No es fácil condensar 365 días de gastronomía en unas pocas líneas. Si la vida es movimiento, este año en Valencia han pasado suficientes cosas como para gritar que la ciudad está viva y en plena forma. El rumbo hacia el que navega el sector es, sin embargo, algo incierto. Hasta que veamos lo que nos depara el 2026, rebobinamos para repasar algunos de los principales hitos que nos deja el año.
El boom de los bares de siempre
Cada vez que abre un bar nuevo en la ciudad, un amigo me escribe para decirme que menos mal que por fin en Valencia ha abierto un bar donde poder tomar un vermú y unas gildas. «Es que no ya no quedan bares en Valencia», teccle con sorna cada vez. Este año me ha escrito muchas veces. Los bares son tendencia. Eso es un hecho. Como en un momento lo fueron la cocina fusión, el gin tonic con cosas flotando o el coulant de chocolate. De la tarta de queso y la berenjena hablamos otro día. El restaurante no ha muerto pero las propuestas menos encorsetadas ganan adeptos. De todos los bares que han llegado nuevos este año, nos quedamos con Maestro bar y sus macarrones de rabo de toro; Barecito y su solomillo con ajetes; el Gallo de Oro y el bocadillo Valencianot, con Piscolabis bar y sus champiñones al estilo Laurel, y con Bar Badis y sus cigalas.

- Bar Badis -
- Foto: Kike Taberner
Japón no se acaba nunca
La cuesta de enero pareció algo menos escarpada con la apertura de un nuevo restaurante japonés que entraba por derecho propio en el top five de los buenos japos que acoge la ciudad –son ya unos cuantos–. En Hiro, Andrés Pereda elabora su propuesta con la materia prima que siempre ha caracterizado a Q Tomas, es decir, la de máximo nivel. Nigiris, producto con toques asiáticos y la caricia de las brasas. Nada puede salir mal de ese trío.
Pero si hubo una noticia que zarandeó los cimientos gastronómicos de la ciudad fue la de Nozomi. Nuria Morell y José Miguel Herrero se toman un descanso diez años después de su apertura. Serán solo cuatro meses. Desde mañana 20 de diciembre hata el 21 de abril el restaurante se pausa con motivo: «afrontar «la renovación de nuestra cocina y nuestra sala, dotándolas a ambas de nuevos y mejores recursos. Entre tanto, definiremos la nueva carta para 2026, tanto de comida como de bebida. Y, por último, realizaremos una larga estancia en Japón con el fin de seguir mejorando y aprendiendo y, por supuesto, para traer las mejores herramientas de trabajo a Nozomi». Esperaremos con ansia el regreso del restaurante en el que absolutamente siempre hemos sido felices.
Dos nuevos templos del arroz
Con los propósitos todavía en alto, enero arrancó con una de esas sorpresas que tonifican la ciudad. Toni Novo se quedaba el local de MIMAR, en la Patacona, gracias al amor, para abrir una nueva arrocería. Cuatro meses después nos sentamos en la mejor mesa de La Colonia de Carmela para verificar lo que ya sabíamos, que su paella valenciana es un diez y que la carta de entrantes, más reducida que en la nave nodriza, roza la perfección. No hay leña pero se ve el mar. A mí me compensa.
A pocos kilómetros de allí, en una de la arterias principales de la Valencia señorial, aunque sin vistas, se colaba una paella con garantías gracias al empeño de Jorge de la Vega y su pareja Lorena en su nuevo local. El Portón de Sorní despegaba a principios de junio después de que el cocinero se haya pasado los últimos cinco años afinando arroces en el restaurante familiar de la Avenida Baleares. Un local con un interiorismo que compite en elegancia con las señoras del Ensanche y que se suma al club de los restaurantes en los que el plato universal se ensalza sin complejos.

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El Arena que sabe a Valencia
Volvimos de vacaciones con la piel dorada y la intención de alargar el verano todo lo posible. En Valencia, el nuevo skyline que mira al sur terminó de perfilarse. El flamante Roig Arena abrió las puertas la primera semana de septiembre y antes de la inauguración oficial nos adentramos para saber qué podríamos cenar durante la despedida de Sabina o en el intermedio de los partidos del Valencia Basket. Con Miguel Martí a la batuta, el arena se divide en tres zonas: Poble Nou, el restaurante con arroces y fideuàs a leña que cobija la zona ultra VIP durante los espectáculos; el ultramarinos Roig para comer unas tortillas, torreznos o canelones, y el Mercat, la más informal, con siete propuestas diferentes que van desde bocadillos a croquetas o hamburguesas para tomarlas en las mesas de primer piso o en la propia butaca. La Mesedora de Algemesí y Adicto y Adicta, las dos empresas valencianas se ubican en esta zona. Hundred Burgers empezó pero de la noche a la mañana desapareció. Intuimos las razones

