No es fácil ser una buena víctima de violación. Una víctima fetén y no la auténtica culpable de su desdicha. Una que merezca respeto y cuyo dolor se tenga en consideración. Una que resulte creíble para los sectores más alcanforados de la sociedad. Cualquier muchacha poco avispada podría pensar que con ser abusada bastaría, pero sabemos que no es así de sencillo. No en vano, estamos rodeados de malas víctimas: mujeres que en el fondo recibieron lo que se merecían, que no eran dulces angelitos primorosos, que se lo andaban buscando o que no tuvieron suficiente cuidado, las muy irresponsables. Mujeres que, en definitiva, no encajan con el retrato robot de la perfecta violada que siglos y siglos de misoginia han ido construyendo en el imaginario colectivo. Por ello, cada vez que una agresión sexual salta a los titulares, un comité de expertos se dedica a evaluar públicamente si esa chica cumple los estándares para confiar en su testimonio y apoyarla o, por el contrario, se trata de otra oveja descarriada con ganas de llamar la atención y destrozar la vida a un pobre chico.
Para aclarar dudas, hemos elaborado un manual con las claves que ayudan a identificar a una correcta víctima de violación. Asegúrate de cumplirlas todas la próxima vez que vayas a sufrir un ataque.
- Selección de la ropa que lleves puesta en el momento de la violación. Un clásico. Ojo, la minifalda es el lugar común cuando se habla de vestimentas que incitan a esos pobres chavales agresores, pero si nos centramos en los datos, hay una enorme cantidad de ropa que puede justificar un ataque. Vaqueros, mallas de deporte, un vestido, un pijama (en el caso de las numerosísimas agresiones que se dan en el ámbito doméstico), un uniforme de trabajo, un traje de chaqueta... Es difícil no ir provocando, no ser una tentación para esos mozalbetes lujuriosos. El mejor consejo para asegurarte de que no vas a ser culpabilizada por tu look es volverte invisible. No nos referimos a pasar desapercibida, sino a ser realmente capaz de desaparecer. Tu deber como mujer responsable es ser transparente, que cuando alguien dirija la mirada hacia ti solo vea la pared que tienes detrás. ¿Dónde se pueden conseguir prendas que desafíen las reglas de la física y te hagan invisible? Pues hija, no lo sé, no podemos estar en todo. ¡Que cada una asuma la responsabilidad sobre su cuerpo! Vete a una tienda de magia o busca por Aliexpress una capa de invisibilidad como la de Harry Potter, por ejemplo.
- La identidad del violador. Para que te crean resulta fundamental que seas violada por un psicópata reincidente al que no conozcas de nada y que te ponga una navaja en la garganta. Un tipo siniestro que ya cuente con antecedentes similares y que nos permita seguir pensando que esas fechorías únicamente las cometen monstruos con los que no tenemos nada que ver. Si tienes cualquier vínculo con el agresor, serás sospechosa de haberle incitado, de haber provocado de alguna manera la situación o de haberle dado señales confusas. Recuerda, si es tu pareja, no se considera violación, sino tener al novio contento. Si se trata de un compañero de trabajo o un amigo seguro que te has pasado de la raya flirteando. Y además, la culpa es tuya por juntarte con las compañías equivocadas, que pareces tonta. ¿Una cita? Le has hecho pensar que querías tener sexo, te has echado atrás a última hora y, claro, qué va a hacer el pobre chico... Si es un miembro de tu familia, seguro que te lo estás inventando o estás malinterpretando un gesto de cariño, pedazo de histérica. (Nota: si el agresor no es de nacionalidad española, un grupo de especialistas determinará si se trata de un puto inmigrante que viene a mancillar a nuestras mujeres o un turista pizpireto al que se le fue la fiesta de las manos).
