Historia de las valencianas y valencianos que cambiaron el mundo

VALÈNCIA. Helena Cortesina, una de las primeras directoras de cine del mundo con Flor de España; José Martínez Sánchez, inventor del papel leptográfico que llevaría posteriormente al papel de foto; Mariano Jornet, militar, escritor y arqueólogo que logró recoger una gran cantidad de restos arqueológicos que acogió posteriormente el Museo de València; la soprano Lucrecia Bori... Todos ellos tienen algo en común, son valencianos y dejaron huella (de alguna manera) en la Historia. Ahora sus vidas se reúnen en Valencianas y valencianos que cambiaron el mundo (Ediciones VJ), un trabajo de investigación realizado por otra valenciana, Paloma Juan, que recupera las hazañas de once valencianas y trece valencianos con el objetivo de "aportar a la historia de la ciudad" subrayando a aquellos pioneros en campos como la literatura, cine, música, arqueología y hasta en el mundo de la justicia y de la belleza.

Médicos, arqueólogos, estudiosas de cualquier arte, pintoras, juezas y hasta la ganadora del certamen de belleza de Miss España se codean con grandes apellidos de sobra conocidos como Sorolla, Piquer, Guastavino, Iturbi y Segrelles. De esta forma, la autora ha querido sumar esos nombres populares a personajes destacados que, quizá, son menos conocidos por el público. “Estudiando sobre las biografías, vi que muchas cosas interesantes de València se nos quedaban por el camino. Entre ellas, la información sobre mujeres ilustres. Con motivo de aportar a la ciudad, me parece muy interesante resaltar esta información para recordarlos”.

Todo comienza con la historia de una monja: Sor Isabel de Villena. Nacida en el 1430 en València y autora de Vita Christi, un libro de doctrina para las monjas de convento en el que se incluyen las primeras referencias directas a la igualdad de género. Ella fue pionera en su campo, como también lo fue más tarde Manuela Solís Clarín (1862), la primera mujer en matricularse en la Universitat de València aprovechando el vacío legal en el que no había ninguna prohibición explícita para que las mujeres no pudieran cursar estudios superiores. “Podemos estar orgullosas de los grandes progresos que hicieron las mujeres valencianas en su época, tenemos en nuestra ciudad a grandes pioneras en materia de feminismo cuya obra o labor no se celebra como merece”, reflexiona la autora. “Las valencianas han abierto muchas ventanas en este mundo; indagar sobre estas nos ayuda a valorarlas”.

Además de grandes logros, también hay perfiles que tienen un lado más curioso. En la primera parte, dedicada a las valencianas, destaca Pepita Samper Bono, primera mujer en la historia en ostentar el título de Señorita de València, en lo que hoy se conocería como el primer Miss España. La autora explica en su biografía que su belleza, puesta a juicio en un concurso abierto del diario ABC, la llevó a convertirse en la mujer más guapa de España en el 1929 (con apenas 19 años) y la llevaría unos años más tarde a convertirse en la primera Fallera Mayor de la ciudad: “Me parece una historia de lo más honesta y bonita, sin saberlo los valencianos estaban eligiendo en este momento a la que sería la primera Fallera Mayor de la ciudad, y es algo que, si no se valora desde el momento actual, no podríamos haber llegado a ver". 

En el mismo bloque también hay historias que en su momento quedaron silenciadas, como la de Manuela Ballester Vilaseca (1908), quien fuera una de las artistas más prolíficas de España en los años 30, pero cuya obra quedó ensombrecida por el éxito de su marido: el pintor Josep Renau. Fue una de las primeras colaboradoras gráficas de su época, y llegó a trabajar para revistas como Blanco y negro, Crónica. También fue colaboradora mensual de Nueva Cultura, donde exponía algunos de sus fotomontajes e ilustraba artículos tanto de carácter político como literario. Tristemente, para encontrar información sobre su perfil Paloma ha tenido que recabar información sobre ella en México y Berlín, donde recibió más reconocimientos que en España: “Al ser "mujer de", "viuda de" o "hermana de" las artistas se quedan a la sombra del éxito. En el momento no se valora la calidad de la obra sino la comparación de su perfil con el de un hombre”. Amparo Iturbi también quedó a la sombra de José Iturbi, explica la autora, que busca poner en valor su trayectoria.

En la visión general de las biografías también destaca que el reconocimiento de estos valencianos y valencianas ilustres llega mucho más tarde de su fallecimiento, Paloma Juan considera que su reconocimiento vino muchas veces marcado por el contexto en el que se veía que eran realmente “los pioneros” en algo: “Muchas veces el análisis de los perfiles viene marcado sólo tras la muerte, al menos en la prensa. Los perfiles consiguieron hacer lo que querían y ahora hablamos con admiración de lo que lograron, pero en ese momento no se valoraba del todo por no tener un análisis más amplio del contexto que rodeaba a sus acciones”.

El libro también repasa las historias de ilustres como Nino Bravo, Guastavino, Sorolla, Segrelles, Berlanga y Blasco Ibáñez, recuperando algunas menos conocidas, como la de Mariano Jornet Perales (Bélgida, 1869) considerado uno de los primeros estudiosos de arqueología de València y uno de los grandes investigadores de su municipio. Llegó a publicar Bélgida y su término municipal, una obra que terminó de confeccionar en el año 1932 y sobre la que recoge toda la historia del municipio, y parte de sus primeros hallazgos en los estudios arqueológicos del lugar. Debido a su obsesión por estudiar el entorno fue un colaborador prolífico del Museo de Prehistoria de València, con el que colaboró durante 25 años y en el que llegó a contar con una exposición propia de sus objetos personales. 

“Hay que investigar bastante más sobre este tipo de perfiles, pero el descubrimiento merece muchísimo la pena. Al final quería ponerlos a todos a un mismo nivel, de alguna manera, para reconocer el trabajo que realizan”. Al igual que Paloma pelea con la falta de información en según qué biografías -principalmente las de mujeres-, también se ve en el problema de la sobre información con perfiles “mediáticos” como el de Sorolla y Nino Bravo: “De personalidades como estas hay muchísima información, pero a veces se falla en contar lo más básico. En el reto de hacer perfiles que fueran más o menos equitativos me centro en una línea de su historia que intentan rescatar los grandes hitos de su vida y a la vez una parte curiosa”. 

Para ello lo que hace Paloma es contar el relato de todos los ilustres, desde su nacimiento hasta su muerte, nutriéndose también -en el caso de los perfiles más conocidos- de la prensa y la literatura, tanto actual como de la época. “Quieres hacerlo todo bien y lo más exacto posible, la indagación tiene que estar también en la prensa, y medios como Culturplaza resultan útiles a la hora de delimitar la información que quiero”. La autora cita en su bibliografía a periódicos como Las Provincias, Levante o Valencia Plaza -con secciones como Mujeres ilustres de la Comunitat, de Maria Jesús Espinosa de los Monteros- entre sus grandes referentes a la hora de confeccionar el libro.

Con motivo de seguir una estructura más o menos igual entre las biografías, la autora cierra cada uno de estos 24 perfiles con una breve cita o reflexión sobre estos. Para ella es una manera de poner un agradable punto y final al rato que pasa con los perfiles, y de hacer un breve homenaje sobre su vida: “No solo se trata de contar su historia tal y como sucedió, sino de trasladar al lector la importancia de su vida y cómo han llegado a todo esto. La reflexión final me ayuda a homenajear su historia, con la que he pasado tanto tiempo. Me sirve para sintetizar y despedirme de ellos, además así dejo al lector reflexionando”.