sus restaurantes favoritos: Nozomi, Canalla, Fierro… Su otra parada recurrente requiere algunos pasos más: Barreira Arte + Diseño, donde dan clase. Hay una insistencia constante en el entorno, tal que si la figura de Savage se completara a partir de unir varios puntos. “Era importante tener puntos cercanos de inspiración como, en nuestro caso, galerías de arte, restaurantes, artesanos, mercados, otros estudios y mucha vida de barrio”.
Al final del pasillo, Adrián Salvador guarda su área particular, hecha a imagen y semejanza de los artesanos de siempre, con el papel en blanco pidiendo dibujo. En esa idea de renacimiento que transcurre a lo largo de todo el espacio, de toda la marca, emerge la recuperación de una manera antigua: hacer las cosas a medida, tomar tiempo, hablar. “Nos resulta mucho más sostenible que apostar por producciones que luego acaban en ninguna parte”.
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