VALÈNCIA. La cultura valenciana no conoce los años en blanco. Tampoco 2025, un ejercicio marcado por los suspiros y las incertidumbres, pero también por una sucesión constante de buenas noticias, aperturas largamente esperadas, premios y gestos que han reafirmado la vitalidad del ecosistema cultural valenciano. Un año intenso, de contrastes, pero en el que la creación, la música y la memoria han vuelto a ocupar el centro de la conversación.

El gran foco ha sido la apertura del Roig Arena, que en tan solo unos meses ya ha cambiado la vida cultural de la ciudad. El recinto, que está pensando desde una triple pendiente para ser el estadio del Valencia Basket, un arena con dos espacios para conciertos medianos y grandes, y un lugar donde acoger grandes eventos más allá de lo musical. Ya centrando el tiro en la música, en apenas unos meses (el recinto se inauguró en septiembre) la vida musical de la ciudad ciertamente se ha transformado.

Como ejemplo, València pudo ponerse la medalla de ser el escenario elegido por Rosalía para interpretar, por primera vez en directo, su single Reliquia, el mismo día que lanzó su aclamado Lux. El público está respondiendo a la llamada de los grandes conciertos en València y varias propuestas ya han tenido que doblarse o colgar el cartel de entradas agotadas. Desde el Roig Arena, antes de su puesta a punto, calculaba acoger un millón de visitantes en su primer año.

Pero la mejor noticia es que el goteo de anuncios de conciertos, aún con muchas más estrellas del pop nacional que internacional, no ha ido en detrimento de la programación musical en salas de conciertos, que se ha mantenido con fortaleza.

Otra de las grandes visitas del año tuvo lugar en el Palau de la Música y fue un concierto de música clásica. Se trata de la visita de Gustavo Dudamel el pasado mes de febrero, en un gesto de solidaridad con las bandas de música afectadas por la Dana de octubre de 2024. El maestro venezolano dirigió a una formación mixta con miembros de la Orquestra de València y la Orquestra de la Comunitat Valenciana.

Pero aún más emotivo fue lo que ocurrió el día anterior: una concierto a pie de calle (en un pabellón) en Castellar-l’Oliveral que también dirigió Dudamel, pero con 160 intérpretes de bandas afectadas por la Dana. Apenas habían pasado cuatro meses desde la tragedia; por lo que la generosidad de Dudamel demostró entonces que la música también podía sanar parte de la profunda herida.

Cerrando los hitos de la agenda musical de València, es importante celebrar también los 30 años de la promotora Tranquilo Música, que ha sido la encargada de algunas de las noches más memorables de la escena independiente de la ciudad. El sello de Tranquilo durante sus primeras tres décadas de vida ha sido el de la calidad, pero también el del riesgo y el de no ser complaciente con la industria musical, sobre todo en los últimos años de burbuja del indie.

Sin dejar de hablar de música, también la creación valenciana ha sido protagonista de este 2025. Por ejemplo, 2025 ha sido el gran año de Francisco Coll, Premio Nacional de Música en la categoría de Composición. Un galardón que llega después de varios años estando en el foco como uno de los nombres a tener en cuenta. Apenas unas semanas después del anuncio del Premio Nacional, Coll volvía a València para presentar su primera ópera de gran formato, Enemigo del pueblo, que se pudo ver en la Sala Principal del Palau de Les Arts. Una creación musical que fue aplaudida y reconocida por un público no tan acostumbrado a la música sinfónica contemporánea.

Otro nombre que se ha reivindicado como uno de los embajadores de la creación valenciana es Marcos Morau. Este año, los Premios Max confirmaron el éxito de su obra para el Ballet Nacional, Afanador, que se pudo ver en 2024 también en Les Arts. Hace apenas unos días, el Ministerio de Cultura también la ha concedido la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, mientras sus creaciones se pueden ver en los teatros más prestigiosos de Europa.

