VALÈNCIA. Qué ha quedado de aquellos años en la que los bailarines flamencos subían al escenario junto a un enorme elenco de bailaoras y de músicos con los que llenaban por completo los auditorios. Los malos tiempos "les ha llegado a todos", manifiesta el artista José Porcel ante la presentación de su último espectáculo, Porcel. El bailarín confiesa llegar a València tras un fracaso de taquilla durante su paso por Palencia. Sin embargo, se esmera en relevar que no le importa, porque cuando ya no hay que fijarse de forma obsesiva en los ingresos brota de forma inmediata una sensación de libertad. Porcel siente que su última performance "marcará" su carrera, no hay vuelta atrás, esta vez la siente suya. "Me he dejado llevar de forma sobrenatural. Ya no me importa nada. Si está la cosa tan difícil, al menos quiero disfrutar".
El artista ha 'medio' preparado un espectáculo de "flamenco de teatro", y decimos medio porque según sus palabras el setenta porciento de lo que la gente verá desde sus butacas es un show improvisado. "Ahora también es el momento de improvisar y mi experiencia de tantos años es lo que me permite, porque el flamenco hay que dejarlo llevar", expresa Porcel. Con una escenografía sencilla y acompañado por cinco músicos, el bailarín no dejará de pisar el escenario durante hora y veinte con una propuesta que camina hacía nuevos estilos. "Porcel no es clásico, la propia espontaneidad no te deja que así sea. En los años que actuaba desde el Ballet Nacional de España estaba pendiente de buscar el perfeccionismo, la colocación... al final sentí que tenía que expresar algo mayor. El flamenco que hago es visceral pero también muy teatralizado. Hay un momento en el que incluso me cambio en el escenario," agrega el bailaor.
Los mismos músicos se atreven a salir del margen establecido, de esa práctica común en la que quedaban por detrás de la figura principal, en este caso el bailaor. "Ahora siguen la línea del espectáculo, que en este caso es asumir una mayor dramatización", explica Porcel. En este sentido, la cantaora también se convierte por momentos en bailarina. "Es muy difícil que actúen un hombre y una mujer juntos, dado que en casi todos los espectáculos de danza es o él o ella, pero tampoco quería que Porcel fuera todo masculinidad".
La obra no se plantea como un espectáculo sobre su trayectoria. Indudablemente el paso de los años está, han forjado su técnica y tablas como bailarín. Pero cada movimiento es una muestra de la "rebeldía" y las ganas por aprender cosas nuevas. "En este espectáculo me ha faltado cantar y tocar la guitarra, es algo que quiero hacer. Y diréis, ¿sabes tocar la guitarra? Pues la verdad es que no". Aún así, el bailarín tiene claro que "nunca" fusionaría el género con algo eléctrico o futurista. "Creo que no me hace falta para hacer un buen espectáculo", afirma. En realidad, no conjugaría el flamenco con casi ningún estilo, de los pocos que sí el contemporáneo. "Pero respeto los artistas que hacen fusiones, me parece algo muy difícil porque requiere conocer cada músculo de tu cuerpo. Nunca me sumaría a decir que eso no es flamenco."
Porcel no duda en señalar a Rocío Molina como una de "las mejores bailarinas de este planeta". La artista ha sabido dotarle de un aire renovador al flamenco, especialmente al aproximarlo a coreografías más contemporáneas. "La gente le critica pero ella no vende flamenco, es Compañía Rocío Molina. Su cuerpo va por delante de todo". Así mismo, Porcel no comparte la visión de aquellas personas que quieren convertir el flamenco en un género supremo. "Es mi profesión pero no la única en el mundo. Los propios artistas son los que piensan que solo existe este género y si no te abres a explorar otras prácticas nunca vas a poder aprender. " Para el bailaor el flamenco es un arte que se expresa desde el interior porque reside en el alma, pero señala que "no es el único", que es algo que "tienen también otros trabajos y géneros".
Con todo este conglomerado de emociones y deseos, José Porcel exhibirá su espectáculo hasta el 24 de junio en el Teatro Talia. Un trabajo que llega de la mano del guitarrista David Duran y los cantaores David Vazquez, Loreto de Diego y Pedro Obregon. Desde la dirección artística Ruben Olmo y en la coreografía algunas pinceladas de Antonio Canales, Ruben Olmo y Alfonso Losa.