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Casa Pescadores, el lugar donde amarás las sobremesas
Puede que sea la apertura que más expectación ha causado en la ciudad este 2025. El tandem Grupo Mercabanyal y Jugando con Fuego presentaban a finales de octubre su gran apuesta: Casa Pescadores. Dos locales contiguos con tres conceptos diferentes y un mismo hilo conductor: el mar. Un bar, un restaurante con parrilla y una casa de comidas para estirar la sobremesa a ritmo de guitarra flamenca. Una propuesta gastronómica que ha supervisado Edu Espejo para cederle el testigo a Marcos Moreno, al mando de la cocina. La inversión –no solo en términos económicos– ha sido descomunal.

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Pasta fresca, vinos y horas extra
Cuando pensábamos que ya los habíamos visto todo llegó Sardo, un local diminuto ubicado en la zona del Cedro en el que Roberto y Álvaro elaboran pasta fresca que acompañan y rellenan con elaboraciones que no vas a poder comer en ningún otro sitio. Me enamoraron la pasta rellena de conejo al ajillo y el socarrat de lasaña con ternera y longaniza, y me quedo con ganas de probar sus últimas incorporaciones: la frégula con pulpo, garbanzos y puré de boniato o el ramen de all i pebre de anguila. La libertad en la cocina era esto.
La Oficina de Germán y Carito ha sido otro de los grandes hits de este año. La pareja de argentinos sigue haciendo barrio con una propuesta que derrocha estilo propio y personalidad. La dorada madurada que probamos fue uno de mis platos del año. Los postres también merecen un capítulo aparte. Qué suerte para Valencia que los cocineros hayan querido anidar aquí.
A pocos pasos de allí, al final de Almirante Cadarso, se sitúa Serralunga wine bar, un local impulsado por seis amigos locos por el universo vinícola que se aleja de las grandes marcs para centrarse en pequeños productores de España, Italia y Francia y acercar tanto al experto como al aficionado mirlos blancos de lo que apenas se ven. Sergio Rozas es la cara visible de este local en el que las copas se acompañan de una propuesta gastronómica a la altura. El día que me asomé a este wine bar, Sergio me contaba, todavía sin muchos detalles y la promesa de guardar su ubicación, la nueva propuesta en la que se habían embarcado, esta vez en compañía de sus socios en Somos Raro: Sara e Ibai. Sutil abrió hace unos días y después de sentarnos en una de sus mesas, podemos asegurar que tiene un potencial enorme. Hay producto, brasas y platos que se salen de lo corriente. Con el rodaje requerido, podría convertirse en un imprescindible.

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Hasta siempre, o hasta luego
No ha sido uno de los peores años en lo que a cierres se refiere, pero lo que se van dejan una huella importante. Giramon fue el primero en anunciar que terminaba su ciclo en el barrio de Ayora. El 31 de julio dieron su último servicio, aunque la cocina sin guion de José y Mihaela espera volver a brillar en otro espacio que les permita crecer más, y sobre todo ofrecer mejor servicio. Ojalá lo encuentren y que no pierdan esa identidad de barrio que les hizo únicos. Seis años después de abrir, Oganyo bajaba la persiana sin hacer demasiado ruido. Un cierre que, como todos los lugares en los que una ha sido feliz, entristece. Oganyo fue el escenario de momentos decisivos de mi vida, así que no puedo más que agradecerles el haber contribuido a hacerlos especiales. Se fue otro histórico, Leixuri, después de más de 40 años ofreciendo una cocina de inspiración vasca en el Ensanche. Un restaurante mítico en la ciudad, en cuyo local sin embargo se sigue escribiendo la historia gastronómica de Valencia a través de la nueva propuesta de los chicos de Somos Raro.
Forastera se muda a Bilbao. El restaurante de Txiscu y Laura, uno de los más libres que ha acogido la ciudad en los últimos años, deja el Carmen para iniciar una nueva andadura en la ciudad de donde es originaria la forastera que dio nombre al restaurante. Por último, hace algo más de un mes, Guillaume Glories anunciaba que después de 20 años, había decidido tomar un nuevo camino en su profesión, alejado de Entrevins.
No ha sido un mal año, a pesar de todo. Nosotros nos tomamos un par de semanas de descanso. Volvemos el 9 de enero para seguir contando más historias. Sean felices.