En el circuito de la música popular, a pesar del goteo de despedidas de grupos míticos de la escena de música en valenciano, este año ha sido la confirmación de la normalización de la lengua propia dentro de la primera línea del pop y el rock. Para ejemplo un adiós, el de La Fúmiga, que reunirá a más de 40.000 personas en cuatro macroconciertos en el Roig Arena de València y el Palau Sant Jordi de Barcelona. Otro ejemplo: un hola de nuevo, el de La Gossa Sorda, que también ha tenido que doblar su concierto multitudinario en Picassent después de agotar en minutos todas las entradas de su concierto de reencuentro.

Música, programación expositiva, memoria y tejido creativo valenciano han confluido en La Ruta. Modernidad, cultura y descontrol, en Bombas Gens. La exposición no solo continúa la ola de recuperación y celebración de una de las escenas culturales más potentes de la cultura valenciana de las últimas décadas, sino que lo ha hecho con rigor y mirada crítica, recogiendo muchos de los estudios que han patrimonializado el fenómeno. Y esa labor, hecha poco a poco por una comunidad de personas desde diferentes perspectivas, nunca había estado ordenada de esta manera.

Joaquín Sorolla ha vuelto a ser protagonista de la actualidad expositiva de la ciudad y de qué manera. Aprovechando que la casa-museo anda cerrada para acometer las esperadas obras de ampliación y rehabilitación del espacio, una buena parte de sus fondos, de aquellos que nunca o casi nunca abandonan sus hogar, han hecho las maletas para viajar a Fundación Bancaja. El centro cultural valenciano se ha convertido una suerte de subsede del Museo Sorolla, un hito tras años de buena sintonía con la institución que culmina ahora con una exposición que recorre a Sorolla al completo, su vida y obra, a través de piezas como Paseo a la orilla del mar, El baño del caballo o La siesta, entre otras.

Otra exposición que se ha convertido en una cita obligada es El sueño de la serpiente, con la que la galería de arte contemporáneo Luis Adelantado celebra los diez años de Olga Adelantado al frente del espacio. Comisariados junto a Johanna Caplliure, el proyecto está lejos de ser un popurrí nostálgico y se reivindica como una muestra con entidad propia al tiempo que mira al pasado, presente y futuro de la galería, un recorrido que pasa por la habitación de cristal de Susy Gómez o la mirada a la Albufera de Montserrat Soto y que dedica un espacio especial a Carmen Calvo, que presenta algunas de sus obras más recientes.

Este 2025 ha sido, claro, también el año de los ecos de la Dana, el de las heridas abiertas y la recuperación. En este escenario, un rayo de luz en forma de mensaje en redes sociales. “Sabemos el valor inmenso que tienen esas imágenes de momentos felices, de personas queridas, de recuerdos que hablan de lo que somos y de los que ya no están. No los tiren. Esas fotos dañadas aún pueden tener esperanza de recuperarse“. Mediante este mensaje la Universitat Politècnica de València (UPV) abría sus puertas a los recuerdos de miles de afectados, que enviaron sus fotografías familiares dañadas por el barro dando paso a Salvem les fotos, un proyecto que aunó ciencia, creatividad y corazón para recomponer esos álbumes que son más que ecos del pasado. 

Y la cosa va de premios. Que la librería Ramon Llull es un refugio cultural clave en la ciudad lo saben sus vecinos, vecinas y amigos, pero no solo. Este 2025 la librería valenciana ha obtenido el Premio Librería Cultural 2025 otorgado por la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Librerías (CEGAL), un reconocimiento de sus 'colegas' que pone en valor su labor como punto de encuentro. Entre sus estantes, además, seguro que se encuentra Presentes, de Paco Cerdà, que es este año se ha alzado con el Premio Nacional de Narrativa por su relato sobre el traslado de los restos de Primo de Rivera. 

Y de los cercano a lo lejano, pues es en el desierto de Nevada donde se sitúa una de las chinchetas que han hecho soñar a los creadores valencianos en este año. El equipo liderado por el arquitecto Miguel Arráiz -junto a Javier Molinero, 'Arqueha' y Javier Bono- ha sido el encargado de levantar el templo que sirve de corazón del festival Burning Man, una construcción que contó con un emocionante guiño a los afectados por la Dana y que supone la culminación de un sueño que se inició hace una década.