La Comunitat Valencia es el lugar de España donde más Big Macs se consumen y yo no sé qué pensar; bueno, sí
Yo pienso como Daniel Borrás y aquel maravilloso Defensa imposible de un McDonald's, porque creo que en la vida hay momentos para un Big Mac (Cuarto de Libra con queso, en mi caso) y momentos para Mugaritz o Quique Dacosta; y quien diga lo contrario miente o no tiene sangre en las venas —no sé que es peor.
“No subestimes el poder de la masa; pregunten cómo se llevan ellos con la intelectualidad y la puñetera falta que les hace”. Pues eso, que si rascan un poquito en el Atraco Hedonista va y resulta que prácticamente nadie (salvo algún héroe, benditos sean Anita Patrón de Ancón, Manu Yarza, Julio Colomer de Ciro, Patxi Alonso de Dos Estaciones o Karlos Moreno de Oganyo: “Estoy contestando la entrevista esperando en el McAuto”) recuerda haber puesto un pie en un McDonald´s en lo que va de lustro. Más habitual es contestar con un sucinto... “mmmm, no lo recuerdo exactamente”. ¡Venga va! A otro perro con ese hueso...
Porque va y resulta (al menos eso me cuentan desde comunicación de McDonald’s España) que la multinacional californiana ha elaborado el primer ranking nacional de fans del Big Mac; “para ello, la compañía se ha basado en el volumen de ventas que tiene el Big Mac en cada uno de sus más de 500 restaurantes, distribuidos por todo el país”. ¿Y sabéis quién lidera semejante ranking, no? ¿Lo sabéis, no? Eso es: Los valencianos ocupan el primer puesto de la lista, seguidos de cerca por los baleares y los asturianos.
Es que nos va la traca. Que sí, que también somos el nicho de la última revolución gastronómica y el reflejo del amor por la huerta de Ricard Camarena, somos (eso no hay quien nos lo quite) ese Mediterráneo hedonista y telúrico, pero también nos late muy fuerte la pirotecnia, millones de colores eléctricos y el McAuto antes del amanecer tras la penúltima cogorza adolescente; somos el ruido, la patada en el culo de la nostalgia —porque el valenciano vive en el ahora— y el camp más auténtico. ¿Que qué es el camp? Popy Blasco lo cuenta mejor que yo: “El camp es una manifestación de la cultura popular, excesiva e involuntariamente hortera, que bajo un análisis intelectualmente irónico se convierte en una pieza de culto. Si dicha manifestación es autoconsciente de dicho exceso y mal gusto no es camp, sino una recreación del mismo”.
La última gala del MET, en el Museo de Arte Metropolitano de Nueva York, estuvo dedicada al Camp y decenas de celebrities varias se disfrazaron de mamarachas. Pero el exceso no es un disfraz, no puede serlo.
València es exceso, noches llenas de verano y gin tonics en vaso de tubo, ¿cómo no íbamos a liderar un jodido ranking de hamburguesas?