- El escenario de la violación. Aquí la cosa se complica, pues hay muy pocos lugares por los que una mujer pueda pulular sin pedir a gritos que la violen. Por supuesto, ir sola por la calle es un factor de riesgo. Ya sabéis, chicas, el espacio público no nos pertenece, nos lo ceden a ratitos los muchachos, pero si olvidamos que no es nuestro sitio, toca aplicar un correctivo. Si encima vuelves a casa sola de noche, deberían encarcelarte a ti por inducción al delito. Atravesar un descampado a cualquier hora del día también te descalifica como víctima adecuada, pues deberías haber elegido una ruta menos peligrosa. ¿Te atacaron en una fiesta? Te mueves en ambientes turbios y mereces pagar por ello. ¿Trabajas de noche o muy temprano? Has elegido unos horarios que te ponen en riesgo. Podríamos pensar que el único entorno aceptable es ser agredida en tu propio hogar, pero incluso ahí se podría argumentar que no contabas con suficientes medidas de protección. La única opción válida es algo así como estar a las 11 am en un centro comercial acompañada por un hermano, un padre o un novio (porque, recordemos, una mujer sola o junto a otras mujeres está poniéndose en el disparadero todo el rato), que aparezca un grupo de encapuchados, dejen inconsciente al hombre que te protege y te secuestren. Ahí podemos empezar a hablar (de guiones cinematográficos o de agresiones sexuales, lo que surja).
- Estar alerta. Como mujer, debes ser responsable de tu honra 24/7, por lo que bajar la guardia, beber alcohol, realizar cualquier actividad a solas, no tener controlado el camino, haber hablado con la persona equivocada, haber mirado hacia donde no tocaba, haber cambiado de opinión... todo puede condenarte al cubo de las descuidadas que se merecen lo malo que les ha pasado. Pero, ojo, si estás demasiado alerta, serás tachada de neurótica, desquiciada y obsesionada, de odiar a los hombres y no aceptar ni una broma un poco brutita.
- Estar dispuesta a morir. Si no has peleado lo suficiente para evitar la violación, hasta el punto de poner tu vida en peligro, vas a ser sospechosa. Si te has quedado paralizada por el miedo, proliferarán las dudas sobre ti. Si has pensado que mejor violada que asesinada, dejas margen para la desconfianza sobre tu testimonio. Siempre podrías haber gritado más, haber intentado escapar de alguna manera, aunque esa manera fuera la muerte. A ver si es que en el fondo no te estaba disgustando tanto la situación, a ver si en el fondo lo estabas deseando.
- Documentación. Para que tu experiencia como mujer violada sea aceptada como válida, debes llevar en el instante de agresión un formulario correctamente cumplimentado y verificado con firma digital en el que especifiques que no deseas ser agredida a esa hora, en esa ubicación y por esa persona en concreto. Esos datos deben ir acompañados de una exposición de motivos por los que rechazas ese intercambio. El certificado será revisado por el agresor para comprobar su validez. Porque ya sabes, las tías a veces dicen que no, pero en realidad solo se están haciendo las difíciles.
- Que la agresión te destroce la vida. A una buena violada, un ataque sexual debe arruinarle la existencia, no hay otra opción. Debe ser un suceso traumático del que jamás se termine de recuperar, debe condicionar el resto de su trayectoria. Debe ser el episodio que la defina para siempre y comportarse tal y como la sociedad espera de ella. Si tras el ataque vuelve a reír demasiado pronto, si trata de retomar sus rutinas, si empieza una relación sentimental, se va de viaje o acude a su bar preferido es una señal inequívoca de que lo que le ha pasado tampoco ha sido tan grave. Menuda exagerada, no vamos a fastidiar a un pobre chaval por algo que tampoco te ha supuesto tanto drama, ¿no?
- Que tanto antes como después del suceso te comportes como un impoluto ser de luz. La perfecta violada ha de ser una mujer maravillosa en todas sus facetas. Una muchacha adorable, encantadora. Una buena hija, vecina y amiga. Una persona ideal, responsable, cautelosa, poco dada a los excesos. Si se trata de una señora conflictiva, antipática o demasiado arriesgada, la sociedad le negará la empatía. Cualquier error cometido a lo largo de los años restará verosimilitud a su denuncia. “Sí, sí, dices que el sábado te drogaron y abusaron de ti, pero hace diez años te peleaste con otra chica en un aparcamiento, así que entiende que tengamos algunos reparos sobre tu honradez”.
El cumplimiento de estos parámetros no garantiza en cualquier caso la validación de la violada, debe entenderse únicamente como una guía orientativa.