VALÈNCIA. Més Compromís -hasta el sábado conocido como Bloc- celebró este fin de semana su VIII Congrés Nacional. Una cita que marca un antes y un después en la formación mayoritaria de la coalición valencianista, pues no solo cambió de nombre sino que también validó nuevos estatutos por los que el partido pasa a ser antifascista y cambia su esencia, que deja de ser el nacionalismo para ser el "soberanismo", sino que también aprobó quién se situaría al frente del proyecto político durante los próximos cuatro años: Àgueda Micó.
Las cuestiones macro, tanto el informe de gestión de la anterior dirección como la ponencia política, salieron adelante con un porcentaje de apoyos sólidos, sin contestación. Sin embargo, no ocurrió lo mismo en el caso de la nomenclatura -un 43% rechazó dejar atrás las siglas de Bloc- y del liderazgo de la formación -la candidatura alternativa de Àlex Ruiz obtuvo casi un 37% de respaldo-. Ambas cuestiones, evidenciaron una división significativa en el seno del partido.
Una fractura que apenas unos días después del cónclave, ya comienza a tener las primeras réplicas. El bloque de críticos del partido critican en declaraciones a este diario la "nula" integración que ha habido por parte de la dirección actual para conformar la ejecutiva del partido. Un órgano de dirección en el que se integran nada más y nada menos que 45 personas. "Ni siquiera han aceptado darnos voz", lamentan.
Unas declaraciones que vienen motivadas a raíz de una enmienda presentada por la corriente de Bloc i País en la que pedían que las diferentes sensibilidades internas del partido pudiera formar parte de la ejecutiva. En concreto, reclamaban que cada corriente organizada y reconocida con los requisitos que marcasen los estatutos "también tenga derecho a nombrar una persona que les represente en la ejecutiva y que tendrá condición de miembro nato".
La enmienda, sin embargo, fue rechazada y con ello el malestar del bloque crítico, aumentó y tuvo reflejo en la votación de la candidatura del domingo. Desde este sector, explican en este sentido que, al haber transaccionado dos de cada tres enmiendas que presentaron a la ponencia política con el bloque ganador, decidieron abstenerse en la votación de esta, de la ponencia política, al entender que la dirección actual estaba tendiendo puentes para mejorar el clima interno.
En la defensa de la enmienda, los críticos explicaron que su intención con este texto era tener "voz" en el órgano de dirección, aunque no voto. Es decir, que no tendrían peso en la toma de decisiones de Més Compromís si ganaba la candidatura Micó -como al final ocurrió-, pero sí al menos podrían tener acceso a las cuestiones que se aborden en las reuniones que mantenga la ejecutiva. Si bien la literalidad de la enmienda iba más allá y no especificaba esto concretamente.
El rechazo a la propuesta, con todo, ha revuelto a este sector. Ahora, Micó deberá lidiar con este descontento que separa al 37% de la militancia de su liderazgo.